VIERNES

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19 Horas

Al llegar a la cabaña, el sol ya se encontraba en su punto más alto, marcando la mitad del mediodía. Ava, con un gesto de aprobación, rompió el silencio que envolvía el lugar al decir: "Así que aquí es donde nos quedaremos."

Elias, con su habitual sarcasmo, observó a Ava y comentó: "Sí, este lugar es perfecto, romántico para una pareja... de dos." Ava, acostumbrada a sus bromas, simplemente continuó caminando hacia la puerta. Nosotros dos la seguimos en silencio.

La cabaña se presentaba ante nosotros, solitaria y añeja, con años de historias guardadas entre sus paredes polvorientas. Aunque el polvo era evidente, la presencia de una chimenea prometía mantenernos cálidos, y la luz eléctrica nos reconfortó al evitar el uso de veladoras.

Decidimos sentarnos a comer en una de las mesas, conscientes de que nuestros estómagos vacíos necesitaban ser atendidos. Después de una comida sencilla pero reconfortante, descargamos nuestras maletas del auto. Traíamos lo esencial: agua, ropa, papel higiénico, frutas y unos sándwiches que Elias pensó en refrigerar para conservarlos frescos.

Con las provisiones aseguradas, la noche cayó rápidamente sobre nosotros. Encendimos la chimenea para calentarnos y Elias, ingenioso como siempre, conectó su cafetera a la única toma de corriente disponible para prepararnos café.

Las horas pasaron entre largas conversaciones que recordaban desde nuestros primeros encuentros hasta los momentos más divertidos compartidos. Después, nos aventuramos a jugar verdad o reto, donde las risas abundaban cada vez que yo evitaba los retos desafiantes.

Todo parecía perfecto.

LA OUIJA : EL JUEGO PROHIBIDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora