Una Vida Pixeleada.

CAPÍTULO XXX: Pequeña Discusión.

Skellen se encontraba ensimismada observando el reflejo de la luna sobre el agua, con ambos pies dentro de esta pensaba en como no podía pertenecer a ningún sitio. Pensaba en como la luna podía pertenecer tanto al cielo como al agua, como acompañaba a tantos e inspiraba a muchos, pero ella se sentía como, todo lo contrario.

Pensaba que podía pertenecer al refugio, lo intentaba, pero si antes era difícil con la llegada de los más nuevos parecía imposible, en especial cuando ellos habían sido tan bien recibidos y ella, a pesar del tiempo, aun no era aceptada del todo. No sabía convivir con los demás, aunque lo intentara siempre terminaba molestando a todos a su alrededor.

Pensando en todo ello deseó ser como la luna y desaparecer con la llegada del sol. Mientras tanto, a espaldas de la albina, un tímido chico se acercaba en silencio.

Aquel chico zombie jamás había sido silencioso o cauteloso, pero el miedo que sentía por volver a hablar con ella lo hacían actuar de aquella manera. No podía evitar sentir como su corazón latía a mil por hora al ver aquel ser que para él resultaba tan maravilloso, en especial en ese momento donde parecía que se fundía con la luna llena convirtiéndose en un solo ser.

Marcus sentía sus manos y piernas temblando, pero, aunque le hubiera gustado regresar con sus amigos y escapar de aquella situación no podía detener sus pasos, era más fuerte el impulso por saber que estaba pasando con "su ángel".

En silencio se sentó al lado de la arquera, sin mirarla, sin hablarle, esperaba que ella iniciara alguna conversación, aunque fuera con un insulto, no le importaba, sólo no sabía qué decir. Pero la albina ni siquiera se fijó en quien estaba a su lado, seguía tan sumida en sus pensamientos que en ese momento era presa fácil de cualquiera.

—Los chicos están preocupados por ti —comenzó cuando entendió que ella no estaba dispuesta a iniciar el dialogo— ¿Por qué no vas a comer? Cooper está preparando tu pez —intentó convencerla al no obtener respuesta a su primer comentario.

—No tengo hambre —respondió, no mentía, a pesar de haber pasado muchas horas sin probar alimento no tenía ánimos de alimentarse.

Marcus negó con la cabeza pensando que no sería fácil animarla ni mucho menos hacer que comiera algo con sus amigos. Centró su mirada en la delgada chica a su lado, pensó que nunca la había visto tan débil y vulnerable, ni siquiera en su primer encuentro, pero antes de poder preocuparse más por ella algo más llamó toda su atención.

Algo colgando del frágil cuello de la albina atrajo su mirada, aquella pieza reflejaba perfectamente el brillo de la luna. Se quedó sin palabras, no sabía cómo sentirse al respecto, ¿no ella misma había despreciado aquella joya? ¿No era por ello que ahora no podían hablarse con normalidad? Odiaba no saber cómo actuar al respecto.

—Puedes regresar con ellos, diles que iré más tarde —Skellen quería quedarse sola de nuevo, no sabía porque aquel extraño chico que nunca paraba de hablar ahora estaba tan callado, aquello la estaba haciendo sentir incomoda.

—Siempre haces lo que quieres, ¿no? —Marcus no entendía como aquella chica podía estar tan tranquila llevando su collar sin siquiera dirigirle una mirada, le molestaba, le molestaba que le provocara tantas emociones para sólo mostrarle indiferencia.

La arquera no mostró ninguna emoción, se limitó a centrar su atención en un pez que nadaba libremente entre las aguas cristalinas. Sin saberlo, sólo estaba aumentando la molestia del chico a su lado.

—¿Alguna vez dejas de pensar sólo en ti? —atacó finalmente llamando la atención de la delgada chica quien fijó su grisácea mirada en él—. Con esa actitud estás arruinando el día para todos —sus miradas conectaron haciendo que el chico se sintiera culpable enseguida, pero ya había hablado, no supo cómo remediarlo—. Cooper se sentirá muy mal si no vas a comer con él —añadió, sin saber que más decir o hacer se levantó con la intención de regresar con sus amigos.