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Narrador omnisciente

Bolivar que se encontraba en la oficina de su mención revisaba papeles que firmaba y uno que otro que ocasionalmente descartaba.

Así pasaba sus tardes hasta soltar un suspiro, cuando la leve luz que se colaba por la ventana detrás de Bolívar ilumino un poco más su rostro y la habitacion, finalmente se reveló su aspecto. Bolívar estaba en los huesos..la habitación estaba llena de botellas de alcohol vacías regadas por el suelo y se podía notar la falta de sueño en esas ojeras negras, su traje desalineado, su rostro cansado..la soledad fue la peor compañía y no tuvo piedad con él..en las noches cuando terminaba el papeleo sacaba otra botella de vino, se dirigía a la tumba de su difunto esposo y habla entre susurros, lamentándose y disculpándose hasta que estaba a punto de amanecer..cuando volví a su oficina. Esa se había vuelto su rutina desde hace no días o semanas, sino meses. Pasaba sus días undido en el alcohol y la monotonía hasta que alguien toco de manera precipitada su puerta y tan insistenmente que Bolívar no pudo ignorar aquel grito llamándola con una voz familiar.

Bolívar bajo, caminando pesadamente, tropesando y casi cayendo por las escaleras antes de llegar al suelo y al abrir la puerta se encontró con el paraguayo quien se veía agitado y conteniendo un jadeos cuando su expresión mostró sorpresa al verlo..no podía creerlo.

—¿Paraguay?..que..¿Qué haces aquí?— pregunto desconcertado ¿Se había desmayado de nuevo?

Paraguay reaccionó al escuchar la voz de su amiga seca y áspera, totalmente ronco, apenas audible.

—¿Que mierda te paso?— fue lo primero que dijo aún incrédulo por lo que veía. Y antes de que su amigo contestará, continuo. — Más importante que eso ¿Por qué estas aquí? Me dijeron qué..— dudo —Que mataste a v-.— su frase fue cortada a la mitad.

Por primera vez en toda su vida.. Paraguay vio llorar a Bolívar. Gruesas lágrimas escaparon de sus ojos marrones, resbalando por sus mejillas y cayendo hasta sus pies..su expresión se tornó amarga y elevó sus manos como si sujetará algo.

Bolívar aún podía sentir la sangre de su amado en sus manos, como si estuviera reviviendo todo de nuevo. En frente de Paraguay, como si su presencia lo hubiera devuelto a la realidad, esa realidad que intentaba negar hablando en la tumba de virreinato como si estuviera vivo. Cubrió sus ojos con sus manos y ahogo un sollozo contestando con voz temblorosa.

—Si..Yo..yo lo mate paraguay.— dijo apenas audio y aún así Paraguay lo hoyo. Lo hoyo como aquel día que Bolívar le había dicho cuanto amaba a virreinato, lo hoyo como hoyo su corazón rompiéndose, lo hoyo como cuando dijo "Si, acepto" con la sonrisa más grande que había visto en su rostro. Lo hoyo todo como cuando les decio su más sincera felicidad..

Paraguay quedó atónito una segunda vez, su cuerpo empezó a temblar..apretando los puños mientras su mirada se oscurecía. Antes de si quiere darse cuenta, se había abalanzado hacia Bolivia para darle un golpe en el rostro y hacerlo caer al suelo, con el sujetando los bordes de su camisa.

—¿Por qué?..¿¡Por qué lo mataste!?..él.. ¡Me dijiste que él te hacía feliz!— Exclamó colérico.

Bolívar no contesto el golpe, no alzó la voz, agachando la mirada.

—Lo hice..para proteger a mi gente...— Contesto.

Paraguay se quedó callado y aplaco su cólera que en realidad más que cólera por la muerte de virreinato era por el hecho de que él había dejado ir sus sentimiento por el boliviano solo para que Bolívar fuera feliz y que ahora le dijeron que no solo había dejado ir esa felicidad, sino que le había dado final con sus propias manos..algo en el se había incendiado, su amor no correspondido.

•Aun si caigo asta el fondo del abismo...se feliz•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora