3.- Encuentro.

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El silbato del tren aún no sonaba pero Charles ya estaba levantado, no quería calcular la hora exacta, pero probablemente era muy temprano para cualquier persona. Logan no despertaría hasta casi una hora después que todos los pasajeros, a veces Charles se preguntaba porque habían enviado a ese hombre con él, hasta Moira, que era apenas primeriza en la universidad, sería de más ayuda que él.

Para su fortuna, el maquinista estaba siempre en su puesto, no importara qué tan temprano fuera a buscarlo, él estaba ahí (¿Sí dormiría el pobre hombre?) Charles disfrutaba de la compañía de ese viejo, y muchas veces le ahorraba las molestias de revisar él mismo la caldera y el mecanismo, que aunque no era necesario hacerlo diario, Charles lo hacía tan diligentemente que probablemente se había ganado ya la admiración del conductor.

Hacía un frío inusual esa mañana, y en ese momento estaba agradecido con Raven y hasta con el poco útil Logan, gozaba del calor de su grueso abrigo. Ahora sí, con la mente más despierta Charles no pondría queja en adivinar la hora, aún no amanecía, las cuatro de la mañana quizá. Se frotó los párpados, y suspiró tan profundo que sentía que la vida misma se le iba al hacerlo. Dios Santo ¿Qué no se había dormido pasada de la media noche? ¡Ya ni sabía ni a quién maldecir! Si a Logan por cambiarlo repentinamente a ese vagón, o a Hank por enfermar, o a Erik por empeñarse en aparecerse hasta en sus sueños.
— ¿Todo bien joven? —El maquinista estaba a su lado, ofreciéndole una tentadora taza de té.
— Descuida Louis. —Contestó aceptando alegremente la taza—. Ha sido un largo viaje, es todo. —El viejo Louis sonreía divertido, parecía burlarse secretamente de sus palabras—. Aunque usted ya debe estar acostumbrado, supongo.
— Ser joven es difícil, admitámoslo. —El anciano hablaba delicadamente, por eso le gustaba pasar ahí el tiempo, lo relajaba en cierta forma—. Aunque la vejez está llena de cansancio y enfermedades, siendo joven experimentas muchas nuevas experiencias y primeras veces. A veces es duro.
— Toda la vida seguimos experimentado cosas nuevas, mi respetable amigo. —Su taza empezaba a vaciarse y Louis se dio cuenta de eso, sin preguntar nada se paró por la tetera.
— Cuando tenga mi edad, joven, sólo unas cuántas cosas nuevas podrán sorprenderle.

¿Sería cierto? si tuviera la edad de Louis ¿Cómo afrontaría el asunto con Erik?

. . .

Había algo bueno con tener a Logan ahí, no sabía exactamente los métodos, y temía por la seguridad del pobre cocinero, pero conseguían la comida caliente, a tiempo y en forma, la misma que servían a los pasajeros. Muchos de los que viajaban con él era gente adinerada, o periodistas, o investigadores importantes, es decir, había calidad en lo que se servía como comida. Ya no se quejaría por obtener lujos, como lo hizo con la habitación, la comida era espectacular. Estaba orgulloso, aunque más que nada asombrado, de convencer a Logan de no hacer las comidas en el comedor, terminaban saboreando tan finos alimentos en el vagón de carga, junto con Louis el maquinista, o en su habitación; al menos Logan no estaba interesado en preguntar la razón.

El plato de ese día era un filete de pescado sazonado con finas especias, un puré de patatas que olían a gloria y ensalada común y corriente, que estaba casi seguro que Logan no la comería. Había dormido casi nada, estaba terminando de redactar el reporte de esa semana, y además había huido increíblemente rápido de la cocina, con temor a que su plato se cayera en el camino, al oír la voz de Lenhsherr lo suficientemente cerca. Estaba agotado y ese puré sería su desahogo.
— Charles, no sólo estabas vestido como un vagabundo, ¿también comías como uno? —Habló Logan, con su usual tono que parecía que te arrojaba las palabras como golpes de boxeo—. Sin mencionar que dormías como uno ¿Has cambiado de vocación?
— Logan, tengo muchas razones para disfrutar de la comida hoy, no lo arruines. —Charles ni siquiera lo miró, sus ojos estaban concentrados en ese pescado.
— No tengo nada en contra si quieres ser limosnero. —Charles decidió que iba a ignorar ese comentario—. Pero sí tengo algo en contra si colapsas en este viaje por falta de sueño. Me culparán a mí. —Logan terminó de hablar dejando de lado su plato. Efectivamente, la ensalada estaba intacta.
— Sólo hoy. —Contestó Xavier intentando no ahogarse con la comida.
— No sólo es hoy. —Logan empezaba a encender su habitual puro—. Los únicos momentos que te veo en el vagón son las pocas veces que comemos, o cuando me despierto en la noche a orinar. ¿Siquiera duermes ahí? Ya te lo dije, si quieres volver de limosnero a dormir con las maletas, o con el maquinista, mejor para mí. Más espacio.
— Tú te levantas muy tarde, es eso.
— Ni la Reina madruga desde las 4 de la madrugada. Te lo podría jurar. —Ahora a Charles el puré le sabía amargo.

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⏰ Last updated: Dec 02, 2016 ⏰

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Vidas pasajeras.Where stories live. Discover now