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El cuervo de mi maestro había llegado de emergencia, incformando que me necesitaban en la residencia del viento.

—¿Para qué me llamó? —Pregunté con cierto temor, pues Sanemi nunca me llamaría así de la nada.

Soltó un suave quejido, seguido de un suspiro. Peinó sus albinos cabellos con una sola mano y me miró.

—Nada en especial. Solamente quería entregarte esto. —Seguidamente, noté un brillante objeto ser sostenido entre sus manos.

Lo tomé con suma delicadeza, observando con atención cada uno de los pequeños detalles que tenía.

—Es un broche. —Concluí con cierta emoción, pues no usaba uno desde que huí de casa.

Asintió y me extendió los brazos, tal vez para abrazarme. Me acerqué a él y me dejé envolver en sus cálidos y reconfortantes brazos, sintiendo mis preocupaciones desaparecer.

—Es un regalo de mi parte, como un recordatorio de que aún tenemos que derrotar al enemigo, y que debemos sobrevivir hasta entonces.

Simplemente sonreí. A veces me siento muy afortunada, porque es muy raro que Shinazugawa muestre afecto. Tal vez es porque tengo una edad cercana a la de Genya, y al sentirme cerca, siente que está con él.

Guardamos silencio unos segundos. Estaba esperando a que mi maestro dijese algo más, cosa que sucedió no muchos segundos después.

—¿Me prometes que sobrevivirás hasta el final? —Susurró, enterrando la barbilla en mi cabeza.

Demasiadas ideas pasaron por mi cabeza, y en ninguna seguía con vida.

A veces me siento muy egoísta, ¿es malo pensar solamente en formas de vengarme de Kibutsuji? Porque no entiendo a ninguna de las voces de mi cabeza.

Simplemente suspiré, y mi maestro dió por sentada mi respuesta.

—Por lo menos hasta que Kibutsuji esté muerto, pero juro que si mueres antes, te odiaré por el resto de mi vida. —Sentí su cuerpo rodearme con más fuerza que antes.

—Por lo menos hasta entonces.

Me soltó y me miró unos segundos.

A veces lo miro y pregunto, ¿qué pasará por su cabeza cada vez que me mira? Porque cada vez que lo hace, un sutil brillo nace de sus apagados ojos violetas.

—Anda, corre con tu novio. —Dijo con cierta burla en sus palabras, soltando una risa que me decía todo.

Ciertamente, me tomó desprevenida.

—¿Me está corriendo? —Pregunté, ofendida (o al menos así intenté verme) cruzando mis brazos.

—Te estoy diciendo que tienes permiso de pasar la noche con tu novio. —Dijo, dándose la vuelta antes de detenerse—. Corre, antes de que me arrepienta y te encierre aquí por el resto de tu vida.

Sonreí y salí, no sin antes gritarle un "gracias".

...

—Vaya, hasta que llegas. —La figura de Muichiro se giró directamente hacia mí y me miró con una sonrisa en sus labios.

—Perdona, mi cuervo llegó y me dijo que-

Desgraciadamente —y como solía pasar siempre— mis palabras fueron interrumpidas por una de sus manos en mi boca.

—Shh... No me respondas. —Dijo en un susurro tan suave y cercano a mi oído que me estremecí— Acompáñame, ¿sí?

Asentí, un poco confundida. Tomó mi mano y entrelazó sus suaves dedos con los míos. Me encanta que haga eso, aunque me ponga muy de nervios.

Avanzamos a paso lento, sin decir ni una sola palabra. La oscuridad de la noche y la tenue luz de la Luna lo hacían ver tan increíblemente bien que sentía cientos de sensaciones crecer en mi estómago.

Después de caminar un rato más, detuvo su andar.

—¿Sanemi no se molestará contigo? Si seguimos, creo que podrías llegar un poco tarde a la finca.

Reí ante su genuina preocupación. Podrá parecer un maleante, pero muy en el fondo es alguien que respeta el toque de queda.

—No. Me dió permiso de pasar la noche contigo. —Respondí con seguridad, por primera vez no debía preocuparme por la hora.

La sonrisa que mantenía en esos labios que tanto me gustaban incrementó.

—¿Qué? ¿Por qué te ríes? —Pregunté confundida. Sus manos apretaron las mías y seguimos avanzando.

—No es nada, tú tranquila.

No me convenció, pero fingí que sí, y estoy segura de que él lo notó.

Después de unos minutos caminando, nos detuvimos frente a un acantilado muy bonito, a decir verdad.

Miré cada uno de los detalles del lugar. Era tan increíble que parecía un lugar realmente mágico, pues la Luna se reflejaba en la cristalina agua de la cascada frente a nosotros y el viento se mecía tan suavemente que sentí escalofríos.

Se alejó unos pasos de mí y, de pronto, tocó mi hombro y echó a correr.

—¡Atrapas! —Gritó con diversión, corriendo a mi alrededor y burlándose de mí.

—¡Oye! No es justo, no me avisaste. —Dije con el seño fruncido.

Corrí tras él, pero, dado que mi condición no era la mejor, tardé un poco en atraparlo.

Seguimos así un buen rarp, jugando a atraparnos y riendo en el proceso. Claro que nos caímos una que otra vez, pero estando junto a él, nada de eso importó.

Muichiro paró el juego de pronto, y se acercó a mí.

Tomó mis manos entre las suyas y me miró con esos cautivadores ojos turquesas. Un brillo resaltaba en aquellos orbes, y su sonrisa era genuina.

Me ecanta tener esta vista, porque por más ridículo que suene, nadie que haya conocido podría hacerme sentir lo que este chico me hace sentir.

Acercó su rostro al mío y, con sus ojos cerrados, depositó un beso cargado de amor en mis labios.

Es cierto que me había besado antes, pero esta vez se sintió diferente. 

Posterior al acto, me miró con una sonrisa y me llevó de la mano al frente de un enorme árbol de cerezo, mientras noté nerviosismo crecer en él.

—___, yo...

Las palabras parecían no poder salir de su garganta, sus ojos brillaban con emoción y sus temblorinas manos me lo hacían saber. 

Posó sus ojos sobre mi persona y, con un encantador gesto, me pfreció una de sus manos.

—¿Estás lista para conocer las estrellas?




🌙・ʟᴏᴠᴇ 𝒔𝒕𝒐𝒓𝒚 ˎˊ˗Where stories live. Discover now