Episodio 3

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La sentencia.

—¿Eso es todo lo que sucedió?

Asiento con pesar.

Me han estado interrogando desde hace una hora, estos hombres parecen policías pero no tienen ninguna placa o algo que los identifique, trajeron un camión de bomberos hace un rato y apagaron el fuego mientras les contaba todo lo sucedido durante las últimas semanas, incluyendo la amenaza de la mafia.

Hoy es mi último día para capturar esa criatura o Samuel me entregará a ellos.

Los padres de la niña están desconsolados, al parecer vieron algo entre el bosque lo que describieron como un fantasma y con el susto tumbaron la carpa sobre la fogata, estaban muy asustados porque había demasiada niebla y escuchaban que algo los perseguía, en ese momento de confusión perdieron a la niña, luego llegaron hasta la oficina central rompieron el vidrio de la puerta y pidieron ayuda.

—¡Esto es culpa suya! —acusa la mujer histérica— ¡¿Cómo van a dejar que personas acampen aquí con ese animal suelto?! ¡Están locos!

—¡Son unos asesinos! ¡Pudimos haber muerto todos anoche! —secunda el padre entre rugidos.

El hombre que me estaba interrogando hace un movimiento de cabeza hacia uno de sus soldados.

—¡Mataron a mi bebé! ¡Ustedes me la quitaron! —grita la madre aún llorando y con el bebé en brazos— ¡Son unos malditos monstruos! ¡Los haré pagar todos sabrán..!

No logra terminar la oración, las pistolas la interrumpen mientras tres hombres uniformados descargan balas sobre ellos.

Están muertos.

Miro estupefacto al tipo de corte bajo, lentes de sol ahumados y cara estoica que no deja de analizarme con la mirada, midiéndome, para decidir si presento una amenaza o no.

Pero ¿Qué carajos?, ¿no se supone que ellos son la policía? ¿no se supone que es a ellos que recurrimos cuando necesitamos ayuda? ¿Por qué acaban de matar a estas personas?

La sensación efímera de estar a salvo se desvanece.

—¿Tienes alguna pregunta qué hacer Riland? —cuestiona él a pesar de que nunca le he dicho mi nombre, niego con la cabeza en respuesta a su pregunta— Bien, las cosas pasaron así,  unos padres irresponsables se embriagaron e incendiaron el bosque matando a toda su familia.

—¿Disculpe? —pregunto confundido.

Me ve amenazante mientras aprieta los labios dando dos pasos más cerca de mí.

—Dije, que esta es la forma en que sucedió esta noche, recuérdalo por tu bien. —dice autoritario y los treinta centímetros que debe sacarme lo hacen ver  más intimidante— En cuanto a la mafia nosotros nos haremos cargo y tú seguirás órdenes y tratarás de no ser un estorbo.

Saturado.

Así me siento, con demasiados sentimientos encontrados estoy hasta desconcertado por lo que está sucediendo, todo va a demasiada velocidad como para poder procesar toda la información.

Escucho un auto estacionarse detrás de nosotros, Samuel se hace presente con su bigote marrón canoso, bien vestido con su uniforme y sombrero de ala que yo detesto usar.

—¿Qué sucede aquí? —increpa viendo de reojo a los hombres armados.

No sé cómo explicarle, ni siquiera sé cómo verlo a los ojos y decirle que Hannah está muerta, que abandoné a una niña a su suerte para salvar mi pellejo o que aún no logramos capturar al animal, además, por alguna razón también acabo de recibir una amenaza.

Ciudad de MentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora