Parte III. Capítulo 21

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[Labrynth – Taylor Swift]

La mañana era cálida, la suave brisa del mar que acompañaba el viento golpeaba en el dintel dejando rastros de pequeñas gotas que anunciaban un nuevo día en el cristal de la ventana. Los rayos de luz traspasaban las cortinas blancas que colgaban para guardar el secreto de los amantes que se juran amor eterno.

Se removió entre las sábanas, su cuerpo cálido y adormecido era cubierto por la delgada capa de seda que se pegaba a su piel delineando cada curva, a su lado se encontraba la imagen más hermosa que haya visto, un cabello negro como la obscuridad de una noche de invierno, dos ojos cerrados protegidos por largas pestañas negras, una nariz pequeña y unos suaves y rosados labios abultados que invitaban a ser besados.

No resistió mucho y decidió girar por completo su cuerpo para rodearlo con una pierna, posó su mano sobre la mejilla del otro, acarició con parsimonia y besó lentamente sus labios, era un toque suave, apenas perceptible. El pelinegro se removió al sentir la presencia del castaño y en medio del beso sonrió, abrió lentamente los ojos y rodeó su cintura con su brazo.

Se quedaron así por un rato, mirándose fijamente a los ojos, admirándose, ninguno quería separarse. Después de un rato decidieron levantarse, cada uno tomó una ducha y se dirigieron al restaurante para tomar algo de desayuno.

Salieron de la casa, de vez en cuando se encontraban con flashes y personas que los seguían por un rato, algo que ignoraron, si bien habían decidido hacer pública su relación no estaban dispuestos a dar declaraciones o entrevistas al respecto, su relación no era algo para mostrar a las cámaras, era suyo y nada más.

Habían llegado a Italia hace mes y medio, desde el día de la ceremonia en Cannes una gran cantidad de personas se habían acercado a ofrecerles entrevistas o apariciones en programas de televisión o revistas, porque se convirtieron en la pareja del momento, pero ninguno estaba interesado.

Subieron al auto que los esperaba y llegaron al malecón, llevaban quesos, frutas, bebidas y cualquier otra botana que les pudiera acompañar. El plan de ese día era sencillo, claro, sencillo para dos personas famosas y ricas, tendrían un picnic en la naturaleza en uno de los malecones, pasarían el día platicando, leyendo y escuchando música, por la tarde irían al puerto para navegar en un yate, verían el atardecer y cenarían en medio del mar.

Pasaron el medio día entre risas, canciones tranquilas y comida deliciosa, de vez en cuando Taehyung leía para Jungkook los avances de su libro, el pelinegro estaba encantado con lo que escuchaba, su Taehyung era un verdadero artista, un especialista en el uso de las palabras, cada aspecto, hasta el más mínimo que conocía de él le parecía especial y lo enamoraba un poco más.

Cuando tuvieron suficiente de la hermosa vista y el viento comenzó a soplar más fuerte, regresaron al camino en espera del auto. Una vez este llegó se subieron y esperaron impacientes el llegar al puerto. Caminaron por las plataformas hasta encontrar su embarcación "Hera". Subieron, el capitán y las personas de servicio se presentaron con ellos y emprendieron marcha.

Se sentaron en la parte delantera del yate, había una hamaca en la que se recostaron para disfrutar de la vista, cuando la velocidad empezó a disminuir se levantaron y fueron hacia la orilla del barandal, el castaño posó sus manos sobre el metal y se perdió mirando el horizonte, mientras Jungkook se posó detrás de él, lo abrazó rodeando con sus brazos su cintura y dejó reposar su barbilla en el hombro ajeno.

Se quedaron un buen rato así hasta que el bote se detuvo por completo. Taehyung se dio la vuelta sonriendo tranquilamente y robó un beso al pelinegro antes de separarse, entrelazó sus manos y caminó a la banca.

El personal les llevó algunas cervezas y comenzaron a beber, daban sorbos considerables, sentían el sabor amargo del líquido ámbar y las notas dulces que le acompañaban. Poco a poco consumieron las botellas que les habían llevado, empezaban a sentir el calor recorriendo su cuerpo, sus sentidos estaban menos alerta, sus ojos empezaban a sentirse pesados y sus cuerpos más ligeros, sus cabezas se inundaba con una bruma que hacía todo parecer más difuso.

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