Existe un momento en la vida, en el que eres muy joven para arriesgarte y muy viejo para equivocarte. Estás en un punto medio; pero no puedes parar porque te hundes.
Entonces, llegas a una vía con dos salidas: una recta en la que debes ir a una velocidad constante, sin mayores contratiempos, que a momentos te adormece y muchos otros te provoca ansiedad. Y la otra, en la que debes salir tan rápido que te pierdes de todo lo que te rodea, que tiene curvas y desviaciones que te mantienen en vilo.
Qué tal si desafías la naturaleza del blanco y negro y te metes en la vía lenta con el pie a fondo en el acelerador? Seguramente vas a recibir un ticket por exceso de velocidad; pero vas a transitar tu vida a tu propio ritmo.
Tomas el riesgo y te lanzas con todo, apuestas a ganar y seguro te llevas el premio.
Respirar, sentir, suspirar, maravillarte, ilusionarte, encantarte, perder el aliento, soñar despierto; todo eso merece tomar el riesgo. Y si hay algún radar, pues posas para la foto y pagas la multa. Así tendrás siempre un recuerdo del día en que decidiste ser feliz porque si.
La felicidad es un camino dicen, así que relájate y disfruta viviendo cada día el regalo que es tener un hoy.
