-_Ataque de ansiedad_-

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El estadio estaba lleno de gritos y ovaciones mientras el equipo de hockey de las Firehawks se enfrentaba a sus rivales más duros. Era un partido crucial, y la tensión se sentía en el aire.

Riley se movía con agilidad y determinación, su mirada fija en el disco. Estaba en su zona, concentrada en llevar a su equipo a la victoria. Pero entonces, en una jugada rápida y desafortunada, chocó accidentalmente con una jugadora del equipo contrario, derribándola al hielo. Los árbitros no tardaron en sancionar a Riley, enviándola al banquillo por dos minutos.

Mientras Riley se sentaba en el banquillo, comenzó a sentir una presión creciente en el pecho. Su respiración se hizo rápida y superficial, y su mente se llenó de pensamientos de inseguridad. ¿Y si no era lo suficientemente buena? ¿Y si arruinaba las oportunidades de su equipo de ganar? Los dos minutos que debía pasar fuera del juego parecían una eternidad.

Val notó de inmediato el cambio en Riley. Desde su lugar, podía ver el pánico en los ojos de su novia. Sin perder un segundo, Val se acercó rápidamente al banquillo, ignorando las miradas curiosas de las demás jugadoras y entrenadores.

—Riley, respira conmigo —dijo Val, arrodillándose frente a ella. Tomó las manos de Riley y las sostuvo con firmeza, mirándola directamente a los ojos—. Vamos, inhala... exhala.

Riley intentó seguir el ritmo de la respiración de Val, pero su mente seguía inundada de miedo e inseguridad.

—No puedo, Val... —susurró, sus ojos llenos de lágrimas—. ¿Y si no soy lo suficientemente buena? ¿Y si pierdo el control y hago que perdamos el partido?

Val apretó suavemente las manos de Riley, intentando transmitirle tranquilidad.

—Escucha, Riley. Eres una jugadora increíble. Has trabajado muy duro para estar aquí, y una jugada desafortunada no define tu habilidad ni tu valor. Todos cometemos errores, es parte del juego. Lo importante es cómo te recuperas de ellos.

Riley asintió lentamente, sus ojos aún llenos de miedo pero empezando a calmarse.

—Mira a tu alrededor —continuó Val—. Todo tu equipo está aquí porque confían en ti. Y yo también confío en ti. No dejes que este momento te haga dudar de lo increíble que eres. Solo respira, en un minuto estarás de vuelta en el hielo, demostrando lo que puedes hacer.

Riley cerró los ojos, enfocándose en las palabras de Val y en el ritmo de su respiración. Poco a poco, sintió que la presión en su pecho disminuía y su mente se aclaraba.

—Gracias, Val —dijo Riley, abriendo los ojos y mirando a su novia con gratitud—. No sé qué haría sin ti.

El silbato sonó, indicando que los dos minutos de penalización habían terminado. Riley se levantó, sintiéndose más tranquila y decidida. Val le dio un último apretón de manos y una sonrisa alentadora antes de que Riley volviera al hielo.

La energía en el estadio parecía haberse intensificado. Riley patinaba con una nueva determinación, sus movimientos seguros y precisos. Con la confianza renovada, se unió a sus compañeras, trabajando juntas para recuperar el control del partido.

Los minutos finales fueron intensos, pero el equipo de Riley logró marcar el gol decisivo justo antes de que el tiempo se agotara. El estadio estalló en aplausos y vítores mientras el equipo celebraba su victoria.

Después del partido, mientras todos festejaban en el vestuario, Riley se acercó a Val, abrazándola con fuerza.

—Lo logramos —dijo Riley, su voz llena de emoción y alivio—. No habría podido hacerlo sin ti.

Val sonrió, besando suavemente la frente de Riley—. Siempre estaré aquí para ti, en los buenos y malos momentos. Estoy muy orgullosa de ti, Riley.

Riley sintió una profunda gratitud y amor por Val. Sabía que, sin importar los desafíos que enfrentara, siempre tendría a Val a su lado, apoyándola y dándole la fuerza para seguir adelante.

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La celebración continuó en el vestuario, con las jugadoras felicitándose mutuamente y disfrutando del momento. Riley se unió a sus compañeras, sintiendo una conexión más fuerte con todas ellas. Se dio cuenta de que no estaba sola en sus luchas y que podía contar con su equipo tanto dentro como fuera del hielo.

El entrenador también se acercó a Riley, dándole una palmada en el hombro—. Hiciste un gran trabajo ahí fuera, Riley. Todos cometemos errores, pero lo importante es cómo nos recuperamos de ellos. Estoy orgulloso de ti.

Riley asintió, sintiéndose más segura y respaldada que nunca. Sabía que este era solo un partido de muchos, pero la lección que había aprendido hoy era invaluable. La confianza en sí misma y el apoyo de sus seres queridos eran fundamentales para enfrentar cualquier desafío.

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Con el partido detrás de ellas, Val y Riley salieron del vestuario juntas, disfrutando del aire fresco de la noche. Caminaban de la mano, sintiéndose más unidas que nunca.

—Hoy fue un día intenso —dijo Riley, mirando a Val—. Pero me siento más fuerte gracias a ti.

Val sonrió, apretando la mano de Riley—. Y yo me siento afortunada de tenerte en mi vida. Juntas podemos enfrentar cualquier cosa.

Riley asintió, sintiendo una renovada determinación y amor en su corazón. Sabía que, sin importar lo que el futuro les deparara, siempre tendría a Val a su lado, y eso le daba la fuerza para seguir adelante.

One Shots | Riley x ValDonde viven las historias. Descúbrelo ahora