𝐄𝐬𝐭𝐚𝐫 𝐯𝐢𝐯𝐚 || 𝟎𝟔

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¿𝑸𝒖𝒆́ 𝒆𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓 𝒗𝒊𝒗𝒐?





























Dipper se dirigía pensativo hacia su habitación, exhausto por todo el asunto de Lillith y Bill. Cada día se sentía más agotado, y había noches en las que simplemente no podía conciliar el sueño. Lillith no dejaba de observarlo durante horas, y aunque no siempre la veía, sentía su presencia constante, como una sombra que lo asfixiaba. Tener a un demonio en casa, observándote todo el tiempo, no era para nada reconfortante.

Al llegar a su habitación, tomó la perilla de la puerta con la intención de desplomarse en la cama. Su plan era simple: dormir al menos 12 horas seguidas, olvidándose por un rato de todo el caos. Pero entonces, escuchó a Mabel hablando... lo que le resultó extraño. Estaban solos en la casa, aparte de sus tíos, y ellos no parecían ser la compañía de Mabel en ese momento. Se acercó sigilosamente a la puerta, intentando captar mejor las palabras.

—Me encanta cómo flota tu cabello, Lillith,— escuchó decir a Mabel desde el otro lado de la puerta.

El corazón de Dipper se aceleró. Abrió los ojos con sorpresa y pánico, buscando desesperadamente algo que pudiera usar como arma. Sus ojos se posaron sobre un jarrón en la mesa cercana, y sin dudarlo, lo tomó.

La puerta fue abierta de golpe, y un Dipper completamente exaltado irrumpió en la habitación, sus ojos escaneando frenéticamente el lugar. Al localizar a Lillith, lanzó el jarrón con todas sus fuerzas hacia ella. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Lillith no tuvo tiempo de reaccionar y el jarrón la impactó directamente en la cabeza, haciéndola caer al suelo con un sonido seco. Por un momento, Dipper pensó que la había dejado inconsciente, o peor.

—¡DIPPER, LA MATASTE!— gritó Mabel, llevándose las manos a la cabeza mientras observaba a su amiga en el suelo, sin dar señales de vida.

—¡No pensé que funcionaría!— respondió Dipper, con una mezcla de sorpresa y culpa. —¡¿Y tú qué hacías hablando con ella?!— La situación se intensificó rápidamente en una acalorada discusión entre los gemelos.

—¡¿No pensaste que funcionaría?! ¿Qué esperabas?— Mabel se apresuró a arrodillarse junto a Lillith, asegurándose de que siguiera con vida, y si no, para evitar dejar evidencia de lo que había sucedido.

—Pues... eh, pensé que sería como Bill, ya sabes, que no tiene un cuerpo físico...—

—¡Obvio que tengo cuerpo, niño!— Lillith se levantó de golpe, sus ojos antes negros ahora eran rojos, un claro signo de su creciente irritación.

—¡Estás viva!— exclamó Mabel, con un tono mezcla de alivio y sorpresa. Iba a acercarse más, pero Dipper la colocó rápidamente detrás de él, adoptando una postura protectora. Apuntó de manera acusatoria a Lillith con su dedo, como si eso pudiera ejercer algún tipo de control sobre ella.

—¡Tú te ibas a mantener alejada de nosotros!— exclamó Dipper con fuerza, decidido a no dejar que sus nervios lo dominaran esta vez, aunque Lillith le devolvía una mirada asesina por el golpe que le había dado hace unos segundos. Mabel observó a su hermano y luego volvió su mirada hacia Lillith, aún más confundida.

—Sabes por qué lo hago, niño,— respondió Lillith, tratando de mantener la compostura mientras intentaba caminar hacia ellos. Pero sus pasos eran torpes y vacilantes, como si no estuviera acostumbrada a usar sus piernas. De hecho, ¿alguna vez había caminado realmente?

Mabel no pudo evitar ahogar una carcajada al ver a Lillith tropezar y caer torpemente al suelo, enredándose con sus propios pies. Dipper la observó, perplejo, incapaz de procesar lo absurdo y cómico de la situación. Era tan surrealista que por un momento pensó que estaba teniendo un sueño extraño.

𝐓𝐇𝐄 𝐄𝐘𝐄𝐒 | 𝘚𝘵𝘢𝘯𝘧𝘰𝘳𝘥 𝘱𝘪𝘯𝘦𝘴 𓁹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora