ㅤCambiaformas.
El término surge en la mente del muchacho, extraído de antiguos libros y habladurías que había escuchado hace mucho tiempo; eran historias sobre humanos que podían transformarse en animales, que poseían un tipo de magia diferente a la...
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Existe un antiguo mito acerca de un bosque que se esconde entre las remotas montañas.
Los relatos provienen de viajeros, aquellos que se han perdido durante las intensas tormentas de invierno y se han desviado de su camino. Allí se describe una casa situada en el linde del bosque y se menciona a un hechicero, un ser misterioso con poderes aún más enigmáticos, que siempre lleva una capucha y luce una repulsiva cicatriz en el rostro.
Aunque nadie está muy seguro de la veracidad de esos cuentos, todos evitan alejarse del sendero que conduce a las montañas por la posibilidad de cruzarse con el hechicero y ser víctimas de alguna maldición. Hasta los más escépticos, quienes se burlan de la existencia de la magia, se distancian, reacios a tomar el riesgo de hallar las verdaderas respuestas por su propia voluntad.
Después de meses, años, y décadas, el hechicero y su casa en el linde del bosque continúan siendo un auténtico mito.
Sin embargo, la mayor parte de los mitos surgen de la pura verdad, ¿no es así?
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El sol naciente hace brillar la nieve con un matiz ligeramente anaranjado y, apenas iniciada la jornada, Todoroki se dispone a abandonar su vivienda y se envuelve en la capucha para resguardarse del fuerte frío.
Hoy siente una gran diferencia en el estado del tiempo. Es más crudo, se revuelve con una energía chisporroteante, por lo que sabe que pronto se avecina una tempestad de nieve, a uno o dos días quizá antes de que alcance las montañas. Por ello, su cometido de acumular suficiente leña para la chimenea se torna mucho más urgente, y se apresura a andar en dirección al bosque.
Si bien podría utilizar su magia precisamente para mantenerse abrigado, a él aún le agrada encender un fuego en los días de más frío, pues disfruta de la calidez tan natural que le proporciona y de la manera en que éste se propaga por las pocas recámaras de su vivienda. Después de muchos años, está acostumbrado al encierro que ofrecen las montañas —justamente por eso decidió instalarse allí—, pese a que en ocasiones la sensación de incomunicación es agobiante y la chimenea le ayuda a aliviarla de algún modo.
Está tan familiarizado con los bosques que incluso si el sendero que toma habitualmente está oculto, puede orientarse sin demasiada complicación. No ha avanzado demasiado en el interior del bosque, cuando su atención se centra en una mancha rojiza que se distingue por encima de la blancura de la capa de nieve.
