9. El peso de una guerra

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Mar

El frío recorre mi cuerpo con una ráfaga de dolor, pero aún con las heladas aguas que me envuelven como un manto cruel, el hambre que me carcome por dentro y los raspones aún sangrantes que se extienden sobre mi piel, la herida que más me lastima es el dolor de la traición de la persona que alguna vez amé, o que más bien, sigo amando. Porque el amor no es algo que desaparezca tan fácil como dar vuelta a la página de un libro o como arrancar a una flor de la hierba. El amor son las espinas que se posan en el tallo de una rosa, y que cuando intentas arrancarlas, te lastiman al punto de hacerte sangrar. El amor lastima, duele y también mata. Y cuando nos decepciona, somos reacios a aceptarlo aún si las pruebas indudables de su traición se plantan frente a ti.

Suelto una risa ahogada al darme cuenta de que mis propios pensamientos están llenos de referencias al mundo de la superficie, al mundo de Blake. Es como si hubiera olvidado lo que soy y de donde vengo solo para poder encajar en un reino al que nunca voy a pertenecer. A estas alturas, Makena seguramente está muerta, no sin antes ser exhibida y humillada ante un millar de humanos que nos ven como monstruos y que anhelan nuestra destrucción aún sin habernos conocido.

Y yo solo estoy aquí, lamentándome en una celda a tanta profundidad del océano que la oscuridad reina y el frío congela. Éste es el límite. El punto más profundo en el que criaturas como nosotros podemos sobrevivir. Unos metros más abajo y la presión del mar sobre mí sería suficiente para hacer que todo en mi interior estalle. Las profundidades más recónditas del océano están reservadas para criaturas más feroces, como krakens y dragones de mar, seres con pieles tan resistente que la presión del agua no podría ser capaz de causarles ni un solo rasguño. Pero, para bien o para mal, ese no es mi caso.

En cuánto caí al agua y empecé a hundirme, un grupo de tritones, guerreros leales del rey del océano, me capturaron y me arrojaron a mi prisión. Todo fue tan rápido que parecía que ellos estaban esperando mi caída, listos para atraparme en el momento que tocara el agua. Fue como si supieran de mi traición y de las consecuencias que eso traería consigo.

No sé cuánto tiempo ha pasado desde entonces. Los únicos indicios que tengo de que el tiempo no se ha congelado, son los sonidos de otras criaturas marinas siendo aprisionadas. Gritos y lamentos que no puedo distinguir del todo hacen eco en las paredes de piedra, enviando escalofríos a través de toda mi columna. Con toda la oscuridad envolviendome y el hecho de que mi celda es la más profunda de la prisión, no puedo enterarme de lo que está pasando, pero estoy segura de que es algo malo.

Pero ahí, tirada en la helada roca que sirve de suelo, con barrotes frente a mi hechos del más resistente de los metales, parece que el tiempo no avanza. En los momentos en los que mis ojos se cierran, deseo con todas mis fuerzas que esto sea una pesadilla. Anhelo nunca haber conocido a Blake y sobretodo, jamás haberme enamorado de una persona tan egoísta como él. Quiero despertar y encontrarme con mi hermana durmiendo a mi lado, diciéndome que todo fue un mal sueño; con Makena sonriendo y comentando que debería dejar de pensar en tonterías; con mi vida anterior, la vida normal en la que era feliz y libre. Una vida antes de Blake.

Un escalofrío vuelve a recorrer mi cuerpo, pero este es diferente a los demás. No es por el frío, el hambre o el sonido de los gritos. Es por miedo. El miedo inevitable que provoca la presencia de alguien más fuerte que yo. No tengo que abrir los ojos, ni levantar mi rostro para saber que hay alguien frente a mí, pues siento su aura aplastante invadiendo todo el espacio. Un sentimiento que ya había experimentado a lo lejos, pero que ahora está tan cerca, que estoy segura que moriré con cualquier paso equivocado que dé. Un miedo mucho más grande que el que sentí cuando Blake me traicionó.

Me obligo a levantarme, poniendo mis pies firmes sobre la roca para mantenerme estable. Apenas me percato de que sigo usando la misma ropa humana que llevaba en el barco, algo completamente ajeno a mí. Pero no es como si pudiera mostrar un aspecto más lamentable, así que pongo todo mi esfuerzo en agachar mi cabeza, haciendo una reverencia hacia la persona ante mí.

Amara #PGP2024 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora