Capítulo 19: Geoglifo

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Link cayó sobre el campamento de monstruos mucho antes de ninguno de aquellos malditos bichos lo viera venir siquiera.

Llevaba observándolos desde el día anterior. Había visto cómo perseguían a los pobres viajeros que caminaban perdidos en la estepa helada de Tabanta, tal vez buscando la posta. Por suerte, los viajeros habían logrado escapar, así que Link había podido ganar tiempo para pensar. Para pensar y planear.

Dos de los monstruos eran lizalfos. Su tamaño había cambiado desde la catástrofe; ahora eran más grandes. Les había crecido un cuerno en la cabeza, igual que a los bokoblin. Los frágiles copos de nieve se acumulaban en la base del cuerno.

También eran más rápidos. Uno de ellos había alcanzado a uno de los viajeros en la espalda con la lengua, que se movía en forma de látigo, tan larga que parecía antinatural. Se camuflaban mejor entre la nieve y el barro. Antes, había sido muy fácil verlos acechar, ya que solo podían camuflarse con un color uniforme. Ahora, sin embargo, se entremezclaban mucho mejor. Tanto que no culpaba a los pobres viajeros muertos de frío que habían pisado la cola de un lizalfo sin querer.

Los otros eran bokoblin. No eran muy distintos a los bokoblin con los que él ya se había cruzado desde la Catástrofe. Al menos no contaban con un líder, aunque su campamento estaba bien montado. Habían sacado una vieja lona de algún sitio, tal vez de un campamento abandonado o incluso robada de la posta. Se reunían alrededor de una hoguera gigantesca; el humo se veía desde varias millas de distancia. Ellos ya no temían ser descubiertos. Era como si se hubieran envalentonado.

O como si algo les hubiera dado valor.

No iba a seguir perdiendo tiempo, sin embargo. Los monstruos habían conseguido reducir a un viajero que iba envuelto en abrigos de lana. Link había estado tentado a intervenir, pero al principio el hombre había parecido tener la situación bajo control. Luego uno de los bokoblin le había asestado un golpe en la cabeza con la porra por detrás, y ahí se había acabado todo. Pero no iba a dejar que mataran a un inocente.

Link sacó el arco y una flecha Combinada con una baya ígnea. Había conseguido un puñado en el último santuario en el que había estado. También había conseguido otro tipo de bayas, unas que estaban heladas al contacto y otras que, según Rauru, desprendían un poder eléctrico al ser Combinadas.

Habían tomado al viajero como prisionero. Lo tenían maniatado a varios pasos del campamento. Intentaría que la situación no se le fuera de las manos y el pobre hombre no saliera herido.

Mientras corría, tensó la cuerda, apuntando a los bokoblin que más lejos se encontraban del prisionero. Los monstruos lo vieron venir, pero fue demasiado tarde para dos de ellos. La flecha surcó el aire, dejando un leve rastro de humo oscuro a su paso, y se clavó en el pecho de uno de los bokoblin. La flecha estalló en llamas con solo entrar en contacto con el cuerpo del monstruo, que desapareció entre las lenguas de fuego. Se extendieron hasta el bokoblin que se encontraba junto a él. Había intentado huir, pero no logró ser lo suficientemente rápido.

Los otros monstruos no corrieron la misma suerte, por desgracia para él. Consiguieron huir, avanzando hacia Link. Él fue a preparar otra flecha, pero maldijo para sus adentros al descubrir que uno del los lizalfos le había ganado terreno.

«Sí que son rápidos, maldita sea.»

Sujetó el arco a su cinturón a toda prisa y desenvainó la espada, que emitió leves destellos verdosos. Había decidido Combinarla con una hoja zonnan que había encontrado en un santuario, por insistencia de Rauru. Según él, aquellas hojas habían sido diseñadas especialmente para ser Combinadas.

El lizalfo no retrocedió al ver el arma, sino que emitió un siseo y le enseñó las garras. Link aguardó, en posición defensiva. Cuando el monstruo le enseñó la larga lengua, él la cercenó por la mitad, tan fácilmente como si estuviera cortando mantequilla. El lizalfo chilló, y la lengua calló sobre la nieve con un sonido ahogado, manchándola de sangre. Era una imagen grotesca, pero no se detuvo. Agarró al monstruo por un hombro y le atravesó el pecho con la espada.

The Legend of Zelda: Tears of the KingdomWhere stories live. Discover now