Park Sunghoon nació destinado a ser el gran mago que salvaría a las seis naciones de Nevaeh del golpe de los azotamentes y de su desalmado líder.
Ha pasado años entrenando para ese momento y cada mago tiene su fe puesta en él, pero, ¿qué pasará cuan...
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No tiene idea de lo que está ocurriendo en ese momento, lo que sí sabe es que debe encontrar a su equipo cuanto antes. Las explosiones a su espalda continúan haciendo al laberinto sacudirse, escucha gritos e incluso creé que mencionan su nombre, pero se encuentra tan aturdido que no logra enfocarse más que cuando se frena para rasgar otro pedazo de su uniforme y lo esconde entre las grietas.
Alguien lo detiene por el brazo. Sabe que no se trata de algún jugador pues varios han pasado por su lado desesperados por huir. Ya nadie tiene interés en competir y solo se enfocan en sobrevivir.
—Mira lo que tenemos aquí, el prodigio Park —es un hombre quien lo ha atrapado, tiene una enorme cicatriz en la mejilla y un parche en el ojo.
Está acompañado de un viejo mago calvo quien ríe al notar su pánico.
—¡Suéltenme! —exige, tirando de su brazo en busca de liberarse. Piensa en tomar su varita, pero teme que no pueda manejarlo bien.
Escucha las risas de ambos saqueadores.
—Nos darán mucho por ti, niño. Mounheist no dejará ir a su elegido tan fácil.
Forcejea con el hombre y para su suerte, consigue darle un golpe que provoca que tropiece. Corre despavorido, sin embargo, al cruzar un par de caminos las paredes se cierran, dejándolo atrapado con ambos saqueadores.
