Capítulo Dos.

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Dos días después

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Dos días después.

Las gotas de la lluvia caían suavemente sobre las calles de Londres,  formando así pequeños charcos de agua en el suelo ya mojado. Los pasos del joven pelirrojo se hacían presentes, se aproximaba al hospital psicológico Hope Center. Su cabello rojo se mojaba debido a que no llevaba paraguas, así mojando  también parte de su ropa. No iba acelerado por la lluvia, al contrario, estaba relajado, escuchar como las gotas caían una tras otra, para el chico parecía una armoniosa melodía natural, era un ambiente bastante relajante.

Sus pasos pararon cuando llegó a su destino, sacó sus manos de los bolsillos de su chaqueta y tragó saliva algo asustado.

Tenía miedo de entrar allí.

¿Por qué?

Veréis, un día, Foxy estaba cenando con sus padres, teniendo una agradable conversación entre familia, de un momento al otro, comenzaron a hablar de aquél lugar.  Tan sólo pronunciar ese nombre al chico le daban escalofríos) sus padres, dijeron que en ese recinto sólo habitaba gente con problemas mentales, gente que no está bien. Desde ese día, él criticaba ese lugar, lo llamaba ''manicomio'' entre otras estupideces que se le venían a la cabeza. Nunca quiso ir a allí, por nada del mundo, pero:

¿Por qué justamente le ha tocado a él ese hospital?

¿Tiene algo el mundo en contra del pobre chico?

Dicen que las cosas pasan porqué tienen que pasar, pero Foxy no pensaba lo mismo.

Bueno, por lo menos tiene a su amada Chica trabajando allí también, un pequeño golpe de suerte.

''Pobre Chica, ella también tiene que venir a este lugar de locos.''  Pensó suspirando algo afortunado de ver más a menudo a aquella joven de la cual estaba tan enamorado.

Foxy estaba enfrente del recinto mirando aquella puerta de cristal, pensando si entrar o salir corriendo y mandarlo todo a la mierda.

—No puedo, Freddy.- ¿Se me ha olvidado mencionar de que Freddy también tendría que trabajar en ese recinto, si? Pues ya lo sabéis.

Foxy tenía suerte de trabajar con Chica y Freddy, por lo menos no tenía que estar él solo en ese ''lugar de enfermos''.

—Wow princeso delicado, a mí no me importaba ir a aquí hasta que me explicaste cómo era este lugar. No me diste muchos ánimos que digamos, me dan ganas de dejar la carrera de medicina sólo por esto — . Freddy suspiró apartando la mirada algo cansado, Foxy le había contagiado los pensamientos de ese lugar.

—Bueno, por lo menos tengo a alguien para desahogar mis penas— . El pelirrojo sonrió tocando un hombro del castaño, cómo diciéndole: ''Tú también tendrás que tragarte esta mierda.'' — ¿A qué enfermo tienes que cuidar?

—La verdad, no lo sé, sólo me han dicho que es en la habitación 187 — .El castaño se encogió  de hombros guardando sus manos en sus bolsillos —Y ahora, apártate de la puerta princeso divo, que estás en medio y quiero entrar— .Freddy empujó a Foxy para entrar en el recinto, y así lo hizo. El ojos ámbar claramente, también entró alcanzando a su amigo, más bien pasando de largo, ahora cada uno hará lo suyo.

Foxy aceleró el paso, hasta llegar a la sala de recepción donde se encontraba un doctor conversando animadamente con otro. Soltando unas sonoras carcajadas que lograban disgustarle.

Cuando el mayor llegó agarró el hombro del médico y lo giró.

—Hola, vengo a hacer prácticas, tengo que cuidar al paciente Bonnie Borston; ¿Me puede decir en que habitación de encuentra?— Foxy no era de hablar mucho, bueno, podía ser un charlatán, pero sólo con la gente que conocía. Con los desconocidos era algo directo.

—¿Bonnie Borston?—Los dos doctores pararon de reír cuando dijo ''Bonnie Borston'' .

''Mierda, seguramente me a tocado el tipo más rarito de todos'' Pensó.

—Sí. ¿Hay algún problema, doctor? —Preguntó algo encrespado.

—N-no... Sala 222 —Dijo serio el diplomado.

Foxy se planteaba no contestar y directamente ir a esa sala, pero el mismo doctor lo agarró de un hombro y lo miró serio—.Cuídelo bien, señor Fox.

El chico asintió y se fue a buscar la sala 222.

Tenía que usar el ascensor para llegar a allí y así lo hizo.


Narra Freddy

Habitación 187... ¡Aquí es!

Espero que no sean como Foxy me ha contado, pero si es así, no vuelvo aquí, nunca.

Entré a la habitación encontrándome con un chico mayor que yo (o eso creo) él era rubio, ojos oscuros, bastante pálido y delgado.

Vamos Freddy, la educación ante todo y todos, ah, menos con Foxy, él no merece eso.

— Hola, soy Freddy ¿Y tú?—Le pregunté acercándome a su cama, con una sonrisa bastante forzada.

—Oh, tu nombre es como el mío, mi nombre es Golden Freddy— . El chico jugaba con sus manos mientras tarareaba supongo que alguna canción. Parecía un niño.

Reí suavemente —Será una casualidad, y dime Golden ¿Se puede saber qué enfermedad sufres?

Narra Foxy

Entré en un ascensor bastante pequeño, estaba tan estresado que no me di cuenta de que Chica también estaba allí dentro, conmigo, oh dios.

—¡Foxy! ¿Tú también vas a estar en este hospital? ¡Qué casualidad! —  Chica tenía una voz muy aguda, demasiado diría yo, pero lo compensaba su linda risa.

—¿Eh? Sí, sí. E-es una casualidad muy...muy casualidosa, -Reí nervioso. Dios Foxy, esa palabra ni siquiera existe, eres un estúpido. Me pongo demasiado nervioso cuando estoy en esta rubia.

Chica sostenía una mirada pícara.

Gracias a todas las veces que había rezado para que el ascensor llegara a la planta tres , llegó, salí del ascensor, no sin antes despedirme de Chica, que por lo que veía se despedía de mi con una voz bastante seductora.

Aceleré mis pasos para llegar hasta llegar a la habitación 222, que no me pase nada.

No quiero morir aún.

Entré con algo de miedo y observé la habitación (N/A: Multimedia) ,era bastante atractiva para ser sincero.

Me encontré a un chico pelimorado y a un doctor hablando, y no era una conversación muy animada que digamos.

—¡Sal de aquí ser inmundo! — Gritó el chico de la cama mientras intentaba lanzar un... florero al doctor — ¡Maldita bola de billar!— Prosiguió protestando.

Coloqué la yema de mis dedos en la comisura de mis labios y formé una sonrisa intentando no reír para que no me descubriesen.

Menudo carácter.

—¡TÓMATE LA MALDITA PASTILLA Y TE DEJARÉ EN PAZ! ¡Si no lo haces puedes morir! —El médico contraatacó.

—¡Me da igual, nunca!—El chico con ojos color sangre le tiró el florero, haciendo que el doctor se empapara todo.

No pude más y comencé a reír como un loco.

Esto va a ser interesante.



CAPÍTULO EDITADO


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