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Al momento en el que el pelinegro terminó de decir eso, el pequeño sintió una ola eléctrica recorrer toda su espina dorsal.

-N-No...- Intenté sonar seguro de mis palabras.

- Pero entonces ¿Cómo sabrás si te gusta que te lo meta o no?- Dijo sonriendo ladino.

-S-Simplemente lo sé.- Una de mis muchas "cualidades" era el no poder quedarme callado ante cualquier situación, simplemente salía de mí.

El mayor volvió a sonreír y se dio La vuelta haciendo que pudiera respirar en paz, pensando, que volvería a jugar con la bolsa, pero no fue así, en un movimiento ágil, el pelinegro me tomó ambas piernas y yo las enrolle alrededor de su cintura al sentir sus labios sobre los míos, era como si esa simple acción lograra que mi cerebro se desconecte de mi cuerpo y este haga lo que realmente quiera.

Me empotró contra la pared sin dejar de besarme y comenzó a tocar mí cuerpo por debajo de mi ropa, a lo que no solo no me queje, como esperaba hacerlo, sino que también enrollé mis manos alrededor de su cuello para intensificar aún más el beso.

Si hace unas semanas atrás me hubieras preguntado si me acercaría a una cárcel, te lo hubiera negado rotundamente y puesto cara de pocos amigos, pero aquí estaba, disfrutando de como la mayor "mierda" de la peor prisión de el mundo tocaba mí cuerpo sin detenerse y lo peor aún, sin que yo lo detenga.

Rodeaba con mis brazos su cuello a lo que el pelinegro reaccionó gruñendo para luego introducir su lengua por toda mí cavidad bucal, sacándome un gemido de sorpresa.

Sus manos pasaban por toda su cintura y yo aún tenía mis piernas alrededor de toda su cintura.

Y fue allí cuando la puerta sonó.

- Yeonjun!- se escuchó una voz, y pude reconocer que se trataba de Taehyun con quien solo había establecido conversación una vez.

El pelinegro gruñó pero no dejo de besarme, ni siquiera se movió un centímetro de mí. -Joder Yeonjun! ¡Llegaron los nuevos reclusos!-

Y fue allí que fui soltado, me sostuve de la pared para no caer, dirigí una mano a mis labios sin poder creer lo que acababa de hacer.

- ¡Ya voy, maldita sea!- Gritó el alto enfadado y tomó su chaqueta colocándosela, y dándose la vuelta para luego irse de allí y dejarme realmente sin saber que hacer y con las mejillas sonrojadas.

Vi como caminaba a lo largo de La cancha para luego abrir las grandes puertas y salir de aquel gimnasio, suspiré respirando intranquilamente mirando el piso aún sin saber muy bien qué hacer con mí vida, oí la puerta ser abierta otra vez y levanté mí mirada hacia ella, pero no era el pelinegro, sino que se trataba de un sonriente castaño que venía dando saltitos hacia mí y al llegar me miró con cara pervertida.

- Y... Cuéntame todo- Dijo sonriéndome.

- ¿Todo de que?- Pregunté viéndolo incrédulo y sonrojándome al recordar lo que había visto, no le iba decir sobre eso... prefería olvidarlo.

-¿Cómo se siente hacerlo en un gimnasio? ¡Tontito!- Dijo haciendo una seña con su mano en tono de obviedad.

-Yo...No...No te incumbe- Dije sonrojándome.

-Awww, tierno!- Dijo pellizcando mis mejillas- ¿Vamos a ver a los nuevos?- Preguntó muy entusiasmado.

- ¿Nuevos?- pregunté sin saber a qué se refería, como la mayoría de las veces. - ¡Oh! Hoy traen a convictos de otra prisión para que peleen contra los de está prisión, es una celebración que ocurre cada 3 años, es más, Yeon es el ganador siempre- Dijo guiñandome un ojo.

-Y ¿De qué va?- pregunté incrédulo: mala idea definitivamente .

EL CONVICTO - YeonGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora