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La mañana siguiente, me levanté sintiéndome un poco más ligera. Aunque la lluvia seguía cayendo, había algo en mi corazón que se sentía menos pesado. Desayuné rápidamente y me preparé para ir al colegio, esta vez con la mente más clara y decidida a enfrentar lo que fuera que me esperaba.

Cuando llegué al colegio, el ambiente no había cambiado mucho. La mayoría de los estudiantes seguían refugiándose de la lluvia, y el cielo gris parecía reflejar el estado de ánimo general. Entré al aula y vi a mis amigos en sus lugares habituales. Al verme, Marcos me saludó con una sonrisa cómplice, recordándome nuestra conversación de la noche anterior.

Me senté en mi lugar y, antes de que la clase comenzara, decidí que era hora de hablar con ellos. No podía seguir sintiéndome como una extraña en mi propio grupo.

— Chicos, ¿podemos hablar un segundo? —dije, tratando de sonar calmada.

Todos levantaron la vista, sorprendidos. Coty y Nacho se miraron entre sí, mientras Daniela y Marcos parecían un poco incómodos.

— Obvio, Juli. ¿Qué pasa? —preguntó Daniela, con un tono que intentaba ser amistoso.

— Solo quiero aclarar algo. Ayer me sentí muy mal al ver que se juntaron y no me avisaron. —dije, mirando a cada uno de ellos—. Sé que fue algo de último minuto, pero me dolió sentirme excluida. Quiero entender qué pasó.

Hubo un silencio incómodo antes de que Nacho hablara.

— Juli, perdón. Fue un error no haberte avisado. Pensamos que estabas ocupada o que no te importaría. —dijo, rascándose la cabeza—. Fue un malentendido, no queríamos que te sintieras así.

— Ay, perdón amiga. —agregó Coty—. No fue nuestra intención dejarte fuera. Realmente nos sentimos re mal ayer.

Suspiré, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza.

— Está bien, chicos. Solo quiero que, si hay una próxima vez, me tengan en cuenta. Somos un grupo, y no quiero que esto se vuelva una costumbre. —dije, tratando de sonar firme pero comprensiva.

Todos asintieron, y pude ver la sinceridad en sus ojos. Sentí que, de alguna manera, habíamos dado un paso hacia la reconciliación.

— Entonces, ¿todo bien? —pregunté, sonriendo ligeramente.

— Para siempre. —respondieron todos al unísono, sonriendo también.

La primera clase comenzó, y aunque el día seguía siendo gris, sentí que algo había cambiado para mejor. Durante el recreo, nos reunimos como siempre, y aunque todavía había una ligera incomodidad, poco a poco, las cosas comenzaron a sentirse más normales.

Al final del día, cuando el timbre sonó, me acerqué a Marcos y le di un pequeño empujón en el brazo.

— Gracias por todo ayer. En serio. —le dije, sonriendo.

— No hay de qué, Ju, digo, tontita. —respondió, devolviéndome la sonrisa y el golpe en el brazo.

— No me trataste tan mal como antes.— Dije mirándolo a la cara. — Estuviste bastante colgado hoy.

El se rio y se rascó la nuca.

— Es que anoche cuando me volví de tu casa me empecé a hablar con Renata de nuevo.— Se sonrojó.— y quedamos en vernos ahora a la salida.

— ¿Renata?.— fruncí el ceño.— Volvieron?

— No, solamente nos vamos a juntar a hablar.

— Es la quinta vez que hacen eso.— Revolee los ojos mientras caminaba hacia la salida y me reí.— Suerte entonces.

Ligera atracción - marculi.Where stories live. Discover now