El último Templario.

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Era el año 1314 y el fuego ardía en la hoguera donde iban a quemar al último gran maestre de los templarios, Jacques de Molay. Había sido torturado y condenado por la Inquisición, acusado de herejía, idolatría y sodomía. El rey de Francia, Felipe IV, había ordenado su ejecución para apoderarse de las riquezas y las propiedades de la orden. Pero de Molay no estaba solo. A su lado, en otra pira, estaba Geoffroy de Charnay, el preceptor de Normandía, otro alto dignatario templario. Ambos habían rechazado confesar los crímenes que se les imputaban y habían defendido la inocencia de su orden hasta el final.

Antes de morir, de Molay pronunció unas palabras que resonaron en el aire:

—Dios lo sabe, que somos inocentes. Yo os conjuro, que nos venguéis. Que la maldición caiga sobre aquellos que nos condenan injustamente. Dios vengará nuestra muerte. Señor, perdona a nuestros enemigos.

Según la leyenda, su profecía se cumplió. Poco después de su muerte, el papa Clemente V, que había sido cómplice de la persecución de los templarios, murió de una enfermedad. El rey Felipe IV sufrió un accidente de caza y también falleció. Sus hijos le sucedieron en el trono, pero ninguno de ellos tuvo descendencia, lo que provocó el fin de la dinastía de los Capetos y el inicio de la Guerra de los Cien Años. Pero lo que nadie sabía era que de Molay no era el último templario. Había uno más, que había logrado escapar de la captura y que guardaba un secreto que podía cambiar el destino de la cristiandad. Se llamaba Pierre de Baudricourt y era el custodio del tesoro templario, el cual había escondido en un lugar seguro antes de la caída de la orden.

Pierre había jurado proteger el tesoro con su vida y esperar el momento oportuno para revelarlo al mundo. Entre las reliquias que guardaba, había una que era la más preciada y la más peligrosa: el Santo Grial, el cáliz que había usado Jesús en la Última Cena y que contenía su sangre. Pierre sabía que el Grial era el objeto más codiciado y más temido por la Iglesia, pues podía demostrar la verdadera naturaleza de Jesús y su descendencia. Los templarios habían descubierto el Grial en Jerusalén, durante las cruzadas, y lo habían custodiado desde entonces, siguiendo las enseñanzas de una antigua secta gnóstica que conocía el secreto del Grial.

Pierre tenía la esperanza de que algún día, el Grial pudiera ser usado para restaurar la paz y la unidad entre los cristianos, y para revelar la verdad sobre Jesús y su mensaje. Pero también sabía que había muchos enemigos que querían destruir el Grial y a los que lo poseían, pues temían que su poder y su autoridad fueran cuestionados. Por eso, Pierre vivía oculto, cambiando de nombre y de lugar, y vigilando siempre sus pasos. Sabía que la Inquisición y los agentes del rey de Francia lo buscaban, así como otros grupos secretos que ansiaban el Grial. Entre ellos, estaba la Orden del Dragón, una sociedad oculta que veneraba al diablo y que pretendía usar el Grial para sus fines malignos.

Pierre tenía una misión: encontrar a alguien digno y confiable que pudiera heredar el tesoro templario y el Grial, y que continuara la obra de los templarios. Pero no era una tarea fácil. ¿Cómo encontrar a alguien que fuera fiel, valiente, sabio y puro de corazón? ¿Cómo confiar en alguien en un mundo lleno de traiciones y mentiras? Pierre no lo sabía, pero el destino le tenía reservada una sorpresa. Un día, en una posada de un pueblo de Francia, conoció a una joven llamada Isabelle, que era la hija del dueño. Isabelle era una muchacha hermosa, inteligente y bondadosa, que soñaba con viajar y conocer el mundo. Pierre se sintió atraído por ella y pronto entablaron una amistad.

Isabelle le contó que su padre había sido un caballero que había luchado en las cruzadas, pero que había muerto cuando ella era pequeña. Le dijo que su madre también había fallecido y que ella se encargaba de ayudar a su abuelo, que era el dueño de la posada. Le dijo que le gustaba leer y aprender, y que tenía una gran curiosidad por la historia y los misterios. Pierre le contó que él era un comerciante que viajaba por Europa, y que le gustaba coleccionar objetos antiguos y raros. Le dijo que tenía algunos libros y mapas que le podía mostrar, y que le podía enseñar algunas cosas que había aprendido en sus viajes.

Así fue como Pierre e Isabelle se hicieron amigos y empezaron a compartir sus conocimientos y sus sueños. Pierre se dio cuenta de que Isabelle era una persona especial, que tenía una mente abierta y un corazón noble. Se preguntó si ella podría ser la elegida para recibir el tesoro templario y el Grial. Pero antes de revelarle su secreto, Pierre quiso ponerla a prueba. Le propuso que lo acompañara en un viaje a una abadía cercana, donde había un amigo suyo que era un monje. Le dijo que allí había una biblioteca con libros muy antiguos y valiosos, y que quizás encontrarían algo interesante.

Isabelle aceptó la propuesta, pues le encantaba la idea de viajar y de ver la abadía. Se prepararon para el viaje y salieron al día siguiente, montados en dos caballos que Pierre había alquilado. Lo que Isabelle no sabía era que Pierre tenía otro motivo para ir a la abadía. Allí estaba escondido el tesoro templario y el Grial, en una cripta secreta que solo él conocía. Pierre había decidido que era el momento de mostrarle a Isabelle su verdadera identidad y su misión. Pero también sabía que el viaje era peligroso, pues había muchos que los seguían y los espiaban.

Entre ellos, estaba el líder de la Orden del Dragón, un hombre llamado Lucien, que había descubierto la existencia de Pierre y del Grial, y que estaba obsesionado con conseguirlo. Lucien era un mago negro, que practicaba la nigromancia y la alquimia, y que tenía el poder de controlar a las bestias y a los elementos. Lucien había enviado a sus secuaces a perseguir a Pierre e Isabelle, y a capturarlos o matarlos. Así comenzó la aventura de Pierre e Isabelle, una aventura llena de peligros, sorpresas, revelaciones y emociones. Una aventura que los llevaría a descubrir el secreto de los templarios y el Grial, y a enfrentarse a sus enemigos y a sus propios miedos. Una aventura que cambiaría sus vidas para siempre.

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