Capítulo 4: Apostador

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Aventurine estaba seguro de algo que no fuera una apuesta, por primera vez en su vida.

Quería enterrar sus caninos en Sunday para marcarlo eternamente como suyo. Era cierto que le había dejado una mordida cuando Sunday se entregó a él, pero esa desaparecería en su siguiente celo. No era tan potente como la marca de verdad y tampoco le permitía sentir lo que él sentía, pero sí dejaba una sensación de tranquilidad en su pecho aunque no estuviera a su lado.

Por eso no había renunciado a su trabajo. El dinero que ganó esa noche en el casino era una suma considerable, más no suficiente para pagar la multa por involucrarse con un omega. Tenía que seguir trabajando para poder costearlo.

Así que siguió con la fiesta del aniversario del Gremio Intelligentsia mientras iba a Dewlight Pavilion con la excusa de supervisar las cosas él mismo, cuando en realidad iba a ver a Sunday. Ya no se sentía tan inquieto cuando lo veía como las primeras veces, ahora su presencia era reconfortante. Ya no lo desnudaba con la mirada, ahora quería transmitirle seguridad. Ya no sentía el instinto a flor de piel que quería que todo el mundo supiera que ese omega era suyo, ahora quería demostrarle lo mucho que lo amaba.

Los preparativos iban bien. El cliente estaba satisfecho y parecía que sí iba a estar todo listo para la fecha que el Doctor le había dado, el viernes 5 de mayo. En su tiempo libre—que obtenía por delegarle tareas a Topaz—, iba a citas con Sunday en las que a veces hacían más que solo platicar. Ya no le interesaba investigar sobre su condición actual, solo se dejaba llevar por el momento. Apostaba por entregarle su futuro a su omega, pese a que habían muchas variables desconocidas que, a ese punto, ya no se molestaría en considerarlas.

¿El omega en su interior? ¿La posibilidad de encontrar a un alfa que lo amara? ¿Qué era eso contra el omega que anhelaba estar entre sus brazos, quien le entregó todo de sí?

—Sun, tu celo es en poco más de un mes, ¿verdad? —preguntó en una de las citas que tuvo con él mientras acariciaba dulcemente la mano ajena, intentando demostrarle su cariño, transmitirle seguridad.

Sunday amaba ese detalle. Jamás le había dicho nada sobre ese tema, pero Aventurine logró notarlo. Dios, eso lo avergonzaba un poco. Parecía fácil de leer, pero era solo que él le ponía mucha atención, como una polilla atraída a una luz en medio de la noche.

—Mi calendario dice que es el 12 de junio.

—Ese día... —Se puso un poco nervioso ante esa proposición y Sunday lo sintió—. ¿Me dejas marcarte como mío?

Sunday se sonrojó, aunque su objetivo ciertamente era ese. Pensarlo no le provocaba la misma pena que el que se lo dijera en voz alta, mirándolo a los ojos, nervioso pero seguro de sí. Cómo amaba a ese hombre.

—No quisiera nada más que eso, Aven.

Así sellaron su promesa de amor eterno.

Ambos amantes se dejaron llevar por su amor hasta el 5 de mayo, el día en que Aventurine le iba a mostrar al Doctor Veritas Ratio lo que había hecho con el lugar. Ese día definiría si seguían adelante con el proyecto o si IPC perdía la venta. Aventurine hizo todo lo que estaba en su poder para intentar complacer a su cliente, pues los honorarios de esa fiesta le ayudarían a completar el dinero que necesitaba para pagar la multa por enamorarse de un omega.

El tema era simple. El doctor tenía en su cabello un adorno de un laurel y notó que era una decoración usualmente utilizada en la universidad que tenía el gremio. Notaba que muchos de los egresados se regían por el estoicismo, que nació en la Antigua Grecia y que era el símbolo de la victoria. Por ello, el tema del primer día—la fiesta interna—era Grecia, el conocimiento, la filosofía y la victoria.

La Bendición de GaiathraWhere stories live. Discover now