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Un pelinegro de ojos amatistas se encontraba en un lugar del hogar de Los Webones, más para ser exactos, en una pequeña isla en el cielo la cual tenía un gran árbol que parecía sacado de una película de fantasía, o sea; la casa de Aquino, su mejor amigo.
Duxo había estado buscando un material para sus crafteos y justamente se enteró de que aquel material ya lo tenia su gran amigo castaño, así que obviamente no lo pensó dos veces para intentar regatear por aquel objeto.
Aunque esto no salía muy bien la mayoría de las veces que digamos, también teniendo en cuenta de que el ojimiel no se encontraba en casa y era algo que irritaba a Duxo; estar tanto tiempo en una puerta esperando a alguien era un poco, por no decir mucho, molesto.
No quiso esperar más y salió en busca de aquel chico, esperando que no se encontrara en algún lugar muy alejado o simplemente descubriendo más del mapa, el pelinegro no era el tipo de persona que le gustaba explorar mucho ha decir verdad, aunque esto seguramente también se debiera a su vagancia.
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POV Duxo:
—"¿Dónde mierda estás, Aquino?"— Pensé mientras usaba mi resortera para poder aumentar mi velocidad. Me estaba empezando a cansar el hecho de que no encontraba a mi amigo.
Todo sería más fácil si Aquinin viera los mensajes directos o si quiera el chat de Minecraft, pero tan solo lo hace para los eventos y nunca responde a los mensajes... En fin, que se le puede hacer.
Seguí mi camino hasta que pensé en algo; si Aquino no estaba ni en su casa, ni explorando y tampoco en una cueva, seguramente podría estar en...
¡Claro! ¿Cómo no lo había pensado...?
Cambié mi dirección para así poder ir a ese campo de flores en el cual normalmente me juntaba con Aquino, esperando que por fin lo encontrara ahí.
—¿Aquino?— Grité de un tono un poco alto mientras me acercaba al lugar, tratando así de llamar la atención del castaño si se encontraba ahí, claro.
Y efectivamente lo vi. Él estaba sentado, cuidadosamente colocado entre algunas lindas flores mientras algunas estaban enredadas ligeramente en su cabello. Se veía como una escena muy pacifista, el prado de flores, la hierba no muy alta, el viento ligero y el cielo alumbrado por el sol era lo que le daba un toque... ¿Especial?
Él volteó su cabeza un poco para verme, aún así sin voltear su cuerpo entero. Pude ver como sus ojos se achinaban un poco, dando a entender que estaba sonriendo, aunque claro, con la mascarilla que llevaba puesta no se llegaba a apreciar su linda sonrisa.
—¡Duxo! Hola...— Me saludó mientras yo me acercaba algo lento e hipnotizado por la bella escena, apartándose un poco de su sitio inicial para dejarme un pequeño espacio en el cual yo me senté justo a su lado.
—Te he estado buscando. — Hablé con una mirada suave. Mi irritación se había ido casi al instante. —¿Por qué nunca miras los mensajes? Si estuviera en algún apuro yo ya estaría muerto si te llamara a tí. — Dije. Okey, seguramente mi irritación no se había ido del todo.
Aquino soltó una pequeña risa mientras cerraba sus ojitos haciendo que sintiera mi cara un poco caliente. —Perdón Duxito. — Dijo abriendo sus ojos de nuevo para mirarme y luego mirar hacia el cielo. —Es que... Quería tener un momento tranquilo, ¿sabes? — Habló amablemente. Se notaba que no tenía una mala intención en sus tiernas palabras, tan solo una sincera confesión que a mi no me molestó en lo más absoluto.
Estuvimos unos minutos ahí, sin decir ni una sola palabra y tan solo disfrutando de la compañía del otro, olvidándome por un rato del porqué buscaba al chico. Aquino siempre fue una persona muy especial para mí... Despues de todo es mi mejor amigo...
Sí,
Mejor amigo.
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