Lugar Seguro

259 23 10
                                    

—Oye, ¿es cierto que tienes dos padres?

Jihoo levantó la vista de su mochila. El niño nuevo estaba frente a su mesa, más cerca de lo que hubiera querido.

—Sí —contestó en su tono bajo habitual.

Quería que se fuera, le había escuchado comentar cosas sobre él durante toda la mañana, pero era la primera vez que le dirigía la palabra. Siguió guardando sus cuadernos y Tablet, deseando que entendiera la indirecta, pero no fue el caso.

—¿Por eso tú también eres gay?

—¿Qué? —Jihoo le miró sin entender.

—¿No sabes lo que significa? —se rio— Ya sabes, como tus padres.

Cerró la mochila.

—Sé lo que significa —estaba empezando a enfadarse— Y no lo soy.

Se llevó la mochila al hombro y salió del aula algo deprisa. Quería huir de ahí, le había hecho sentir mal y lo menos que quería era llorar frente al nuevo. Llorar no es malo, recordó las palabras de su padre Yoosung. Pero todavía tenía miedo de hacerlo delante de alguien que no fuera su familia, podría reaccionar de forma violenta o reírse de él.

—¡Oye, Kim Jihoo!

Apretó el paso para salir cuanto antes del edificio. No se podía correr por los pasillos. Cuando vio la puerta se sintió aliviado, aunque apenas le duró lo que tardó en atravesarla y salir al patio. El chico nuevo le agarró del brazo, parándole.

—Parece como si estuvieras huyendo de mí —rio.

—D-déjame tranquilo —se atrevió a decir— Tengo planes ahora.

***

Joonwoo atravesó el recinto escolar con su uniforme, destacando entre los niños que salían. Algunos se le quedaron mirando, cosa que no le molestaba, y otros ya le conocían de ocasiones anteriores. No era la primera ni la última vez que aparecía por allí.

Levantó la vista hacia las ventanas, por si sus primas pudieran estar ahí observándole. Sabía que no, porque en teoría estaban de excursión, pero prefirió asegurarse. Todavía recordaba el día que le había llovido caramelos en ese mismo lugar. Un milagro del Dios Seven, lo habían llamado ellas, una ofrenda para los dos. Joonwoo les había aclarado que las ofrendas eran de las personas a los dioses, no al revés, pero ellas simplemente se habían reído y entrado de nuevo en el edificio. Por supuesto, entre los dos habían recogido todos los caramelos del suelo y se habían comido algunos aquella tarde. Todavía le quedaban más que guardaba en su habitación.

—Te dejaré ir cuando me respondas sin mentir.

Una voz algo elevada llamó su atención. Jihoo estaba en la puerta del edificio, junto a otro niño que le agarraba del brazo. El castaño intentaba liberarse, pero sin mucha fuerza.

***

—N-no te he mentido.

—No te creo. Dime la verdad. Eres muy femenino para ser un niño normal, seguro que tus padres te obligan a vestirte así para que seas como ellos.

—S-soy así. No me obligan.

La horquilla se le había caído al suelo del forcejeo, o intento de forcejeo, por lo que el pelo se le iba a la cara. Aunque casi lo agradecía, así su compañero no podía ver sus ojos a punto de desbordarse.

—Entonces es que también te gustan los chicos —le dijo con una mueca desagradable.

—C-creo que no.

Mis One-shots de Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora