Cap. 7 Mirajane, la quinta llave

8K 576 124
                                    

10 minutos antes...

Lucy vio a Levy perderse entre las casas y las calles, así que decidió pasear por la ciudad, pero una chica que casi nunca sale de casa ¿como puede saber hacia donde va? Y ese fue el gran error de Lucy, porqué en cuestión de minutos mientras sus ojos se llenaban de luces, se había perdido.
Siguió caminando un poco tratando de orientarse pero parecía no poder encontrarse ni a sí misma.

Por otra parte, Natsu regresaba de la casa de su hermano Romeo, y no ocultaba la intranquilidad en sus ojos, porqué jamás había visto a Romeo tan preocupado por una humana, lo cual le hizo temer por su hermano, aún que no lo creía tan idiota como para perderse de esa manera, porqué él sabía lo que podía pasar...
Al llegar a la ciudad, el pelirosa se encaminó a la posada donde estaban los chicos pero algo captó su atención; una nada fea chica rubia que parecía pérdida.
Se acercó a ella por detrás.
-¿Necesitas ayuda? -le dijo con tono lascivo.
Lucy se volteó estrepitosamente y quedó frente al rostro de él.
-¿Eh? No, estoy bien, gracias -contestó ella con una sonrisa fingida.
-¿Estás segura? Pareces pérdida.
-Sí, bueno, en realidad me gustaría llegar al centro de la ciudad, pero puedo encontrarla sola -dijo nerviosa-. Gracias de todas formas.
-Pero ¿cual es la prisa? -Natsu sonrió y se acercó más a ella.
-Por favor joven, déjeme en paz -exclamó Lucy, asustada por la actitud del pelirosa y dio unos cuantos pasos hacia atrás.
Natsu cambió la expresión de su rostro por una más tenebrosa y tomó bruscamente a Lucy del brazo.
-No voy a dejarte ir tan facil, portadora de mi alma -le susurró al oido.
-¿De qué habla? Suelteme -dijo Lucy.
-¡Liberame! -gritó Natsu y Lucy se sintió caer al suelo.
Se había desmayado, pero no sin antes haberle entregado forzosamente su alma a Natsu, mismo que la comió con delicadeza. Luego se volvió a Lucy.
-No aguantas nada -bromeó-. Al menos no tendré que hechizarte, pero eso significa que después recordarás todo y me volveré el más buscado de este estúpido reino, a demás estás muy buena como para desperdiciar la oportunidad -rió.
Lucy empezó a reaccionar.
-Cielos, pero que linda estás, portadora de mi alma.

-Lucy, Lucy -gritaba alguien a lo lejos.
-Bah, ¿no me digas que te buscan a ti? -le dijo a la desmayada Lucy-. Igual no espero que contestes, mejor te cuidaré hasta que despiertes para hechizarte.

Natsu se dirigió hacia una posada en dirección contraria a la posada donde realmente residía, al llegar pidió una habitación pequeña y en ella metió a Lucy.
La acostó y se sentó a su lado.
-¿Qué recuerdo podría poner en tu mente? -murmuró-. Oh, pero que buenos pechos tienes, me recuerdan a los de una novia antigua que tuve, espero que no te moleste si los toco un poco -dijo Natsu y empezó a apretar el seno izquierdo de ella.
Conforme lo seguía amasando el pezón se erectaba y la excitación de Natsu crecía, tal vez era porqué no había sentido a una mujer en mucho tiempo o quizá ella estaba demasiado linda. Le habría levantado la blusa y desabrochado el sostén si no fuera por la mano de la chica que se posó sobre la de él.
-No diré nada pero por favor, no me hagas daño -dijo Lucy con lágrimas en los ojos.
Natsu la miró perplejo por un segundo.
-¿Cómo te llamas?
-Lucy de Ágata -contestó.
-Entonces debes ser una hija del rey Makarov, ¿o me equivoco? -preguntó él.
-Sí, pero quisiera saber quien eres tú.
-Natsu Dragneel.
-Señor Dragneel, por favor, déjeme ir -rogó Lucy.
-Vamos, no soy tan viejo para que me digas señor -rió Natsu-. Vale, pero no estoy seguro acerca de que no le dirás a nadie de esto.
-Yo me refería más bien a lo de la esfera roja saliendo de mis manos -respondió Lucy.
-Oh... -Natsu se preocupó-. Realmente lo viste, bueno, no son cosas que te incumben, ahora mejor vete de aquí, si quieres llegar al centro solo debes seguir el camino derecho, no hay pierde.
Lucy asintió, dio las gracias y se fue, mientras que Natsu se tomó la cabeza con las manos.
-Que idiota eres -pensó Natsu.

-Lucy -gritaba Levy.
-Aquí estoy -contestó Lucy mientras se acercaba.
-¿Dónde rayos estabas?
-Eh... me perdí -mintió la rubia.
Levy expresó su enfado en su expresión y junto a Lucy se fueron a casa.

Un ángel para cada demonio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora