III. I'm gonna lose control.

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18?? y 1899: Hundiéndome en las palabras que no dije.

Arthur es un crío, es un rebelde, es un peligro, un delincuente desenfrenado y él mismo lo sabe. Vive como puede, vagando de un lugar a otro, esquivando las balas, la muerte, las manos ajenas, los deseos repugnantes de personas adultas dispuestas a hacer daño a un niño. Sí, es un salvaje pero sigue siendo eso: un niño.

Esa noche está resguardado entre los callejones de una ciudad de la que desconoce el nombre. Se ha fijado en el cartel al entrar en ella pero no sabe leer y tampoco ha querido preguntar, se relaciona lo menos posible con la gente, sólo lo hace si quiere sacar provecho de ellos. Arthur es un buen ladrón. Por eso cuando escucha a dos hombres adentrarse en el mismo callejón en el que está él, se esconde, procurando que no le puedan ver de ninguna forma y se mantiene atento, pensando en que podrían ser sus próximas víctimas.

Uno de ellos empuja al otro contra la pared, éste parece asustado y Arthur se da cuenta en ese instante en que no va a poder sacar dinero de ellos porque la situación se va a volver complicada y peligrosa. Lo huele en el aire, en el ambiente cargado de ese oscuro pasillo cubierto de barro, en la expresión de auténtico terror del hombre que contrasta con el rostro contraído en una mueca de furia de su acompañante. El pequeño se esconde un poco más pero sin dejar de prestar atención a lo que pueda ocurrir frente a él. Escucha sus propios latidos en los oídos. La sangre corre más rápido por sus venas. Traga saliva en el instante en el que el hombre agresivo comienza a hablar, entre dientes, no muy alto para que no se le escuche pero sí amenazante:

– ¿Creías que no me enteraría?

– No, yo no... –el hombre pegado a la pared y que parece mucho más mayor que el otro, tartamudea, con los brazos en alto, intentando disculparse por algo–. No quería, pensaba... –duda de sus palabras, no sabe qué decir, cómo explicarse.

– ¿Qué pensabas? –el joven, quien lleva un sombrero y parece ir más aseado que el mayor, le empuja con fuerza y se lleva rápidamente una mano al cinturón donde lleva un cuchillo que desenfunda ante la mirada horrorizada de su víctima–. ¿Qué era maricón?, ¿que querría que me tocases la polla?, ¿tú?, ¿un hombre? –se ríe y a Arthur se le pone la piel de gallina–, ¿a mi? Puto asqueroso de mierda.

– No, no soy...

Pero el muchacho no le da tiempo para hablar más, le apuñala directamente en la entrepierna y el pequeño Arthur Morgan, aún escondido en la penumbra tiene que taparse la boca para callar su rápida respiración y para ahogar un grito. La imagen de ese hombre joven apuñalando sin cesar a ese hombre adulto se le graba en la retina, en un rincón de su cerebro al que no permite que nadie mire, ni siquiera él, pero es algo que se graba a fuego en la cabeza: dos hombres no pueden estar juntos, da asco y te pueden matar. Es un delito.

Cuando el cuerpo del mayor cae al suelo sin vida, el joven le escupe, limpia su cuchillo con un pañuelo que saca de su bolsillo y murmura insultos que Arthur no consigue distinguir, excepto uno: "maricón de mierda". Devuelve el cuchillo a su funda, se coloca bien su sombrero y patea el cuerpo inerte a sus pies. Lo hace unas cuantas veces, desahogando su ira, dejando claro la repulsión que siente hacia ese ser humano al que acaba de arrebatar la vida.

Arthur decide que no quiere seguir viendo aquello. Se aleja de allí en completo silencio, sin hacer el más mínimo ruido si no quiere terminar como aquel señor desconocido. Con él se lleva un vacío inesperado y extraño en su interior, un terror que le paraliza, a él, quien no teme a nada ni a nadie.

Lleva días posponiendo —sin poder evitarlo— una conversación con John, ofrecerle una disculpa y entre unos acontecimientos y otros no ha tenido la ocasión perfecta para hacerlo. Primero ocurrió el incidente en Valentine en el que Arthur le salvó la vida una vez más y debe admitir para sus adentros que tuvo miedo de perderle. Después vino el cambio de campamento. Tan solo llevan unos días allí pero han estado ocupados organizando todo, familiarizándose con las ciudades alrededor. No, no ha sido su culpa. Él quería disculparse mucho antes, esa es la verdad.

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⏰ Last updated: May 24 ⏰

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