capítulo 13. - no me digas eso

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Era la quinta vez que rodaba los ojos y solo habían pasado quince minutos desde que llegaron al bar. Le daba igual que lo notase, en algún punto, era lo único que quería.

Acababan de hablarlo hacía unos momentos ellos solos en esas escaleras. Lo de que nadie más delante del otro, pero nadie más hasta qué punto. Consideraba que su límite acababa mucho antes que en un beso. Tal vez lo debería haber pensado mejor.

Había entrado al interior del bar un momento para pedir la bebida de ambos, dos cervezas, lo de siempre. Saludó a la camarera y esperó apoyado sobre la barra. Tras el cristal sucio de la puerta de entrada pudo ver a Javier, el primo de Violeta, que en menos de un minuto ya había acorralado a Juanjo.

Javier, que habían coincidido en numerosas ocasiones, tenía los ojos mucho más bonitos que él y además, como dato de relevancia, era profundamente gay. Era alto, no tanto como Juanjo y muy atractivo. Y también se había colocado de manera estratégica para que una de sus rodillas rozara con la del mayor. No era tonto, tampoco.

Dejó una de las cervezas frente a él y al pasar por su lado sintió como palmeó su muslo bajo, casi en las rodillas, en forma de agradecimiento pero sin mirarle. Javi no paraba de hablar y parecía no dejarle un segundo libre para que sus ojos buscaran otro espacio.

Se sentó en el único hueco libre que quedaba, en la otra esquina junto Almudena y Álvaro. Juanjo comenzó a responder animadamente al chico.

Bebió un sorbo corto de la cerveza. Se removió en la incómoda silla de mimbre, de esas que te dejan la piel de los muslos marcada cuando te levantas y una ligera molestia. Sin duda la sensación desagradable de su estómago en aquel momento era mucho peor. Quería revolverse aún más, hacer algo para que se marchase aquello que no reconocía. Sacudir el sentimiento. Clavar los muslos en el mimbre para sentir únicamente malestar físico.

Se mantuvo callado, buscando escuchar de la forma más clara posible la conversación ajena que se mantenía a unas cuantas sillas de él.

Escuchó la risa de Juanjo y eso le obligó a revolverse de nuevo. Se rascó la cabeza, no sabía qué hacer con las manos. Miró de forma disimulada y vio los dedos de Javier sobre la pierna del contrario. Mostró impasibilidad, fingiendo que escuchaba lo que Almudena y Álvaro le decían. Estaba siendo difícil.

No era celoso y definitivamente no tenía planeado empezar a serlo con el camarero. No estaba celoso. Molesto quizás. Le ayudaría a estar más tranquilo no saber con exactitud las intenciones de Javi, o no escuchar carcajadas, solo palabras sin mucha emoción. Eso definitivamente le ayudaría.

¿Desde cuándo Javi era tan gracioso? ¿Por qué tenía que tocarle?

Aterrizó de sus pensamientos con la mano de Violeta sobre su hombro. Una sonrisa divertida abarcaba sus labios con mucho gloss. Se acercó a su oído para susurrar.

- Este se piense que a Juanjo también le van los tíos.

Martin mordió sus labios con una sonrisa y un ceño fruncido. Miró hacia atrás para darle a entender a su amiga que no sabía de qué estaba hablando. Volvió a reír.

- Habrá que salvarlo. Tu primo se pone muy pesado cuando quiere.

- Juanjo no parece muy incómodo aún así.

Cállate. Necesito tu ayuda. No me digas eso.

- Le encanta quedar bien con la gente.

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