Capítulo 14

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—Es inusual verlo acompañado cuando viene a la enfermería, Señor Potter—dice Madame Pomfrey al vernos llegar agarrados de la mano.

Trato de soltarme del agarre de Harry pero este me sujeta con más fuerza.

—Ni lo pienses—dice el pelinegro en voz baja para que no escuche la medimaga—Malfoy está herido—alza la voz. 

—Siéntese, Señor Malfoy—la medimaga señala una pequeña cama con seriedad.

Harry me jala de la mano, y me guía para sentarme en ella.

—Se cortó la mano—dice el pelinegro soltando mi mano sana y sujetando la herida con cuidado. Y quita la venda con suavidad.

—Es profunda—susurra la medimaga, sacando su varita y lanzando un hechizo no verbal.

La herida no se cerró. 

—¿Cómo te hiciste la herida, Señor Malfoy? —pregunta la mujer con cara de entendimiento. 

El pelinegro sigue mirándome con preocupación.

—Prueba de sangre—respondo en voz baja.

—¿Qué es eso? —pregunta Harry con una expresión de confusión.

—Es mejor que el señor Malfoy se lo explique—responde Madame Pomfrey—No puedo curarla pero debe untar esta crema en la herida durante una semana por las noches para que no quede cicatriz.

Me entrega un bote pequeño de color púrpura. La mujer se da la vuelta para dirigirse a su despacho, dejándome solo con el ojiverde.

—¿Qué es una prueba de sangre? — repite Harry, sentándose a mi lado, nuestros rostros quedando a pocos centímetros de distancia. Lo miró fijamente por unos segundos antes de responder.

—Es una prueba que se realiza en Gringotts, donde debes cortar la palma de tu mano con una daga mágica, esto para que en un pergamino aparezcan todos los datos sobre tu herencia mágica.

—Así que fuiste a Gringotts —confirma Harry. Toma mi mano herida y empieza a untarle la pomada dulcemente.

—Si—susurro con voz ronca viendo cada uno de sus movimientos.

—¿Fuiste solo? —pregunta el pelinegro. Envolviendo mi mano con una venda limpia.

—No, el profesor Snape me acompañó—respondo. Mi mano está completamente vendada, sin embargo no la suelta.  Siento cosquillas en los lugares donde choca su piel con la mía. 

—Está listo, creo que es momento de irnos, el toque de queda está cerca—dice Harry.  Suelta mi mano, mientras se levanta de un salto de la cama.

—Gracias—me levanto de la cama un poco sonrojado. 

—Te acompaño—ordena Harry sujetando mi mano sana, caminando hacia la salida, rumbo a las mazmorras. Sin darme el tiempo de rechazarlo. 

Tomarnos de la mano se volvió un hábito, un hábito que ha ninguno de los dos le resulta incómodo.

Tomarnos de la mano se volvió un hábito, un hábito que ha ninguno de los dos le resulta incómodo

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Draco Malfoy y la magia de los retratosWhere stories live. Discover now