El susto (54)

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Juanjo

Creía que el Juanjo fiestero había desaparecido, pero nada más pisar la discoteca, las luces y la música me envuelven y mi cuerpo se mueve por sí solo.

Hacía tiempo que los seis no nos juntábamos y estamos disfrutando de esta noche como si fuera a ser la última que fuéramos a vivir.

-Sois mis mejores amigos. Os quiero la vida.- Grito por encima de la canción que está sonando. Las caras de mis cinco amigos son de sorpresa, pues no están acostumbrados a que sea tan cariñoso con ellos.

-Os quierooo.- Bea habla aún más alto que yo y los seis nos unimos en un abrazo grupal.

-¡Arriba los friends. We're the best!

Después de beber unas copas más y agradecer mil veces el tenernos como amigos, decidimos que es tarde y que deberíamos de volver a casa. Martin y Ruslana tienen que actuar en la gala de la academia en unos días y mañana tendrán que seguir ensayando, así que necesitan descansar.

Camino agarrado de la mano del vasco mientras vamos hablando animadamente. Vamos por detrás de nuestros amigos, que ya están llegando al portal.

-¿Entráis o qué?- Nos grita Álvaro.

-Si coño, ya vamos.- Pero Martin se para y me pega a la pared del edificio. Oímos la puerta cerrarse y entonces me besa.

Voy a decir algo cuando nos separamos para buscar aire, pero una voz desconocida habla antes que yo.

-Putos maricones.

Siento como todo el cuerpo de Martin se eriza y los dos nos paralizamos. Se separa de mí y vemos a un grupo de chicos acercarse hacia nosotros.

Que no pase nada malo, por favor...

-Míralos. Que patéticos.- Dice otro, y yo busco la mano de mi chico, intentado tranquilizarle, porque puedo oír cómo su respiración aumenta con cada segundo que pasa.

-Oye, no queremos movidas, ¿vale?- Tiro de Martin hacia el portal para alejarlo de ellos. Su mirada está fija en un punto del suelo y no se mueve.

-Eso, huir como las perras que sois.

Las palabras de esos gilipollas se me graban a fuego en la cabeza y me encienden cada vez más, pero sé que encararlos ahora sería mucho peor que callarme y no hacer nada.

Martin por fin me mira, y veo en sus ojos que está aterrado. Consigo llegar al portal con él a mi lado. Algunos del grupo vienen detrás nuestro.

-Ya estamos, cariño.- Noto su pulso acelerado cuando agarro su muñeca, mientras intento que no se me caigan las llaves de las manos, que me tiemblan descontroladamente.

-Iros antes de que os peguemos una paliza, putitos.- Las ganas de girarme hacia ellos y cruzarles la cara a cada uno no se me van, pero me tengo que mantener quieto por Martin.

Al fin consigo meter la llave en la cerradura del portal y me aseguro de que el vasco entra antes que yo. Una vez seguros, le cojo la cara para mirarle y se echa a llorar como un niño.

-Amor... Estamos bien.- Me abraza y acaricio su espalda para acallar los sollozos que salen de su garganta.- Ya estamos a salvo. No nos van a hacer nada.

Sigue llorando desconsoladamente y no se como pararlo. Se me rompe el alma al verle así.

-Martin, vamos a casa, venga.- Consigo que se calme un poco y nos metemos en el ascensor. Su mano tiembla agarrada a la mía y no parece querer separarse de mi.

Mi refugio ~JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora