17. Batalla contra el enemigo

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Mara

Acabar con el rey del océano siempre ha sido una tarea difícil, sea cual sea el mundo en el que estemos. No por nada cientos de Amaras tenemos que unir fuerzas para luchar contra él, porque de otra forma no seríamos más que presas fáciles.

Ahora mismo estoy en su punto de vista, como lo he estado muchas veces. Su mirada clavada en mí me recuerda a como el rey de mi mundo fue a enfrentarme en aquella prisión, para contarme sus planes con una emoción perturbadora, y dejarme morir después en la oscuridad de una pequeña celda. Y poco a poco, cada pizca de dolor se va arremolinando en mí hasta convertirla en deseos de venganza. Contra él, contra Blake, contra todos los que me han dañado.

—Parece que al final —dice el rey con una voz profunda, mientras mueve su tridente hacia mi dirección—, has elegido de nuevo a los humanos, traidora.

—No he elegido a los humanos —reclamo, balanceando mi lanza en respuesta—, aunque tampoco he elegido al océano.

—¿Entonces?

Quiero decir que me he elegido a mí, que por primera vez en lo que parece una eternidad he sobrepuesto mi felicidad sobre la carga de salvar al mundo. Pero decir eso sería una mentira demasiado descarada y fácil de descubrir, porque si fuera verdad, yo estaría en mi mundo, tratando de reconstruir mi vida, y no aquí, enfrentándome al ser más poderoso de los mares.

—Elijo acabar contigo —respondo en su lugar, como si fuera algo que decidí por mi propia cuenta y no algo que me fue impuesto.

El rey del océano es sorprendido por otra de las fechas de Ara. No pierdo tiempo y yo también me precipito hacia él. El metal de mi lanza choca con el de su tridente, causando un ruido seco que hace que nuestros tímpanos resuenen. Él alza su mano libre, y sus garras amenazan con herir mi piel, pero es detenido en el aire por una de las balas que Amara lanza en nuestra dirección. A su lado hay un hombre al que jamás había visto antes, apuntando hacia el rey con una determinación firme. Y a nuestro alrededor docenas de Amaras se reúnen. Unas apuntan sus armas hacia el rey, otras enfrentan a los caballeros y criaturas marinas que tratan de interrumpirnos, y también hay otras que, a pesar del tiempo que llevan haciendo esto, se esconden entre las sombras en busca de un lugar seguro. Las acusaría de cobardes de no ser porque lo único que me está moviendo a pelear ahora mismo es el enojo y la venganza que ellas fueron muy blandas, o quizá muy listas, para desechar.

Doy unos pasos atrás para quitarme de la línea de ataque del monstruo frente a mí. El gruñe como la bestia que es y empieza a mirarnos una a una con desdén.

—¡Malditas! —grita, y no creo que sea consiente de lo mucho que nos afecta esa palabra. Si, hemos estado malditas desde que él intento acabar con la humanidad, desde que Blake nos usó para obtener el trono, y simple y sencillamente desde que fuimos lo suficientemente tontas como para enamorarnos de alguien que no lo merece—. ¡Van a pagar con sus vidas por esto!

A lo largo de los años he escuchado muchas de las amenazas provenientes del rey. Nos ha gritado y dicho como acabaría con cada una de nosotras de la forma más cruel posible, y aunque se ha llevado a varias Amaras con él a la tumba, nunca ha podido vencernos a todas. Y él lo sabe, o de otra forma no estaríamos aquí. Llevo haciendo esto el tiempo suficiente para poder detectar, escondido en lo más profundo de su ser, su miedo. Lo oculta bastante bien bajo esa sonrisa arrogante y esa postura firme, pero a mí ya no puede engañarme, y sé que está tan asustado de nosotras como nosotras de él.

A mi lado, Mar llega corriendo. Está agitada, y sostiene torpemente la daga que le dí. De todas nosotras, ella es la que más tiembla, la que ve a su alrededor esperando un golpe de cualquier parte, la que apenas puede sostenerse a sí misma. Es normal, para ella toda esta situación es nueva, y por desgracia no será la única vez que pasará por esto.

Mar es un reflejo de mi yo de años atrás. De la chica torpe e ingenua que creía que podría acabar con cualquier guerra con el poder del amor.

Me pongo frente a ella y trato de ser su escudo contra el peligro.

—Quédate detrás de mí —le indico. De mí depende que está novata no muera hoy. No al menos hasta que sea capaz de defenderse a sí misma.

Después de unos instantes, el rey del océano agita su tridente y manda una ola de poder hacia nosotras. Lo esquivo, llevando a Mar al suelo junto conmigo. Estoy segura de que todas las demás también lo evaden. Es la ventaja de hacer esto repetidamente. Los ataques podrían parecen asombrosos para quien los vea por primera vez, pero para nosotras, que los hemos visto decenas de veces, son bastante predecibles.

Me lanzo de nuevo hacia él, sabiendo que le toma unos cuantos minutos al tridente restablecer su energía. Vuelvo a chocar armas contra el rey, pero esta vez otras Amaras me siguen, blandiendo espadas y dagas, disparando flechas y balas. Todo en un ataque sincronizado que nos llevó mucho tiempo lograr. En otras circunstancias, pareceríamos bailarinas de ballet en un escenario, sin toda la muerte y la sangre que lo que hacemos conlleva.

Él consigue tomarme del brazo justo después de hacerle un corte profundo en la aleta. Siento que su fuerza aplasta mis huesos, pero la sensación no dura mucho, ya que afloja su agarre en cuánto Mar clava la daga en su mano.

El tridente vuelve a cargarse y somos obligadas a retroceder antes de que el poder explote sobre nosotras. La mayoría logramos escapar, aunque no puedo decir que todas. Aún siendo muchas, nos hace falta más ayuda. Las chicas que hasta hace un momento estaban controlando a la multitud de guardias se ven obligadas a intervenir directamente en la lucha.

Ahora toda la playa es una combinación de cabelleras rojas, capas de color de la sangre y aletas filosas. Un guerra en todo su esplendor. Una masacre en resumidas cuentas.

—No lo lograremos —dice Mar con voz temblorosa.

—Lo haremos —corrijo, volviendo a preparar mi arma para el ataque—. Siempre lo hacemos.

Antes de que pueda volver a atacar, unos piratas se cruzan en nuestro camino. No van vestidos con las habituales armaduras de los caballeros y sus elegantes capas, sino que llevan botas largas, sombreros y espadas de grueso metal oscuro con las que no dudan amenazarnos. Sin embargo, hay algo de duda en sus movimientos, y no puedo evitar reconocerlos. Se ven iguales a los miembros de la tripulación que conocí en mi mundo. Quizá están un poco más bronceados o su corte de cabello es diferente, pero sin duda, son ellos.

—¿Lina? —pregunta Mar, ajustando su agarre en la daga.

De entre todos ellos, la chica con el cabello corto es la que más duda, la que más parece querer salir corriendo, la que desea, al igual que todas nosotras, que esto sea solo una pesadilla de la que sea posible despertar.

—Lo siento —se disculpa, y sus palabras son como un eco en mi cabeza—. Pero tengo que hacer esto. Mis hijos dependen de nuestra victoria.

Ella se lanza hacia nosotras y yo bloqueo su ataque con mi lanza. Los demás se acercan, pero no tardan en ser atacados por otras criaturas del océano. Ahora mismo solo somos nosotras dos contra ella, pero Mar parece seguir en estado de shock y en esa condición no va a ser capaz de pelear.

Empujo a la Lina de este mundo, pero ella no pierde el tiempo y se levanta rápidamente para volver a atacar otra vez. Vuelvo a bloquearla. No quiero hacerle daño y por su expresión puedo ver que ella tampoco quiere lastimarnos. Pero la información es nuestro verdadero enemigo. Si ella entendiera realmente lo que está pasando, sabría que todo acabaría si unimos fuerzas para derrotar al rey del océano. Esa es la forma más fácil de proteger a sus hijos. Pero no hay forma de que su príncipe les haya dicho eso. Conociéndolo, seguramente adornó toda la situación para hacernos ver como las villanas.

Ese pensamiento abruma mi mente más de lo que me gustaría, y las piezas del rompecabezas empiezan a encajar. Si la tripulación del onceavo príncipe está aquí, significa que Blake no debe estar lejos. Y de nuevo, como dos corazones que están unidos por el hilo rojo del destino, ambos estamos destinados a encontrarnos otra vez.

Pero está vez, con más sangre y muerte de por medio.

Amara #PGP2024 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora