Red siempre tuvo de figura paterna al amable y soso Rey de Corazones y de figura materna a la inquebrantable e insoportable Reina de Corazones. Sin embargo, un viaje al pasado, trae sorpresa que hacen que se sienta a la intemperie, viendo que las co...
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De color Rojo | Red of Hearts
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— La materia prima es el reflejo de nuestra propia alma...— Resonó en las cuatro paredes.
Britged se encogió en su asiento, la frase de Merlín resonando en sus oídos como una sentencia. Aunque solo fue un recordatorio de aquella frase que alguna vez escuchó "Escucha por un oido y se le sale por el otro" no prestaba atención a la clase, su mente solo divago, perdida en un mar de melancolía.
Sus dedos jugueteaban con un mazo de cartas, barajándolas una y otra vez, buscando un escape en la aleatoriedad de los naipes. Los corazones bajo el rey de la carta, solo le trae jaqueca, recordándole la ruptura con Hook, tan repentina e inesperada, la había dejado con aquella sensación, que pensaba sentía Chesshire al flotar sobre la nada. Aunque seguro el gato que sonrió con alegría o sarcasmo genuino, sabía cómo manejarlo.
Un susurro burlón la sacó de sus pensamientos.—Mira, Britged, ya te están saliendo escamas verdes.
La broma, tan cruel como ingeniosa, la había perseguido durante toda la semana. La noche del baile, cuando Uliana le había lanzado el hechizo de transformación, había sido un desastre. Britged había pasado la noche con la piel verde y escamosa, objeto de las burlas de toda la academia, incluso actualmente.
El comentario mordaz habia resonado en los oídos de Britged. La mirada de sorpresa y diversión en el rostro del joven fue suficiente para encender la ira en la princesa. Sin pensar, levantó sobre su cabeza su maso y lanzó una de sus cartas sobre la mesa, clavándose en la madera con un sonido sordo, como un cuchillo impactando en su objetivo.
El silencio se apoderó del aula, todos los ojos se volvieron hacia Britged y el estudiante, con expresiones de sorpresa y temor. Britged se levantó lentamente de su asiento, con los puños apretados y los ojos llenos de indiferencia. La carta seguía clavada en la mesa; Algunos alumnos se levantaron de sus sillas observando como una pequeña carta permanecía clavada sobre la madera, como si no fuera más que un trozo de papel que alguien se ingenio para incrustarla sobre la mesa a manera de broma.
