Capitulo 10: vinculos desenterrados

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Sakura No tenía una cuenta exacta de cuánto tiempo había pasado desde que recuperó la conciencia. Estaba en una cueva atada de manos, pies, caderas y cuello a una mesa como si fuera un animal salvaje, y no le agradaba.

No podía hacer nada aún, pues no había recuperado su chakra totalmente. Tal vez en una o dos horas podría intentar liberarse de las ataduras que la asfixiaban.

—Voy a degollar a quien sea que se haya atrevido a poner esta cosa en mi maldito cuello —susurró en un tono amenazante.

Cierto pelinegro iba entrando, escuchando el susurro de la kunoichi debido a sus agudos sentidos.

Él sabía de lo que era capaz, después de todo, los había espiado desde el principio, y esa niña podía llegar a ser muy peligrosa.

Había sido entrenada por Kakashi, sabía que si la ataba con menor precaución se liberaría fácilmente.

—¡Vaya, qué sádica! ¿Por qué degollarme? ¿Por qué no una muerte menos dolorosa? —preguntó con un ápice de diversión en su único ojo visible.

Sakura dirigió su mirada a él viéndolo de arriba hacia abajo, al menos lo que podía debido a cómo estaba atada, pero su atención se centró más en su cara.

—Quítate esa estúpida máscara —exigió mirando el sharingan en su ojo con mucha curiosidad.

El Uchiha lo pensó; después de todo, su intención no era ser del todo su enemigo y ella no lo reconocía.

Se quitó la máscara e inmediatamente la pelirrosa miró con astucia cada facción de su cara, como si estuviera buscando en su registro mental si lo había visto, negando pero sin dejar de mirarlo con una extraña mirada.

El hombre era alto y musculoso. Al quitarse la máscara, pudo apreciar sus facciones y se topó con cicatrices extrañas en la mitad de su rostro, como si hubiera sido aplastado, y con solo un ojo, un sharingan.

Sakura no podía dejar de verlo; su cabeza había desarrollado una teoría muy loca, pero no podía ser él, ¿o sí?

—¿Qué es lo que quieres de mí? —preguntó en un tono grosero.

—De ti, nada, sino de alguien más que tú conoces muy bien —respondió volviéndose a colocar su máscara.

La pelirrosa frunció el ceño y apretó los dientes. No era a ella a quien querían, eso ya lo sabía.

Pasó un rato cuando también entró un pelirrojo a la cueva, quien se quedó viendo a la chica con una expresión fascinada, como si hubiera encontrado un nuevo juguete. A simple vista no parecía tan peligroso, tenía un aura juvenil, pero Sakura sabía que sí lo era. Se tensó al momento de verlo; el peligro brillaba en sus ojos.

Por alguna extraña razón sabía que el pelinegro no le haría daño, tenía una teoría.

Pero no estaba muy segura de si el pelirrojo que acababa de entrar no le iba a poner un dedo encima.

—¡Increíble! —fue su única palabra al verla e inmediatamente pasó su mirada al pelinegro de la máscara.

—¿Para qué me mandaste a llamar? Dudo que sea para obsequiarme esta muñequita tan exótica —dijo en un tono sarcástico.

—Vigílala, volveré muy pronto, tengo algo que hacer —dijo despreocupadamente.

—¿Y si intenta escapar? —se acercó más para susurrarle algo al oído.

—Sé que no vas a lastimarme —la voz repentina de la pelirrosa captó su atención.

—¿Ah sí? ¿Y qué te garantiza que no quiero vender la cabeza de la estudiante de Kakashi Hatake? —respondió el Uchiha, e inmediatamente la pelirrosa ensanchó una sonrisa victoriosa, como si hubiera descubierto algo.

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