|16| Los monstruos no hacen cosquillas ©

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    Me despierto, pero en esta ocasión no estoy en la enfermería ni tampoco tengo una nota. Tardo poco tiempo en darme cuenta de que estoy en la habitación de James. Mi padre está sentado a mi lado con su cabeza apoyada en mi mano, la cual sostiene entre las suyas.

    Sus ojos cerrados y el movimiento lento de su torso me da a entender que se ha quedado profundamente dormido.

    «¿Cuánto tiempo ha pasado?».

    Me pregunto mientras trago saliva con fuerza.

    Tengo la ligera sensación de que he estado toda la noche gritando.

    Me duele la garganta y la siento reseca.

    Observo a mi lado, entreabriendo mis ojos, alargo mi brazo e intento llegar al vaso de agua sin despertarlo, pero me resulta imposible hacerlo.

    Me sorprendo cuando descubro que hay más personas en la habitación.

    Elijah tiene colocados los audífonos en sus oídos mientras recuesta su cabeza en la pared, detrás suyo. Con los ojos cerrados, mueve los labios cantando en silencio, solo para él.

    Waylon, a su lado, está leyendo ensimismado un cuaderno.

    Sostiene una página con su mano.

    Se me escapa una risita baja al notar cómo debido a su concentración va rasgando con sus dedos las puntas superiores del papel. Cualquiera diría que fue culpa de un travieso ratón alimentándose de los conocimientos literarios.

    Se detiene, y como si lo hubiese llamado, levanta su mirada de las letras.

    Nos observamos fijamente. Me pregunta cómo me siento. No es ese tipo de pregunta con tantas palabrerías de por medio, acciones o gestos en su consecuencia.

    Solo nuestras miradas, tan acordes como la melodía perfecta del Claro de Luna. De sus labios no brota ninguna palabra. Se levanta de la silla con sumo cuidado, tanto, que ni Elijah estando al lado suyo, se percata.

    No puedo evitar que se me dibuje una sonrisa.

    Lo observo embobado, como si se me hubiese olvidado que me había estado evitando los días atrás. Incluso el acto de perdonar, algo que me ha costado tanto moderar en mi carácter reservado, serio y contenido, con él, se me hace muy fácil ignorarlo y restarle importancia.

    A pesar de su actitud evasiva. Tener una ligera risa de su parte hizo que se me llenara el corazón.

    Siento que me late tan rápido que se me va a escapar del pecho.

    Se dirige hacia la mesa, toma el vaso de agua y me lo acerca. No quito mi mirada de encima suyo. Contemplo cómo el cálido atardecer reposa sobre su nariz pequeña y puntiaguda decorándola con sus mayestáticos rayos dorados. Me lo tiende, al tomarlo, rozo con la yema de mis dedos la punta de los suyos.

    Una ligera corriente me recorre por todo el brazo haciendo que mis pelos se vuelvan de punta.

    Waylon retira su mano con rapidez. La guarda dentro del bolsillo de su chaqueta. Buscando calor, escapar de mi tacto o huir de esa sensación.

    «¿Él también lo sintió?».

    Me pregunto.

    Observo cómo baja la mirada hacia la punta de sus zapatos, y luego, la desvía hacia la ventana. El resplandor del sol, como despidiéndose de él, acaricia su delicado rostro, deseándole las buenas noches.

    Cierra sus ojos en respuesta a su tacto fraternal. Los lunares de su rostro parecen pequeños planetas recorriendo la galaxia de su clavícula. Me pregunto cómo se sentirá recorrerlo uno a uno, con mis dedos...

Descendientes de la luna ||Boyslove +18 [P.1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora