13. »El furor de la batalla«

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El furor de la batalla

Estamos perdiendo, puedo verlo en los cuerpos rígidos y cansados de los soldados a mi alrededor; mientras mi pecho lucha por llevar aire a mi pulmones, jadeo sin control, los dedos me hormiguean, como si el sujetar con tanta fuerza la espada en la mano me la hubiera dormido.

Una fuerte explosión a mi izquierda derrumba el ruido de mis pensamientos, los gritos es lo siguiente que perfora mis tímpanos, como si se tratara de puntas ácidas que queman esperanzas.

Mis compañeros no dejan de caer, uno tras otro, sin piedad y no me cabe duda de que seremos juzgados en el purgatorio, donde van los niños que aprendan a degollar a hombres adultos antes de su séptimo cumpleaños; eso es lo que causa la guerra, hombres y mujeres que llevan la soledad y el arrepentimiento incrustadas en el pecho.

En medio de la catástrofe pienso en Vi, tan joven e inocente, debe estar soñando en este momento, tendida en su cama sin entender que su hermana mayor tal vez no vuelva a casa. Mi mayor arrepentimiento ahora mismo es no habernos despedido adecuadamente con un "te quiero", tendría que haberlo dicho pero mi negativa a morir y mis sentimientos a flor de piel me lo negaron.

El enemigo se lanza frente a mí con la espada en alto y mirada sedienta, listo para matar o morir por la corona; un joven cadete es ignorado tendido a los pies de este con el pecho reventado y plegarias susurradas de labios sangrantes.

Nuestras miradas se conectan y noto la aceptación que reflejan sus ojos vidriosos,
la vida se le escurre como la sangre espesa que gotea del corte en su cabeza.

Entonces lo comprendo, no quiero morir como tantos otros soldados, solitarios, en una horrible tarde astillada.

No quiero ser un agregado más en la lista infinita de víctimas que se ha llevado la codicia y la avaricia de hombres poderosos.

Seré capaz de avanzar, no tengo otra opción si quiero ver la luz del día mañana.

Tomo con fuerza la daga en la mano, preparo mi cuerpo y mi alma para la contienda, corro y dejo ir las cadenas que me contenían.

Un trueno parte el cielo en dos, las nubes se espesan y oscurecen, presagiando el final. Un grito gutural sale de mi garganta y una fuerza invisible parte al ejercito frente a mi por la mitad.

Puede que mañana aún pueda decirle un "te quiero" a mi hermanita.

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⏰ Last updated: Jun 07 ⏰

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