Capítulo 10 | La Sombra de Noha

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Sam veía el atardecer como quien mira el nacimiento de una nueva era , un nuevo comienzo, lleno de anhelo y esperanza. Sus ojos claros parecían brillar aún más frente a los rayos del sol que se ocultaban, esos fulminantes rayos de sol que buscaban su mirada de una manera natural, le correspondían por naturaleza .

—Es bellísimo... Noha... Esto es lo más hermoso que he visto. — me dijo sin apartar la vista de aquel paisaje pintado de un rojizo anaranjado , que la tenía hechizada.

— Si... yo igual. — le respondí sin dejar de mirar a Sam, no había podido apartar mi vista de ella en todo el momento que llevábamos ahí, ella se perdía en ese atardecer y yo... yo no podía hacer otra cosa que no fuera contemplarla. Era lo más hermoso que había visto en mi vida y no hablo del atardecer.

Estoy seguro que no se dió cuenta que ni siquiera me molesté en ver aquel paisaje plagado de montañas que iban cubriendo el sol.

Desde el momento que la conocí mis ojos comenzaron a corresponderle, actuaban de manera involuntaria, me había atrapado a mi mismo observándola casi un millón de veces, tanto que ya me conocía de memoria la curvatura de su nariz, el lunar en su mejilla izquierda, y la forma en la que se mueve sus labios cuando dice mi nombre.

Y no podía comprender el por qué , ¿Por qué con ella?, ¿Por qué me tenía que pasar esto con ella?, ¡Justo con ella!, me maldecía cada vez que la tenía cerca y recordaba mi papel en todo esto, no podía dejar que le hagan daño, aunque su destino y el mio ya están marcados, sentía la enorme necesidad de salvarla antes de que sea tarde.

Me veía en el reflejo de sus ojos y de alguna manera me sentía tan nervioso y vulnerable, que trataba de alejarla, de marca una distancia entre nosotros, no la quería cerca porque tenía miedo que descubra la sombra que habita dentro de mi alma, no quería que me vea con esos ojos asustados y huya de mí, pero otra parte de mi quería aferrarse a ella y a su luz.

—Noha— dijo con su voz inocente y cálida. — Me tengo que ir...—

— Si, vamos — asentí y desprendí mi mirada de ella para retirarme de aquel lugar.

Mi casa quedaba del otro lado de la calle, de lejos parecía ser sacada de una pintura de Monet, trazada con delicadas pinceladas y relieves , sus paredes con colores vivos , su estructura inmensa con amplias ventanas y balcones. Una obra de arte digna del impresionismo.

Antes de cruzar la calle en dirección a mi casa pude notar unas luces encendidas en uno de los cuartos del piso de arriba, y cuánto más me iba acercando un sonido retumbante se colaba en mis oídos.

Miré de reojo a Sam y vi como su cabeza se tambaleaba de lado a lado al ritmo de la música, le gustaba, disfrutaba de ella.

— Ya veo porque no te gustan las fiestas de tu hermano — comentó mientras caminábamos hacia la casa. — Es porque escucha la música de Joan Nizar , ¿Verdad? —

Miré a Sam serio, le clavé una mirada intimidante e indiferente para poder disimular mi cara de rabia ante la pronunciación de su nombre. Ella estaba en lo cierto, no me gustaban las fiestas de mi hermano, pero no era exactamente porque en ellas sonaba la música de Joan Nizar, sino porque mi hermano era Joan Nizar y yo... su maldita sombra.

Joan, el predilecto de la familia, el hijo talentoso, el favorito de todos. Desde que tengo memoria, mi hermano ha destacado en todos los ámbitos académicos y artísticos, y mis padres se han encargado de alimentar su ego notablemente. En cuanto a mí, me he esforzado lo suficiente para que me presten al menos un tercio de atención, pero ni mi madre y mucho menos mi padre se percataron de que aun existo. A los nueve años ya sabía hablar siete idiomas de manera fluida, practique artes marciales, me gradué con el cinturon mas alto, consiguiendo un master a mis tan solo doce años, califique a la feria de ciencias con el mejor promedio, aprendí a tocar más de cinco instrumentos, entre ellos, el piano y el violín, soy muy talentoso en el teatro y en la literatura, he escrito un par de novelas sobre terror gótico pero jamás me he animado a leerlas en público, la poesía se me da de maravilla a veces suelo compararme a mi mismo con Becquer o Neruda, muy sentimentalistas, pero rudos a la vez. Y cantó, bailó tango, y me gusta mucho la gastronomía, se me da muy bien cocinar. Además nunca he reprobado una materia en la escuela y me he inscrito en todas las actividades extracurriculares que existen, incluyendo remo, que por cierto lo detesto, pero el profesor Carlos me apoya, dice que tengo potencial, quizá por eso nunca lo deje.

ARGANIA : HEREDEROS DE UNA MALDICIÓN  [ LIBRO I ]Where stories live. Discover now