Capitulo 12. ♟️

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Rhayshera.

Sentía el frío del suelo bajo mis pies y, de vez en cuando, el roce áspero de una rata que se escabulle en la oscuridad, provocándome pequeños sobresaltos, mientras volvía

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Sentía el frío del suelo bajo mis pies y, de vez en cuando, el roce áspero de una rata que se escabulle en la oscuridad, provocándome pequeños sobresaltos, mientras volvía.

Me acerqué a la puerta que conectaba el pasadizo con mi habitación, mi mente repasando frenéticamente la imagen del Príncipe corriéndose sobre ese trozo de tela. Empujé de prisa y temblorosa la puerta, necesita bañarme y ocuparme del hormiguero entre mis piernas. Estaba a punto de cerrarla cuando una mano pálida y firme la detuvo.

Me giré bruscamente, mi respiración atrapada en la garganta. Allí estaba Aemond, su cabello desordenado y sus ropas ligeramente desalineadas. Su ojo brillaba con una intensidad peligrosa y su voz, cuando habló, fue un susurro sofocante que hizo que un escalofrío extraño recorriera mi columna vertebral.

—Es descortés irse sin saludar —dijo, su aliento caliente contra mi rostro—. Y sin ofrecer ayuda.

—Solo quería saber a dónde lleva el pasadizo —menti con inocencia. Mi mente tratando de pensar en una salida, una excusa, cualquier cosa que pudiera aliviar la tensión entre nosotros.

Sin darme tiempo a reaccionar, Aemond me empujó suavemente hacia atrás, cerrando la puerta detrás de él. El sonido del cerrojo resonó en la habitación, junto con un suspiro ahogado de mi parte. Avanzó hacia mí, con paso lento y deliberado, hasta acorralarme contra la fría pared.

—¿Qué haces? —trate de separarme, pero me sostuvo poniendo una de sus manos sobre mi cintura ejerciendo presión—. No me gustan los juegos.

—Es que nunca has jugado conmigo.

Con su mano libre acuna mi mejilla, pasando por sobre mis labios su dedo pulgar. La sangre me hierve al tenerlo tan cerca, si no logro quitármelo de encima, terminaré cediendo a mi lujuria.

—¿A qué jugaremos? —cuestiono con diversión, tratando de disimular todas las sensaciones que me están quemando por dentro—. ¿A lo que jugaban las sirvientas con Aegon cuando éramos niños?

—Ya no somos unos niños. Ambos sabemos perfectamente que pasaba dentro de ese lugar y lo que pasará ahora en esta habitación.

—Yo no lo tengo claro.

—Te deseo, Rhayshera —confiesa, acelerando mi corazón como si no lo supiera—. Te deseo desde hace años aún con tu ausencia. Me estoy quemando por ti, desde que regresaste y ahora que tengo así, nada hará que te deje ir.

—Aemond…

No sabía si eso era una advertencia, o una súplica. Tenía un plan y era consciente de que tendría que cumplir con mis deberes maritales, no me molestaba la idea en realidad pero debía controlar la nube de lujuria que nubla mi mente al tenerlo cerca.

Volvió a presionarme, contra su cuerpo y pude sentir lo duro que estaba. Acaricié la parte de atrás de su cuello, rozando nuestros labios dejando que nuestras respiraciones se mezclarán.

Deseos Crueles || Aemond Targaryen.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt