Capítulo 9

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Damiano mira por la ventana de su limusina, su mirada se encuentra perdida, vagando por el horizonte

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Damiano mira por la ventana de su limusina, su mirada se encuentra perdida, vagando por el horizonte. Se desliza sobre el asiento de cuero, desanimado y herido.

Ha pensado muchas cosas, como que tal vez así es mejor, después de todo es sólo la aventura de una semana y ambos habían acordado que no habría sentimientos de por medio, él se lo había prometido, ambos lo habían hecho.

Él sabe que está a tiempo, sabe que aún puede detenerse sin salir lastimado porque es tan obvio que Zander no lo corresponde y sobre todo es tan obvio que lo suyo jamás podrá ser...

Después de todo, él es un importante y reconocido heredero y Zander, un prostituto.

Cuando la limusina se detiene en la entrada del enorme hotel, Damiano baja, no sin antes tratar de sonreír como si nada hubiera pasado, como si la noche anterior nunca hubiera sucedido.

Arregla su elegante traje y camina dentro del salón del hotel hasta llegar al vestíbulo, donde Valentino le había dicho que Zander estaría esperando por él. Camina con pasos rápidos sin saber realmente que esperar, tratando de no imaginar lo peor, pues Zander es alguien impredecible y siempre logra sorprenderlo.

Su mirada vaga por todo el lugar en busca del pequeño cuerpo ajeno y sin recordar que su antigua cabellera rojiza ahora es oscura, la busca entre la multitud. Se detiene en medio del vestíbulo y mira hacia la barra donde sirven los tragos, tratando de ubicarlo, sin embargo, sólo divisa un montón de cabezas con cabelleras azabaches y rubias. Gira, buscándolo con su mirada en las demás mesas a su alrededor.

Zander observa la ancha espalda de Damiano en el reflejo del espejo que está en la estantería de licores frente a él y se gira, mirando divertido la manera en que lo busca en el lugar equivocado. Sonríe ligeramente cuando el mayor da media vuelta y sus miradas se encuentran.

D'Angelo incluso cierra sus ojos para observarlo mejor, tratando de reconocerlo, y Zander recuerda que de la misma forma lo había mirado ayer, deslumbrado.

Los ojos de Damiano se iluminan mientras sonríe ligeramente, mirando al contrario de arriba a abajo con detenimiento. Su sonrisa se amplía más a cada centímetro que sus ojos más ven, dejándolo deslumbrado y un poco sorprendido.

Zander se levanta y camina hasta él, muy nervioso y sintiendo que en cualquier momento va a caer debido a sus piernas temblorosas e inestables. Se posiciona frente al mayor y lo mira directamente a los ojos, elevando su mirada.

—Llegaste tarde —dice muy alegre, sin poder evitarlo y es que cuando Damiano aparece, su buen humor se dispara en su interior y no puede evitar sentirse de esa manera.

Damiano se mantiene mirándolo atento, desde su acorazonada sonrisa hasta sus estrechos hombros. El traje negro resalta su figura y combina con el color de sus grandes ojos. Todo eso sumado con su bien peinado cabello azabache, hacen resaltar sus rojizos labios y el ligero rubor sobre sus mejillas; hermoso, perfecto, sublime.

El caos que implica amar ©Where stories live. Discover now