2. La Debilidad de Una Mente Cansada

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Ilustrar puede ser tan agotador. Sentarse frente al monitor por horas, con la espalda doblada en un ángulo extraño y música que no tiene nada que ver en la playlist, trazando línea por línea las peticiones extrañas de gente de internet que te paga por hacer esto.

Ha pasado un tiempo desde que recibí peticiones extrañas, ahora que retomé el negocio solo he recibido algunos encargos de fondos y una que otra ilustración para libros. Mi área suele estar radicada en la fantasía y los monstruos así que la carga de trabajo puede llegar a ser pesada, en especial cuando aparecen estos clientes extraños con un montón de dinero y la idea más descabellada que escuché en el día.

Al principio no estaba cómodo con todo esto, pero ahora que llevo tantos años haciéndolo y con una cantidad de dinero considerable en mi cuenta bancaria, la palabra «vergüenza» ya no existe mi vocabulario. Sí el pago de mi arriendo depende de dibujar una mezcla entre una cuarentona, un monstruo lovercraftiano y un pulpo en bikini, no me lo pienso dos veces.

Aprovechar el tiempo libre que me deja la tesis es sencillo cuando todo lo que necesito hacer es ocupar mi mente y pensar en que tengo que hacer dinero para comprar algunas cosas necesarias, como un par de pantuflas nuevas porque las mías desaparecieron y quien las haya tomado no va a devolverlas.

Mi agarre sobre el lápiz se vuelve tenso, estoy casi seguro de que Jess las tomó; da la casualidad de que calzamos lo mismo. Tengo que hablar con el profesor Beyond sobre esto, estoy casi seguro de que se imbécil es cleptómano.

Mientras maldigo al rubio psicópata, un mensaje irrumpe al solo de guitarra de Cry Christmas. Es Stevie, el tono personalizado de sus notificaciones apenas me hace levantar la vista de la pantalla, pienso en dejarlo de lado y responder luego pero sigue enviando mensajes, lo que hace que acabe derrotado por la curiosidad y levante el celular para ver qué quiere.

No tengo que preguntar si estás libre
Gael ya me dijo que lo estás.
Discoteca, tú, a las 8. Sin peros.
Stevie | Enviado a las 4:27pm

Seguido de su mensaje viene la ubicación del sitio. No sé en qué momento pasamos de que salir con ellos fuese opcional a algo obligatorio, no obstante, otro mensaje aparece en la pantalla antes de que pueda responder o siquiera insultar lo por su atrevimiento.

Ignora el mensaje anterior.
Ven si quieres, ok? :)
Stevie | Enviado a las 4:29pm

Obvio que este mensaje es obra de Nikkie, es la única que puede frenar a Stevie de ser un imbécil en ocasiones como estas. Suspiro, pasándome las manos por el rostro y maldiciendo, aún tengo que terminar esta comisión y otro par de pendientes aparte, pero ya he declinado a muchas de sus invitaciones el último mes; obvio que Stevie ya se cansó de darme espacio. Es comprensible hasta cierto punto, no todas las personas tienen el don de la paciencia y obvio no soy una de ellas.

Indeciso pero sin ganas de ser un aguafiestas, respondo al mensaje y lanzo el celular a un lado sobre el escritorio. Algo en mi mente me dice que esto tal vez sea una pésima idea, pero tomar malas decisiones es mi pan de cada día, así que no queda de otra que aceptar las cosas como son.

Voy a ir, no puedo aislarme por siempre con la pobre de ilustrar cochinadas para raritos de internet, todavía me queda algo dignidad aunque no lo parezca. Lo que sea que pase esta noche, espero que no traiga consecuencias graves.

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Me bajo del Uber en una calle transitada, la gente va de un lado a otro a pesar del frío y la nieve. Mi chaqueta apenas es capaz de mantenerme caliente en un clima tan hostil, pero logro apañármelas después de tantos años de transitar las mismas calles. Debo decir que admiro la perseverancia de la gente local, nada los detiene de salir a beber un sábado por la noche, es un poco familiar si los comparamos con los borrachos de mi tierra. Un paralelismo cuánto menos curioso.

Jay© (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora