¡Explosión en la mansion de slenderman!

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Capitulo 3

Hay unas gotas que están bordeando mi rostro y mis ojos me arden, inmediatamente me siento y el frío en mí frente desaparece al caer una bolsa llena de hielos. Estoy en una camilla, una muy improvisada, es un ataúd. Siento el mareo pasajero de la rapidez de mis actos.

Genial, pasaste de asesina a conde dracula.

Las paredes eran blancas, con manchas oscuras de color marrón. Increíblemente todo era de ese color, como una habitación del manicomio. El techo era mohoso y el olor a hospital me asfixiaba.

Mi pierna estaba inmovilizada por unas vendas de color piel, hubiera preferido que sean blancas y así me hubiesen ahorrado el remordimiento y la gran pena de saber que ese pigmento ya no era parte de mí.

Me dispuse a querer caminar, no boca estaba seca y mi rostro exigía la hidratación del agua. Mi aliento estaba de la misma forma y las lagañas mañaneras me molestaban.  Encontré la pileta y hice los que pude para saciar mis necesidades.

Mi ropa había sido cambiada a una bata blanca ancha y con una abertura en la parte trasera, agradecí que no me hubieran quitado la ropa interior pero me llamaba la atención el saber quien me habría cambiado y donde habrían puesto mis pertenecías. Además del porque que tenían aquí.

Quería irme, nadie estaba, o al menos así lo creía. Jugué con la manilla de la puerta y el sonido de varias voces me detuvo. Estaba comenzando a oler a quemado y un sonido sordo me hicieron dar varios pasos atrás. Necesitaba salir de aquí.

—¡No puede simplemente traerla aquí, señor! Ella ni siquiera a cometido un asesinato grave! ¡A duras penas mata a un gato!—gritaba alguien, una voz que ya había oído antes.

Hubo un breve silencio.

—Lo sé, pero no es por que yo lo quiera. Son ordenes de Zalgo. Así que anda bajándole al tonito de tu voz Jeff.

Mi corazón dio un salto y se aceleró al escuchar ese nombre. ¿Jeff? No, imposible, no puede ser el mismo. Aun no puedo encararlo, necesito más tiempo.

Pero quería vengarme, sabía que el era mas fuerte que yo, quizás dos o tres veces más ágil y no le tenía miedo al cuchillo. Aun así eso no me detendría.

Abrí la puerta un poco , agradecí que no tuviera ese típico chillido y miré por el pequeño espacio que me brindaba. Apareció ante mí la imagen más terrorífica. Muchas personas de diferentes vestimentas, colores y hasta armas estaban reunidos en una gran sala. Sentados en los sillones, jugando, afilando cuchillos y hasta tomando sangre y desparramandola en sus prendas.
Su capucha blanca lo decía todo, lo delataban completamente. Abrí tanto los ojos que me dolieron y cubrí mi boca para evitar ser oída por mi pequeño grito de sorpresa.

Estaba de espaldas, debía aprovecharme de ello. Rompí uno de aquellos posillos de experimentos y me puse en guardia para volver a oír la conversación ajena.

—Ella esta mucho mejor en el mundo humano, ¿no puedes simplemente decir que no la encontraste y ya?—se quejo él, dando un giro sobre su propio eje.

—Idiota—susurré, estaban en pleno bullicio y entraban aun más integrantes pues habían bastantes asientos en ese lugar y parecía ser un orfanato con pequeñas rarezas de la naturaleza como por ejemplo Jeff .
Ese era un animal en peligro de extinción .

—Yo creo que fue buena idea traerla a nuestro mundo, la pobre sufre en ese insignificante lugar llamado "hogar" cuando en realidad esta mas sola que un perro callejero, hasta el pequeño smile tiene un hogar ¿Por qué no darle una oportunidad? — dijo una mujer levantándose del sillón, un brillo destellaba de su ojo... Pero... Eso no era un ojo sino un reloj. La cara de la mujer estaba tan demacrada y llena de cicatrices que de me fue imposible seguir manteniéndole la mirada.

En La penumbra del Olvido •Jane And Jeff The Killer•Where stories live. Discover now