Capítulo 15

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Unos fuertes e insistentes golpes en la puerta principal despertaron a Peyton. Se sentó de golpe y frotó sus ojos.

- Mierda. — soltó al ver la hora en el reloj. Eran 5 de la madrugada un domingo, ¿quién podría ser?. Y, más importante, ¿por qué ni su padre ni su hermano se habían acercado a abrir la puerta? Se levantó de la cama usando la poca fuerza de voluntad que tenía al despertarse, se puso las pantuflas, agarró una bata y se dirigió hacia las escaleras. Trató de apurarse, por las dudas, pero dio un paso en falso y cayó por ellas.

- ¡Estoy bien! — dijo mientras se levantaba, como si alguien la hubiera visto; eran las 5 de la madrugada y era la única despierta en esa casa.
Ahora sí, se dirigió hacia la puerta y una vez allí la abrió. Una vez abierta, la misma dejó ver una imagen que a Peyton la dejó boquiabierta.
Ella se encontraba del otro lado de la puerta, con dos maletas y un bolso de mano. Tenía la cara roja e hinchada, se notaba que había estado llorando, sin embargo, le regaló una pequeña sonrisa. La castaña no dudo en soltar un mini grito y saltar a los brazos de su amiga, la abrazó tan fuerte que no entendía como no se había asfixiado. Su amiga le devolvió el abrazo, igual de fuerte. Una ventisca se metió bajo la bata de Peyton haciéndola separarse de Ella. Con un gesto le indicó que pasara, y su amiga no dudo en hacerlo.

- ¿Qué haces aquí? — preguntó emocionada, todavía no había podido borrar esa enorme sonrisa de su rostro y no creía poder hacerlo por un largo tiempo. Pero, al voltear y ver la cara de su amiga, al instante supo que algo andaba mal.

- Yo... — comenzó a hablar Ella. Peyton la miró con atención. — Siéntate. — por un momento la castaña tuvo miedo, nunca había visto a su amiga tan seria. No obstante, se limitó a asentir y hacer lo que su más fiel confidente le había pedido que hiciera.
Se dirigió al living, seguida de su compañera, prendió las luces y ambas se sentaron en el sillón en el que ella y Drew pasaban la mayor parte de los lunes.

- ¿Sabes que Daniel y yo lo hemos hecho, no? — preguntó, aunque ya sabía la respuesta, Peyton era la única persona que estaba enterada de eso. La castaña asintió. — El lunes me desperté con náuseas, falté a la escuela porque tenía miedo de vomitar y, como no lo hice y a la tarde dejé de sentirlas, decidí ignorarlo. Pero el martes me desperté y tuve exactamente las mismas, y el miércoles. Comencé a asustarme, así que busque en google "náuseas solo en la mañana durante tres días consecutivos", y creo que ya te imaginas que es lo que ha saltado. — Ella le dirigió una mirada a Peyton, quien asentía boquiabierta. — Yo nunca he sido muy seguidora de mi período, ya que nunca he tenido motivo por el cual preocuparme, y en general estoy acostumbrada a ser muy irregular, pero al leer lo primero que saltó en mi búsqueda algo en mi se activó: estaba teniendo un retraso.
Lloré, golpeé mi almohada y maldije en todos los idiomas habidos y por haber. Luego decidí levantarme e ir a una farmacia, a comprar un test de embarazo; fui en pijama, de más está decir que al tener una preocupación como esa no te importa nada más que sacarte la duda de encima. Cuando por fin la pude comprar, llegué a mi casa y la tomé. Seguí todos los paso al pie de la letra, y cuando llegó el momento de mirar el resultado, pude ver dos rayitas. — la castaña, que no había parado de mirar a su mejor amiga y brindarle toda su atención desde un principio, pudo ver como sus ojos se enrojecían y una lágrima caía por su mejilla. Agarró su mano y comenzó a acariciarla, mostrándole apoyo. — Apenas vi el resultado, le marqué a Daniel y le dije que tenía que venir a mi casa para hablar algo urgentemente. Como es habitual en él, fue muy puntual, lo cual me hizo las cosas aún más difíciles porque el proceso de preparación para decirle fue sumamente corto. Me tomó un rato, y básicamente me lo tuvo que sacar a la fuerza, pero se lo dije... — Ella dirigió su mirada al piso y dejó su explicación ahí, mientras tragaba con fuerza.

- ¿Y qué pasó? — preguntó intrigada.

- No he sabido nada de él desde entonces. — respondió su amiga mientras rompía en llanto y se largaba a los brazos de Peyton, quien la agarró con toda la fuerza que pudo. — Y mis padres al enterarse me dijeron que ni me preocupe en volver a casa porque no era su hija, no era su Ella. — explicó entre sollozos. Las lágrimas comenzaron a brotar también por parte de la castaña, pero las secó rápidamente ya que  había definido ser fuerte por su hermana. — Hice mis maletas, agarré mis ahorros para la universidad y tomé el primer vuelo hacia aquí, porque sabía que tu serías la única que no me daría la espalda. — lloró aún más fuerte.

Más allá de la máscara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora