Prólogo

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-Odio mucho tener que estar en está situación, ¿Lo sabes, verdad?- los tacones de la mujer resonaron por la gran sala del castillo. Los pasos eran largos y calculados, su niña dormía plácidamente en una de las dos cunas que se encontraban cercanas a su padre.

-Yo también lo odio, Angélica, entiende que si no permitimos que esto pase ninguno de los dos tendrá valor para sus reinos, tu padre declararía la guerra al reino del inframundo... Un show que no ha pasado en mas de dos siglos. Comprende que pienso en la paz de ambos reinos...

-Se ve demasiado creíble, un demonio que no puede controlar ni su mismo carácter, casado conmigo y con una hija de la misma edad que la otra. ¿Es que acaso no te das cuenta de que en cualquiera de los casos posibles todos salimos dañados? -Hablo Mildred, sus ojos irradiaban furia y mantenía a su única y primogénita del reino entre sus brazos-. No pienso compartir ningún tipo de lazos familiares, o los cortas ahora o yo misma me encargaré de destripar y comerme lo único importante de ésa híbrida. Su alma.

-Los juegos están cerca, tenemos alrededor de una semana más para pensarlo. Mildred, Angélica. Ambas son muy importantes para mi pero...

-¡Me niego rotundamente a aceptar el trato que en el contrato de marcas Zalgo! Me quitas a mí y a ésta los únicos derechos más humanos que tenemos. Aguanté que tuviéramos que unirnos al único enlace en este mundo solo por la unión y paz de los reinos y tú y tu familia acabaron por completo con los míos. Tengo suficientes razones como para matarte a ti, a tu hija y a tu amante. Podre ser quizá la última de raza pura de las malignas tierras del universo y aún conservo el poder que se me ha otorgado-Una vez más, el odio salió en forma de aroma e impregno aquel olor a azufre en la sala.

Así mismo la discusión duró media hora, entre peleas de ambas mujeres y unos cuantos reproches al hombre del inframundo.

-Si no lo hacen por las buenas, será por las malas- soltó sin pensarlo dos veces, lanzó sus poderes contra ángel y demonio borrando así recuerdos del pasado. El conjuro que realizo fue del tamaño de un universo, provocando así el primer cambio de dimensiones. El primer desgarro de tiempo.

La elección más fuerte vino después de ello. Se acercó a ambas cunas y observo detalladamente los rostros de sus hijas.

Una de ellas, con el cabello café claro, el aura de colores celestes y rojizos acompañados de una mirada angélical como la de su madre. Sus ojos aún no estaban del todo desarrollados y por los genes que la acompañaban dudaba mucho el tiempo en el cual se notarían sus facciones de híbrida. La expresión de la niña al verlo borrosamente fue de asombro acompañado de una risita que logró cautivarlo y hacerle dudar de sus acciones. «Una cara angelical» pensó, sin duda alguna.

Por otra parte, la niña que se encontraba en la cuna del lado derecho sacó la mayor parte de él, no era un demonio cualquiera. También era una híbrida de grandes poderes, de esos que eran de colores morados y negros. Como los de su madre...

Denota nuevamente las líneas del tiempo, antes de sentir algo fraternal, manda a ambas bebés a la tierra. Calculando erróneamente las dimensiones, mandando así a ambas hijas a diferentes dimensiones y escribiendo un destino incierto y desesperante.

Sin saber que más tarde se encontraría nuevamente con ambas niñas...

La demencia se apodera de ella y sin notarlo termina viviendo de su mayor miedo

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La demencia se apodera de ella y sin notarlo termina viviendo de su mayor miedo. La muerte, pero no la suya.
Día a día es una casa nueva, una nueva víctima y un nuevo cargo de conciencia. Los colores son cada vez más difíciles de divisar y el líquido que alguna vez fue rojo se decolora entre tonalidades grises, entre sus manos blancas y ásperas.
Su nombre no es nombrado desde el día del incendio, su mente se tienta a olvidarlo pero hay una voz entre sus pesadillas que la obliga a recordar... Recordar que su nombre fue pronunciado por última vez cuando se debatía entre la vida y la muerte. Cuando escuchó por última vez su nombre: Jane.

Pronunciado por la voz entre cortada y ronca de él, fingiendo demencia inexistente y balbuceos ridículos.
A pocos pasos del olvido, con una edad indeterminada y rescatando pequeños retazos de lo que algún día fue Jane Arkensaw.

Viva atracción del lugar, su rostro solo lo veía la luna y sus ojos se tornaron negros completamente, asutandola de una día para otro.

Sin embargo, un pequeño encuentro podría cambiarlo todo.

En La penumbra del Olvido •Jane And Jeff The Killer•Where stories live. Discover now