18. Decisiones

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Se aparecieron en la Madriguera, uno de los más famosos cuarteles de la rebelión que pertenecía completamente oculto para Voldemort. Varios aurores mantenían sujeta a la mujer por los brazos, mientras que ella simplemente se dejaba arrastrar. Nada más entrar al cuartel, la conducen por pequeños pasillos hasta lo que parece la cocina, donde varios rostros familiares esperan sentados. Todos la miran con curiosidad desde que entra hasta que Severus le extiende la mano para que se sienta. Seleria pasa la mirada por todos los presentes. A la mayoría los quería, eran gente importante para ella.

- Bien, según parece la incursión ha salido como se esperaba...¿No es así Severus? - el hombre levanta la mirada para observar a Dumbledore.

- ¿Tiene a la chica o no? - responde con un gruñido. 

- Sigo estando en contra de todo esto - agrega Sirirus - Conoce la posición de nuestro cuartel, a los miembros... Deberíamos matarla y resolver el problema.

- En eso no...quedamos - susurra Snape con veneno - Y bien que lo intentaste cuando tuviste la oportunidad. Está de nuestra parte.

- Llega la parte chivata de Quejicus... Perdona si no creo tu palabra.

- Suficiente - la voz de Dumbledore resuena en la sala - Señorita Blade, puede preguntar si quiere.

- Yo solo quiero volver a mi casa - responde Seleria desesperada y todo el mundo coloca su mirada en Snape, como pidiendo explicaciones. Seleria se adelanta - No entiendo lo que pasa con Severus ni por qué me queréis aquí pero necesito volver. To...Voldemort - se corrige - Está furioso. No puedo dejar que ...él...

Albus la mira con ojos cariñosos y comprensivos.

- Nunca fuiste como él. No te preocupes Seleria, todo irá bien. Pronto se acabará esto.

- Sigo sin entender... - resuena la voz de un chico pelirrojo. Seleria supone que se trata de un Weasley - ¿Qué interés tiene ella para nosotros?

- Bastantes Ron - responde el mismísimo Harry Potter un tanto molesto. 

- Voldemort es tremendamente posesivo con la chica - Seleria se gira para mirar a Alastor. Le había echado mucho de menos- No parará hasta encontrarla. La desesperación puede ser su debilidad.

- Por ahora descansa - interviene Dumbledore mirándola directamente a los ojos - Creo que lo necesitas.

- ¿Y Hermione? - pregunta ella tristemente

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La chica escucha un fuerte alarido de ira y dolor procedente del patio. Rápidamente y movida por pura curiosidad, se acerca a la ventana para observar a Voldemort de rodillas en el suelo, completamente en tensión, observando a un punto fijo. De repente agarra su varita y entra a la mansión con paso firme haciendo caso omiso a sus mortífagos, que aún no creían el haber visto a Harry Potter.

Hermione no se consideraba estúpida. Sabía que ese monstruo estaba tremendamente enfadado e iba a por ella y ella no quería morir pero tampoco tenía muchas salidas. Por puro instinto, abre la puerta del armario y se esconde dentro temerosa, rezando por su vida.

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Sus pasos se mantenían firmes y su mirada, helada y fría a la vez que furiosa. Parecía como si unas lenguas de fuego se hubiesen apoderado de sus ojos. Eso era porque estaba furioso, la ira le consumía. Seleria había estado intentando huir de las garras de los aurores. Al principio había pensado que para volver con él pero el nombre que dijo antes de desaparecer le rompió todos los esquemas.

- Hermione... - susurra en voz alta mientras subía las escaleras.

Hermione Granger. No quería irse por esa chiquilla de pelo enmarañado a la que él iba a matar. ¿Cómo podía preocuparse más de una esclava que de él? El amor que sentía por Seleria no parecía ser correspondido. A pesar de que ella repetía constantemente el hecho de que eran hermanos, en el fondo Tom pensaba que lo hacía por nerviosismo, que no entendía lo que verdaderamente sentía... Qué idiota había sido. Luego estaba Snape, ese maldito traidor. Tom no puede evitar apretar los puños ante su recuerdo.

Entra a la habitación de Granger sin sutileza y no la ve por ningún sitio. Sabía que la chica tenía que estar por allí. Él mismo, antes de viajar al extranjero y al no fiarse de su hermana, había colocado una barrera en la puerta, impidiéndole salir de la habitación.

- ¿Dónde te escondes...pequeña? - susurra lentamente. Podía sentir el temblor de la chica, su respiración agitada...La caza comienza a inundarle - Sal y seré benévolo contigo - a su vez se pasea con una firmeza característica.

El enfado empezaba a pasársele, intercambiando el sentimiento por diversión. Decide engañarla. Se tumba sobre la cama tranquilamente y bufa para darle realismo antes de abrir y cerrar la puerta con la varita. 

Tras unos minutos, la puerta del armario se abre lentamente y Tom muestra una gran sonrisa. Boba. Mira que ser tan estúpida y fácil de engañar...  Preparado para torturarla, no puede evitar fijarse en un montón de papeles escondidos en el mismo sitio por el que la chica salía. Cuando por fin consigue salir, Hermione fija su vista en él y el color abandona sus mejillas, a lo que Tom sonríe. 

- ¿Qué escondes...querida? - pregunta y nota el miedo de la chica a kilómetros. Eso le gustaba. Lo que no le hacía gracia era la furia de sus ojos, parecía no querer rendirse. A la vez eso le retaba...iba a conseguir que esa chica perdiese la voluntad.

Al no obtener respuesta, el hombre se levanta y recoge lo que parecen ser anotaciones. abre los ojos sorprendido. Esa sangre sucia de pelo enmarañado había estado engañando a Snape. Anotaciones de libros que no debería haber leído, hechizos que ella misma había creado gracias a la pequeña base que había recibido, posibles formas de conseguir una varita... Todo. Ahora sí que la chica no dejaba de temblar. Tom la mira unos segundos sin entrever su sorpresa y vuelve a agacharse. Saca del armario varios libros bastante avanzados y levanta una ceja sin quererlo.

- Yo-yo... - la chica parecía no saber qué decir.

- ¿Severus...te ha dado esto? - pregunta sin mostrar su acuerdo o disacuerdo

- No-no...

Tom se queda unos segundos mirando a la muchacha de cabello enmarañado que le recordaba tanto a él mismo con su edad. Quizá pudiese aprender artes oscuras...¡No! Es una sangre sucia...¿Qué rumbo tomaban sus pensamientos? Sin embargo sería una verdadera pena obviar todo ese potencial...Juguemos a cara o cruz. El hombre la agarra de la barbilla y le levanta la cara para que le mire.

- ¿Quieres vivir? - Hermione parece pensarlo debidamente.

- Depende de la manera

Tom la suelta observándola durante unos segundos y Hermione cierra los ojos. Se queda así unos segundos hasta que escucha un portazo. Lord Voldemort se había ido dejándola completamente ilesa.

Yo soy Lord Voldemort y ella...ella es mi hermana (Tom Riddle) COMPLETADAWhere stories live. Discover now