Capítulo 5

13.1K 848 378
                                        

El jardín de Rosey Legacy es un lugar majestuoso, lleno de diversas flores, árboles antiguos, mariposas y aves de colores.

Un lugar que ni en mis más locos sueños pensé llegar a conocer.

Camino por el sendero de piedras a través del jardín mientras escucho el relajante murmullo del agua que cae de la enorme fuente cerca de mí.

Juego con mis dedos, ansiosa por la llegada de mi madre. Según me dijeron mis compañeras de habitación esta mañana, o más bien me mandó a decir Isabelle a través de ellas, mi madre estará aquí en unos minutos. Y aunque intento controlar mis pensamientos catastróficos, mi mente es un completo caos.

No puedo evitar pensar en la posibilidad de que incluso en esta vida mi mamá también me deteste.

Me detengo en la sombra de un árbol, mirando hacia la entrada del jardín, cuando siento la presencia de alguien a mi lado.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto al chico de cabello negro y ojos plateados, intentando mantener mi voz firme, aunque mi corazón late con fuerza.

—Siempre vengo aquí a leer cuando no puedo hacerlo tranquilamente en la biblioteca —responde Dargan, mostrándome un libro con una cubierta de cuero negra en su mano—. La pregunta es qué estás haciendo tú aquí.

Mis manos tiemblan ligeramente al recordar la razón por la cual me encuentro en este lugar.

—Estoy esperando a… Espera un segundo —digo cuando me doy cuenta de que estoy a punto de revelar algo que no le interesa a este imbécil—. No tengo por qué darte explicaciones.

Dargan me mira directo a los ojos con una intensidad que vuelve loco a ese estúpido órgano que bombea sangre dentro de mi pecho.

—¿Estás esperando a alguien? —Su rostro serio me deja sin aliento—. ¿A quién? ¿Es un chico o…?

—Eso no te incumbe —digo cortante, mientras intento esquivar su mirada.

—Oh, créeme que me interesa —él da un par de pasos hacia mí, hasta que su rostro queda demasiado cerca del mío—. Me interesa demasiado. —La piel se me pone de gallina al escuchar su ronca voz en mi oído.

¿Por qué rayos tiene este efecto en mí? Quiero apartarme, alejarme de su cercanía que me resulta tan peligrosa, pero no puedo. Hay algo en su voz, en su mirada, que siempre me deja paralizada.

—¿En serio? —expreso incrédula. Dargan asiente con una sonrisa que me fastidia—. ¿Por qué?

—¿A quién estás esperando, plebeya? —Ruedo los ojos ante su insistencia.

—Si respondo tu pregunta, ¿responderás la mía? —Él asiente nuevamente.

Suelto un sonoro suspiro de resignación antes de hablar.

—Estoy esperando a mi mamá. —Los nervios regresan al recordar que estoy a punto de hablar con una versión de la persona que llamó monstruo a su hija.

Una vez más, la idea de que esta versión de mi mamá sea igual a la de mi antigua vida me llena de temor.

Me abrazo a mí misma cuando una corriente helada de viento azota mi piel, y a pesar del sol brillante, siento un frío que me cala los huesos.

—Ahora dime —empiezo a hablar, tratando de apartar ese pensamiento de mi cabeza—. ¿Por qué te interesa saber a quién estoy esperando, Dargan?

Él no responde nada; en cambio, se empieza a sacar su saco del uniforme para luego arroparme con el.

El aroma de su perfume envuelve mis sentidos, una mezcla intrigante de incienso, libros antiguos y ámbar que me deja hipnotizada.

—Porque soy tu tutor —dice sacándome del trance que me envolvió su aroma.

El Principe Oscuro Where stories live. Discover now