~Capítulo Seis~

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El fin de semana había llegado a Hogwarts y todos se preparaban para ir a Hogsmeade.

Luego de terminar de abrochar mis botas, me arrodillé para abrir mi baúl y saqué mi nuevo suéter preferido. Uno que la señora Weasley había tejido y el cual había sido mi regalo de esta navidad.

—¿Ya estás lista? —preguntó Hermione, asomándose por la puerta de la habitación y asentí mientras me levantaba.

Caminé hacia a mi mesa de noche y agarré mi liga de pelo por si más al rato quería recogerlo y, finalmente, salí de la habitación.

—¿Desesperada por comprar el nuevo libro? —pregunté mientras ambas bajábamos las escaleras, rumbo a la sala.

—¿Se nota demasiado?

—Un poco.

Hermione sonrió, sus mejillas enrojeciendo ligeramente. Siempre había sido la más apasionada por los libros y el conocimiento.

—Hay tantas cosas nuevas en esa tienda —dijo emocionada—. Tienen una sección completa de textos antiguos sobre magia avanzada que quiero explorar.

—Estoy segura de que podrías pasar horas allí —respondí riendo—. Pero no olvides que también prometimos ir a Zonko's y Honeydukes. No quiero perderme esos caramelos de caldero.

—Por supuesto —dijo Hermione—. Solo una pequeña parada en la librería primero, ¿vale?

Nos encontramos con Harry y Ron en la sala común. Ambos estaban vestidos para el frío, con bufandas y guantes, listos para el viaje a Hogsmeade.

—¡Por fin! —dijo Ron—. Pensé que nunca bajarían.

—No exageres, Ron —dijo Valery—. Tú acabas de bajar hace menos de un minuto.

Harry y Ron rieron mientras Hermione rodaba los ojos, pero con una sonrisa. Los cinco salimos de la sala común y junto a otros Gryffindor caminamos por los pasillos hasta llegar al patio donde McGonagall nos esperaba.

[...]

El viaje a Hogsmeade siempre era una de las mejores partes; los fines de semana me encantaba gracias a estos viajes. Caminamos por los terrenos cubiertos de nieve, disfrutando del aire fresco y las vistas del castillo. Una vez en el pueblo, Hermione nos guió directamente a la librería.

—No tardaré mucho —prometió, antes de apresurarse a entrar.

—¿Crees que realmente no tardará mucho? —preguntó Ron con una sonrisa.

—Lo dudo —respondió Harry, riendo—. Pero tenemos tiempo.

Pasamos un rato mirando escaparates y charlando hasta que finalmente, Hermione salió de la librería con una bolsa de libros y una expresión de pura felicidad.

—Listo, ya podemos ir a Zonko's —dijo con alegría.

—Vamos entonces —dije. Los cinco caminamos por el pueblo, hasta que llegamos a donde Zonko's se encontraba.

Solo que había un detalle: Ya no era Zonko's. Luego de compartir unas miradas confusas, nos adentramos a la tienda y un pelirrojo que conocíamos a la perfección nos recibió con una sonrisa.

—¡Fred! ¿Qué estás haciendo aquí? —exclamó Ron, sorprendido.
El pelirrojo sonrió aún más ampliamente.

—Bienvenidos a Sortilegios Weasley, la nueva sucursal en Hogsmeade. George y yo decidimos expandir el negocio. ¿Qué les parece?

Hermione miró alrededor, observando los coloridos estantes llenos de productos mágicos y bromas de todo tipo.

—Está genial, pero, ¿qué ha pasado con Zonko's? Y, ¿dónde está George? —preguntó la castaña.

—Le hemos hecho una oferta a Zonko que no pudo rechazar y George se encuentra en el Callejón Diagon. Yo estaré aquí por unas semanas mientras acomodamos todo en esta tienda –explicó él—. ¡Adelante, vean!

Los chicos se esparcieron por la tienda, viendo los productos de los gemelos —lo cual no era cosa que no hayamos visto antes, pero siempre nos seguíamos emocionando por igual—. Fred me dió un suave empujón y di una leve risa nasal.

—Nada mal, ¿no? —dijo, moviendo las cejas.

—Sí, nada mal —respondí, sonriendo mientras mis ojos recorrían los estantes llenos de productos mágicos.

Fred sonrió, satisfecho con mi respuesta. Caminamos juntos por la tienda, observando cómo los chicos, especialmente los más jóvenes, se maravillaban con cada invento. Había bromas y artefactos de todo tipo, desde las orejas extensibles hasta los fuegos artificiales Weasley.

—Oye, mira esto —dijo Fred, tomando una pequeña caja de uno de los estantes. La caja estaba adornada con colores brillantes y tenía una etiqueta que decía "Travesuras Totales: ¡Para tus enemigos más queridos!".

—¿Qué hace? —pregunté, tomando la caja con curiosidad.

—Es una de nuestras últimas creaciones. Se llama "Confusión Constante". Básicamente, quien la toque se sentirá perdido y desorientado por un buen rato. Perfecto para alguna que otra travesura.

No pude evitar reírme. Fred y George siempre tenían una manera única de ver el mundo, y su creatividad era impresionante.

—¿Cómo se les ocurrió esto? —pregunté, volviendo a colocar la caja en su lugar.

—Bueno, George y yo estábamos pensando en cómo hacer que alguien se pierda en sus propios pensamientos. Y así surgió la idea.

—¿No es peligroso?

—Sí, pero también es divertido —me guiñó un ojo y no pude evitar soltar una pequeña risa.

Seguimos caminando por la tienda, deteniéndonos de vez en cuando para saludar a algunos conocidos y ver más de los productos nuevos. La tienda estaba llena de risas y emoción, un reflejo perfecto de la energía de los gemelos Weasley.

Mi mirada viajó hacia la ventana más cercana y vi a Snape pasar junto a McGonagall, provocando que arrugara las cejas. Snape rara vez salía del castillo para ir a Hogsmeade.

—¿Algo llamó tu atención? —preguntó Fred.

—Sí, es raro ver a Snape por aquí —respondí, señalando hacia la ventana. Fred siguió mi mirada y soltó una risita.

—Quizás necesita un descanso de ser el maestro de pociones gruñón.

—O tal vez vino a espiar a los estudiantes —dije en tono de broma. Fred se encogió de hombros.

—Sea como sea, seguro no viene a nuestra tienda. No creo que los productos sean de su agrado.

Nos reímos juntos, caminando hacia donde Harry y Hermione veían uno de los productos con fascinación.

𝐓𝐡𝐞 𝐓𝐨𝐮𝐠𝐡 𝐂𝐡𝐨𝐢𝐜𝐞 +18 | Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora