1.- El primer sueño.

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El maquinista era un señor puntual. Siempre hacía sonar el silbato a las 7am. Para Charles le venía de maravilla, siempre lograba levantarse tempano y empezar magrugadoramente su rutina. Así que como era costumbre, en cuanto el reloj indicó 7 en punto el silbato sonó estrepitosamente, Charles abrió abruptamente los ojos, lo admitía, dormir en los primeros vagones no era buena idea, volvió a sonar el silbato, Charles pasó una mano por su cabello. 

— Ya entendí, ya. —Dijo molesto—. Mi amigo, tu puntualidad es una virtud, pero tu falta de sutileza y comprensión es sencillamente dolorosa. —Charles río para si, sabía muy bien porque el viejo conductor se hacía el chistoso con el silbato, por supuesto, para que aquel joven bajito, cabello azabache y ojos azules no comenzara tarde con su trabajo ( o simplemente sólo para molestarlo).

Cambió de camisa, el pantalón era el mismo que hace ya tres días, el chaleco tenía un sólo una usada y el saco sólo lo usaba de noche. Había cargado consigo dos pares de pantalones, dos chalecos, cinco camisas, una corbata y un saco. Todo eso para dos semanas. Lo que daría por un baño caliente, un pantalón limpio, calcetas secas y principalmente, un cambio de calzoncillos. 

Charles era un hombre brillante, graduado de Harvard y actualmente estudiando una especialidad en Oxford. Era una persona confiable, por ese motivo, en cuanto el joven Hank McCoy acabo terriblemente enfermo, Xavier fue sin dudar su mejor opción para reemplazarle en aquel viaje. No pudo negarse, era un asunto importante, así que llenó su maleta con la poca ropa que tenía en su oficina, ahora se arrepentía tanto. 

Amablemente la señora de a lado le regaló (como todas las mañanas) una tetera con agua caliente y le prestó el espejo de su tocador. Pudo lavarse un poco, acomodarse la camisa y peinarse decentemente, lo que daría él por tener un vagón recámara como aquel. Pero no, fue sentenciado a dormir en un vagón normal, con asientos y jodidamente cerca del silbato del tren, después de todo, él no era pasajero normal(ni mucho menos de primera clase). Agradeció como siempre, y volvió negarse a una taza de té, no es que no le gustara, pero en las mañanas aveces extrañaba el café, y más ese día, una vez más perdió horas de sueño, nuevamente extrañas imágenes y extraños sueños venían a él cuando dormía. Necesitaba espabilar. 

Recordaba la primera vez que empezó con eso, fue el mismo día que lo conoció a él, un día bastante agitado. Aún sus mejillas ardían cuando recordaba que prácticamente había hecho el ridículo. 


— Erik. —La palabra escapó de sus labios. El otro lo miró desconcertado, pero él también lo estaba, hace poco había dicho su nombre, pero, Charles estaba hecho un lío—. Disculpa, ¿somos conocidos

—Erik volvió endurecer la mirada. 

— No. —Dijo frío—. En mi vida te he visto. —Charles arqueó una ceja, y sin querer sonrío.

— Mi nombre sólo salió de tu boca. —Una sonrrisilla burlona empezó a formarse en los labios de Charles—. Algo como "Él debe llamarse Charles" —Erik empezó a relajar su ceño. 

— Pues, aunque te parezca loco...

— No, para nada, lo mismo me ha pasado. —Curiosamente, el hombre frente a el sonrió.


Después lo supo, él era uno de los ingenieros alemanes que venían como él a probar el poder de esta "nueva bala". Se llamaba Erik Lenhsherr, un hombre misterioso. Y como si de un mago se tratara, cuando su mente comenzó a divagar en la terrible coincidencia que traía la llegada de Lenhsherr con los extraños y mortificantes sueños de Charles, el susodicho apareció en la otra esquina del vagón.


 — Xavier. —Charles le dedicó una mirada de ligero enfado, Erik entendió—. Quiero decir, Charles. 

— Erik. —Saludó—. ¿Qué ocurre?

— Xa... Charles. —Charles se contuvo el soltar una risita—. Mas tarde, debemos hablar. —El ojiazul se sorprendió, no es como que él y Erik fuesen cercanos, llevaban al rededor de tres días de conocerse.

— Oh. —Y ahora podía sentirse un poco nervioso—. ¿Puedo preguntar motivos? —Lenhsher pareció molestarse.

— Tengo un, asunto que tratar.

— ¿Merendamos juntos entonces? —Erik, trató de sonreír, con esa ligera torcedura de su boca hacía arriba de un lado de una comisura. Charles apostaba que con tan seductores gestos Erik era sin duda alguien popular entre las damas.

— Gracias. 


Eran poco más de las 6 de la tarde, la caldera fue su último lugar para reportar, así que como prometió, en cuanto terminó ahí se dirigió al vagón recámara de Erik (si, aquél no era tan desdichado como él y tenía un lugar decente donde descansar) llamó a la puerta, sin demorarse Erik abrió, sin duda, parecía ser urgente aquello que tenían que hablar. Le hizo pasar, y curiosamente (después de todo no esperaba que Lenhsherr fuera alguien que lo tomara) le sirvió una taza de té. 


— Charles. —Le dijo casi al instante de servirle la bebida—. Soñé contigo. —Xavier casi sintió asfixiarse con la bebida. 

— ¿Disculpa? —Preguntó entre tos y respiraciones agitadas—. ¿Exactamente, cómo?

— Charles. —Sin duda, Erik lo ponía nervioso—. ¿Realmente no nos conocemos de antes? —Charles sintió que empezó a sudar, ¿qué era todo aquello?

— No, me parece que no. —Dejó de lado su taza, y pasó una mano sobre su pelo—. ¿Que soñaste?

— No está claro. Pero lo fuese no era aquí, ni en este tiempo. —Charles se quedó petrificado en su lugar—. Un paisaje arenoso, un terrible olor a incienso. Decías "No cederé a tu faraón" o algo así. —Xavier tragó saliva.

— ¿Es la primera vez que sueñas algo como esto? —Esperaba que no fuera lo que estaba pensando.

— No. —Soltó súbitamente—. Es la primera vez que te he visto, pero no mi primer sueño de este tipo.

— ¿Hace cuanto?

— Hace tres días. —Charles sintió que un balde de agua fría caía sobre él. ¿Es que acaso si se conocían antes?  


Hola~ actualizo tarde porque soy horrible en esta vida </3 Como sea, gocen el capítulo~ Y por fin he actualizado Vientos de Cambio <3 pueden perdonarme un poco*Auto-spam detected* 

Ya, como sea, tengan bonita lectura~

Vidas pasajeras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora