36

315 29 3
                                    

Rahel:

—Únicamente voy a dejar de quererte cuando tenga evidencia de que alguien te quiere tan solo un poquito más que yo —escuché su voz, pero no me atreví a abrir los ojos.

Sentí su aliento cerca de mi rostro, reconocí su olor y su respiración pausada, era una cobarde. No podía darle la cara después de lo ocurrido anoche.

El sonido de la puerta al cerrarse es lo que provoca que me levante de golpe. Estoy en el sofá, Caín sigue dormido en un sillón y Hades es quién acaba de irse.

Estoy consiente de todo. Recuerdo cada caricia, cada beso, cómo ambos me hicieron suya, como habíamos terminado exhaustos, sin ánimos de hablar. Me quedé dormida a altas horas de la noche, sin tener que preocuparme por un mañana, pero el sol salió y el peso de lo que hicimos cayó sobre mí.

Ahora tenía más dudas que antes.

—Buenos días, preciosa —Caín se despierta, justo en el momento que planeaba inicial un debate interno.

—Hola —pongo mi boca en línea fina y observo mi cuerpo, detallo partes de mi piel con tonos rojizos y marcas que tardarían días en desaparecer.

Me pongo de pie en busca de algo para cubrir mi cuerpo, ya que solo traía las bragas.

—Con respecto a lo sucedido… —empieza a hablar y yo quiero que la tierra me trague.

—Detente, no sé qué decir y es mejor no tocar el tema.

—Esto es nuevo para ti —insiste—, pero te recuerdo que Hades y yo...

—No soy ella.

—El punto es...—se me acercó tomando mis manos—. Qué para nosotros esto no es algo nuevo, tienes derecho a estar confundida, incluso a no querer llevar este estilo de vida.

—¿Me estás diciendo que puedo llevar una relación con ambos?

—Si eso quieres, yo estaría dispuesto.

—No lo sé —me paso las manos por el rostro—. Tengo que pensar bien las cosas y no sé si Hades esté dispuesto y yo… es que no sé.

—Si Hades te quiere más de la mitad de lo que te quiero yo, te aseguro que lo hará.

—No se trata de eso.

—¿Le amas?

—Sí.

—¿Me amas a mí?

—Tengo dudas, supongo que si amaba a Hades no debería sentir cosas por ti.

—No tienes que sentirte culpable.

Lo hago.

Claro que me sentía culpable, jamás imaginé estar en una situación como está. Amaba a Hades, lo idealizaba desde que era una niña, pero supongo que algo cambió cuando empecé a sentir cosas por Caín. 

No quería perder a ninguno de los dos, por ende no iba a elegir entre ellos.

—Empacaré mis cosas para mudarme contigo.

—Con respecto a eso —explica—. Tengo unos asuntos que resolver y estaré de viaje en la próxima semana, si prefieres puedes quedarte aquí, hasta que yo regrese.

Hice silencio en lo que pensaba cuál de las opciones era la mejor.

—También puedo llevarte a casa y Fer estará encantada de pasar tiempo contigo mientras yo esté fuera. Tú eliges.

Mi teléfono comienza a sonar y lo tomo aceptando la llamada entrante de un número desconocido.

—¿Hola? —nada, un poco de interferencia y sonidos cortantes.

Deseo Impuro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora