Capítulo 31

5 1 0
                                    

Caminar por el centro de la ciudad era una experiencia única para Andrea que a pesar de todo nunca imagino tener la posibilidad de llegar a visitar L'Urbe. Recorrer aquellas calles y plazas que resumían un pasado con recodos escondidos era un sueño hecho realidad para una apasionada de historia como ella que en poco tiempo se dejó arrastrar por el encanto de la Ciudad Eterna. Un largo camino autodidáctico que le permitió visitar los monumentos más emblemáticos y conocidos en todo el mundo. Una ruta que la llevó a ella a través de oasis, callejones y rincones escondidos, bajó lo atenta supervisión de Greta que, aunque mantenía una distancia bastante significativa, no podía esconder su presencia.

La mujer que, a pesar de las protestas de Andrea, se negó a dejarla deambular sola por aquella ciudad. Una situación que la asistente encontraba ridícula, pero en la cual no tenía ni voz ni voto dado que las órdenes provenían directamente de Vienna Russo. Pensar en la ejecutiva hizo que su corazón se acelerara lo necesario para que las putas mariposas regresaran a su estómago mientras recorría Piazza Spagna. Situada en pleno centro de la ciudad aquella era una de las plazas más famosas y fascinantes de Roma. Presidida por la majestuosa escalera Trinità dei Monti, formada por 135 escalones que conducía a la iglesia del mismo nombre la plaza no solo era un punto de encuentro para los cientos de turistas que la visitaban en un día como aquel. Si no que también era un lugar en el cual se podían apreciar numerosas boutiques y tiendas de alta costura con las marcas más reconocidas del mundo de la moda italiana. Un ambiente lleno de vida en el cual Andrea se sentía como una niña pequeña. Con la mirada llena de una genuina curiosidad mientras Greta le pisaba los talones.

— Ten — dijo Andrea ofreciéndole una lata de té helado a la guardaespaldas que se había quedado en el exterior de la tienda cuando ella entró en busca de algo para calmar la sed. Deambular por la ciudad con las altas temperaturas que pronosticaron esa semana podía ser peligroso si no se estaba bien hidratado. Que Greta llevara ese tedioso traje oscuro, hacía sospechar a la asistente, que la mujer debía estar muriendo por dentro.

— Gra... Gracias — tartamudeó la robusta mujer al aceptar la lata que no tardó en abrir. Tras el primer sorbo, Andrea notó con placer como el semblante de Greta se relajaba.

— Siento mucho que tengas que andar detrás de mí de un lado a otro — dijo Andrea antes de darle un sorbo a su propia bebida —. Es la primera vez que tengo la oportunidad de viajar fuera de la isla y me parece un pecado no aprovecharlo —explicó buscando la mirada de Greta. Con más de un metro ochenta de altura, la guardaespaldas era una de esas mujeres que podían inducir miedo con solo verla. De mirada cerrada y cabello oscuro corto, Greta era la que más años tenía al servicio de Vienna, además de ser su jefe de equipo así que, el hecho de que la ejecutiva la asignara a ella ese día no solo era extraño.

— No se preocupe, señorita Galván, es mi trabajo. Además, la señorita Russo se preocupa mucho por su seguridad —afirmo Greta justo cuando su teléfono la reclamó —. Será solo un segundo — avisó sacando el aparato del bolsillo del pantalón de pinzas negro y echándole un vistazo a la pantalla

No puedo hablar ahora, estoy de servicio — anunció con la voz muy baja y prácticamente pegada al celular una vez respondió la llamada.

— Lo siento, creí que estarías en el hotel —

— No pasa nada. Te llamaré cuando volvamos — dijo siempre en voz muy baja, pero sin dejar de vigilar la calle y las personas que pasaban a su lado. Afortunadamente la señorita Galván se mantenía a menos de un metro de distancia de ella, por lo que tenía todo bajo control —. Elena — se atrevió a decir antes de que la llamada fuera interrumpida—, yo... yo también te amo — una frase que Andrea no esperaba escuchar por parte de la guardaespaldas. Una palabra que tuvo un efecto balsámico en la mirada cerrada de Greta. Una actitud que no solo sorprendió a la asistente, si no que la animó al descubrir que detrás de aquellos modos un poco parcos, en Greta existía una mujer dulce que amaba a otra mujer.

¿Lo dejaria todo por ti?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora