Cuantas pendientes

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Era casi media noche cuando el omega ojiverde salió hecho una furia de la gran casa que dejaba a sus espaldas con cada paso que daba alejándose. Tenía tantas ganas de gritar, llorar, gruñir o golpear a alguien para desahogarse. Y sería mejor aún si ese "alguien" fuese un alfa idiota que había dejado en el interior de aquella casa.

Sus pies descalzos se hundían en los charcos de agua y lodo, y su piel ya se encontraba mojada al estar cubierta sólo con un delgado camisón de satín el cuál absorbía el agua que caía sobre él, empapandoló.

Probablemente después tendría un resfriado y se arrepentiría de haber salido en estas circunstancias, pero ya no lo soportaba más, cada día su relación se convertía en una guerra en la que estaba cansado de querer ganar. No lo haría, nunca, porque jamás era fácil tratar de dialogar con el jodido troglodita que tenía por alfa.

Visualizó una de las camionetas de Louis entrando a la propiedad, se aproximó con rapidez y se puso enfrente del vehículo para que el conductor se detuviera. Las luces delanteras del auto hicieron que se cubriera los ojos, la camioneta se detuvo y un alfa uniformado salió del interior con un paraguas en mano.

—¡Señor Harry!—Nicolás, el chófer que trabaja para Louis desde hace muchos años, se acercó a él alarmado por su estado—¿Que es lo que está haciendo aquí?—le entregó el paraguas a Harry mientras se quitaba su saco para cubrirlo mejor.

—Nicolás, no es necesario—se abrazó a él mismo tiritando del frío.

—Si, es necesario, señor. Se enfermara—lo cubrió lo mejor que pudo con el entrecejo fruncido—Tenemos que regresar adentro—intentó mover al omega para ayudarlo a regresar a la casa, pero Harry lo detuvo ganándose un gesto de confusión del hombre.

—No, Nicolás. Necesito que me entregues la llave de la camioneta—ordenó.

—¿Que? No, señor...

—¡Nicolás, obedece por Dios!—Harry intentó agarrar las llaves de la mano del hombre mayor, pero el alfa lo evitó.

—¿El señor Ferrante sabe que usted está aquí?—cuestionó.

—¡Eso no importa! ¡Sólo dame las malditas llaves para largarme de aquí!

—No puedo hacer eso, señor—negó con rapidez—El señor Ferrante...

—¡El señor Ferrante se puede ir a la mierda!—Harry estaba desesperado, tenía que salir de ahí antes de que Louis se diera cuenta y fuera a buscarlo. No quería lidiar con ese loco en ese momento. Se sentía cansado, tanto físicamente como mentalmente, no tenía ánimos para seguir discutiendo con el alfa pero sabía que ésto no se detendría hasta que no saliera de ahí—Sólo dame las llaves, Nicolás, por favor—pidió un poco más calmado.

—¿A donde irá, señor?—preguntó preocupado. Nicolás era el principal testigo de todas las discusiones que habían en el interior de aquella casa, así que no tenía que ser adivino para saber que la pareja había vuelto a pelear. Conocía a Louis y sabía que a veces el alfa no media lo que salía de su boca, pero también conocía a Harry y lo impulsivo que podía llegar a ser también.

—No lo sé, sólo quiero salir de aquí—una lágrima de desesperación se deslizó en la mejilla sonrojada de Harry—Por favor.

Nicolás tenía el presentimiento de que está vez la discusión había sido mucho peor que las anteriores. Así que se decidió por ayudar al omega quien se veía abatido.

—Lo llevaré a su casa, señor—le dijo.

—¿De verdad?

—Si, señor. No puede conducir en este estado—le sonrió al omega para tranquilizarlo un poco. Harry asintió y caminaron con rapidez para subirse al vehículo y evitar seguir mojándose.

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