CAPITULO 13: YOONGI

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Con pantalones de pijama holgados y nada más, Jimin dormía de lado en mi regazo. Acaricié su ágil cuerpo, mi nariz en el suave cabello castaño de su nuca. Su aroma se hacía más intenso cada hora y podía sentirme atado a él. ¿Había olvidado lo poderoso que podía llegar a ser el vínculo durante el celo? Posiblemente. Mis impulsos alfa me hicieron aferrarme a Jimin durante toda la noche. Me desperté un par de veces, asegurándome de que él estuviera a mi lado.

El calor de su espalda se filtró en mi pecho y me imaginé que envolvía mi corazón. Él era tan dulce. Y la forma en que sentía su cuerpo, cómo sabía, sus labios, su agujerito manchado con mi semen... ¿Lo más fascinante? No necesitaba ninguno de esos complementos que solía pensar que ansiaba en el sexo. No necesitaba que se sometiera a mí, no estaba en lo más mínimo interesado en atarlo o azotarlo y molestarlo durante horas hasta que rompiera a llorar. Podía saborear a Jimin tal como era, y ver el placer grabado en sus rasgos cuando montaba mi polla había demostrado ser más satisfactorio que cualquier juego de roles o intercambio de poder cuidadosamente negociado que jamás hubiera representado.

En las primeras horas de la mañana me di cuenta de algo más, doloroso y lleno de gran culpa. Así como solía desear ganar en el trabajo, solía pensar que lo necesitaba en el amor. ¿Había amado alguna vez a Sung? ¿O sólo lo había querido como trofeo? Había ganado el premio máximo, el hombre más bello del mundo, a quien todo el mundo deseaba. Y para seguir ganando, tuve que demostrar mi propiedad una y otra vez. Dejé que otras personas se lo follaran y luego lo castigué para demostrar que me pertenecía. Junto con la humillación de Sung, mi estúpido ego nos hacía tan malos el uno para el otro como dos personas podrían serlo. Nada de lo que habíamos hecho juntos era malo en sí mismo, pero lo habíamos hecho por las razones equivocadas. No nos había traído paz y no nos había acercado más. Sólo nos habíamos enfadado cada vez más hasta que ya no podíamos soportarnos el uno al otro.

Sosteniendo a Jimin y respirándolo, vislumbré un tipo diferente de amor. Sanador y esperanzador. Sí, él estaba aquí sólo por el celo, y no debía esperar nada más, pero ya después del par de veces que habíamos hecho el amor, me estaba sanando, remendando mi conciencia y limpiando mi alma turbia. Lo apreciaría como el regalo que fue.

Me quedé dormido de nuevo, arrullado por la suave respiración de Jimin. Cuando me desperté, el sol brillaba detrás de las cortinas de gasa y la cama vacía estaba saturada del maravilloso aroma de Jimin. Fruncí el ceño y me estiré, rodando sobre mi espalda. La puerta del dormitorio estaba entreabierta; siempre la dejaba abierta para que Noodle pudiera acostarse en su cama a los pies de la mía o deslizarse en el sofá ya que le gustaba cambiar de lugar durante la noche.

¿Dónde estaba Jimin? Me hubiera encantado abrazarlo y su ausencia me ponía de mal humor.

Entonces oí crujir la puerta del baño.

-Sí, lo sé -dijo una voz susurrada- Hora del desayuno. Te entendí. Sólo necesitaba orinar.

Unos pasos golpearon las baldosas y unas patas se movieron, luego se abrió la puerta de un armario.

-Espera, Noodle.

Las croquetas cayeron ruidosamente en un cuenco.

-Ahí tienes.

Las garras se deslizaron por el suelo, luego se oyeron los sorbidos y crujidos de mi perro devorando su desayuno.

-Buen chico. Lo siento, nos quedamos dormidos. Déjame coger mis zapatos y te dejaré salir.

Sonriendo al techo, escuché la mañana de Jimin y Noodle juntos. La puerta del patio se abrió y se cerró y la casa quedó en silencio.

¿Quizás si esperara en la cama él regresaría? Valía la pena intentarlo, pero mi vejiga protestó. Me levanté de un salto, corrí al baño, oriné, me lavé las manos y me enjuagué la boca. Luego volví a la cama y me puse de lado, cerrando los ojos y tratando de no reírme. Le daría unos minutos. Si Jimin regresaba a casa pero se quedaba en la sala, yo me levantaba y preparaba el desayuno. Mi estúpido corazón latió con fuerza cuando escuché regresar a mi perro y luego los pasos de Jimin en el pasillo. Apenas logré permanecer inmóvil cuando él se acercó y la puerta del dormitorio emitió un suave crujido.

Inesperado / YMWo Geschichten leben. Entdecke jetzt