Capítulo 1

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Ohm Thitiwat apretó los dientes con todas sus fuerzas y contuvo una palabrota mientras su padrino comentaba alegremente los planes que tenía para recibir a su inesperado invitado.

Beppe Sorrentino era un hombre ingenuo, confiado y generoso que no sospechaba que su invitado, que se había invitado solo, podía tener alguna intención oculta.

Afortunadamente, tenía un ahijado que estaba dispuesto a protegerlo de cualquiera que intentara aprovecharse de él.

Ohm, el multimillonario que había salido victorioso en mil batallas del mundo empresarial y a quien no le impresionaba nadie, sabía que tenía que ser discreto, porque Fluke Natouch tenía amigos poderosos y, sobre todo, era hermano de Earth, el rey de Dharia, un país que nadaba en la abundancia del petróleo. Peor aún, Fluke era impresionante, al menos, en teoría. Él lo sabía mejor que nadie, porque lo había conocido en la boda de su amigo Kao con Earth, el hermano de Fluke.

Era un doctor hermoso, muy inteligente y muy trabajador. Sin embargo, la santidad de Fluke caía en picada si se repasaba con atención su pasado. Él sabía que, en el mejor de los casos, era un ladrón y un cazafortunas y que, en el peor, podría ser uno de esos médicos que se hacían ... amigos de los ancianos para que cambiaran sus testamentos a favor de ellos.

A Fluke le habían abierto un expediente disciplinario en el trabajo después de que una paciente anciana hubiese fallecido donándole todos sus bienes materiales. El sobrino de la anciana, como cabía esperar, había presentado una querella. Sin embargo, ya había habido indicios de que Fluke podía tener una avidez desmedida por el dinero. El informe del investigador tenía un apartado sobre el broche de diamantes de su abuela. Ese broche, muy valioso, debería haber sido para el tío de Fluke, pero él se lo había quedado por algún motivo y había causado un conflicto familiar muy grande.

Efectivamente, Fluke Natouch no era claro, como tampoco lo era esa sorprendente carta que le había escrito a su padrino Beppe en la que le pedía visitarlo porque, al parecer, había conocido a la difunta madre de él.

Naturalmente, también era posible que él, Ohm, fuese el verdadero objetivo de el doctor Fluke, se dijo a sí mismo con cierta satisfacción retorcida por la idea. Era posible que él no se hubiese dado cuenta en la boda de lo rico que era y que, al enterarse de dónde vivía, hubiese aprovechado esa relación para visitar a Beppe, su padrino. Al fin yal cabo, muchos habían llegado a extremos inconcebibles para intentar echarle el lazo, pero él era escurridizo como una anguila cuando se trataba de eludir el compromiso.

Prefería no pensar lo que había pasado con Fluke durante la boda de Kao porque no le gustaba reconstruir situaciones desagradables. Con los chicos se acostaba y se olvidaba de ellos. Nunca iba ni en serio ni a largo plazo.

¿Por qué iba a hacerlo?

Tenía treinta años, era inmensamente rico y guapo y, si hubiese querido, podría haberse acostado con una persona distinta cada noche del año sin el más mínimo esfuerzo. Por eso, si era el objetivo de el doctor Fluke, iba a llevarse una desilusión enorme. Además, se acordaba de que era una arpía con un toque violento.

– Estás muy callado, Ohm – comentó Beppe. – No apruebas la visita de el hijo de Annabel, ¿verdad?

– ¿Por qué piensas eso? – preguntó Ohm para no contestar y sorprendido de que el anciano hubiese captado su recelo.

Beppe se limitó a sonreír. Era un hombre bajo, canoso y bastante ... redondeado. Estaba sentado en su butaca favorita y parecía un gnomo juguetón.

Los ojos negros y perspicaces de Ohm se suavizaban en cuanto veían a Beppe Sorrentino porque, para él, era tan querido como podría haberlo sido un padre.

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