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El nuevo comienzo del año vino con varias precauciones a tomar. Dumbledore daba su discurso de siempre, aunque esta vez las palabras se teñían de miedo, los merodeadores se encontraban casi a mitad de la mesa, entre sus compañeros, que escuchaban expectantes al director, en busca de un confort que en esas épocas era anhelante tenerlo.

Rosalind parecía en un trance, ajena a las palabras del viejo director, su mente divagaba entre los recuerdos de su padre y las próximas practicas de combate que tendrían con McGonagall, a su lado, Remus parecía estar mas dedicado a mirar su rostro que a escuchar a Dumbledore, mientras acariciaba su mano derecha con sus dedos, y se tocaba la parte baja de la cabeza, con un poco de dolor.

—Oscuros son los tiempos que nos aguardan, pronto tendremos que decidir entre lo que es correcto y lo que es fácil.— James observó con disimulo la mesa de Slytherin, donde Regulus se encontraba, encorvado en su lugar.—¡En fin! Tengan todos un buen inicio de año, y no olviden que siempre tendrán las puertas abiertas en Hogwarts, y conmigo.

Ese año, la casa de Hufflepuff había sufrido una baja. 

Los mortífagos habían invadido su casa, asesinando a sus padres primero, a su pequeño hermano luego y a ella, por último. La pequeña adolescente había sido la primer victima cercana de los merodeadores, y mucho mas, cercana a Peter Pettigrew. 

Y vaya que el joven estaba destrozado, de hecho, ni siquiera se hallaba allí con ellos, Peter se había enterado tres días antes de volver a Hogwarts, gracias a Dumbledore. Lo primero que había hecho al volver, había sido encerrarse en su cuarto, y aunque sus amigos le habían insistido bajar, el había decidido no hacerlo. 

Su primer amor, su Leila, su amada, ya no estaba allí. 

Leila estaba muerta.













La profesora McGonagall observaba con atención los movimientos de sus alumnos, James Potter agitaba con sumo cuidado su varita, haciendo que una luz se desprendiera de ella y rebotase en el maniquí de madera. Justo en el centro. 

Lily Evans leía uno de los libros de medicina, haciendo anotaciones en los costados, mientras que Remus y Rosalind se disparaban encantamientos mudos. La chica pelirroja era fantástica esquivando los hechizos, pero era incluso mejor en hacerlos rebotar y devolvérselo a su contrincante. De a ratos se escuchaban los quejidos de Remus, lo que causaban las carcajadas de Sirius y James que se encontraba del otro lado de la habitación.

Sirius, Peter y Marlene estaban sentados a un lado, observando a la pareja practicar. Una vez Remus volvió a sentir el rebote de su propio hechizo, bufó.—Cambiazo, quiero poder atacar una vez. Así que vente, Sirius.

El pelinegro se levantó.—Lo tomó, aunque me ofende muchísimo.

Rosalind suspiró, sonriendo de lado y guiñándole un ojo a Sirius, antes de sentarse a un lado de Peter. La pelirroja lo observó, el chico tenia la mirada perdida, jugando con los bordes de su camisa. 

—¿Quieres hablar, Pet?

Los ojos del chico se clavaron en su rostro.—Nah, no realmente.

—Okay.—Rosalind se acercó a el, y apoyó la cabeza en su hombro, sacando del bolsillo unos caramelos de menta y ofreciéndoselos al chico.—Come, te hará bien comer algo.

Peter tomó enseguida los caramelos, y se metió uno en la boca.—Gracias, Rosie.

Marlene sonrió con tristeza, y abrazó a Peter desde el otro lado, dándole un sentimiento de bienestar que no sentía hace días. La pelirroja sonrió, y entrelazo sus brazos y se pasaron el resto de la tarde intercambiando lugares para la practica con los chicos, con algunos retos de por medio de McGonagall y las risas infaltables de James Potter.
Todos trataban de poner su mejor cara, e intentar hacer sentir a Peter al menos un poco mejor.





El viernes por la noche Remus llevó a Rosalind hacia la torre de astronomía, bajo la capa de invisibilidad de James, que había tomado prestada. 

—No diré que me molesta estar aquí, pero ¿Qué hacemos aquí?

Remus le sonrió, quitándole la capa por arriba de la cabeza.—Solo quería tener una cita contigo.

—¿Una cita?—Preguntó extrañada, pero complacida.—¿Y eso porque?

Remus la tomó por la cintura, acercándola a el.—Quiero hacerte sentir feliz, y que pasemos una linda noche. 

Rosalind asintió, tirando de su cuello para abrazarlo, sintiendo que su cuerpo se calentaba con su toque. Remus tiró de ella hacia la sala de estudio, cerró la puerta y encantó su walkman como Sirius le había enseñado. Una dulce melodía salía del aparato, la voz de una mujer que casi susurraba al cantar hizo del ambiente algo mas ameno. Rosalind lo observó, sonriendo cuando vió a Remus tenderle la mano. 

El chico la atrajo hacia el, y la hizo ponerse en puntitas de pie cuando la tomó por la cintura, moviéndose de un lado hacia el otro y haciendo que soltara una risita. La luz de la luna menguante los iluminaba tímidamente a través de las ventanas del salón. Rosalind lo observó con atención, Remus miraba sus pies, asegurándose de no pisarla, con las mejillas ligeramente sonrojadas, aunque no se veía demasiado realmente.
La chica sintió que su corazón se estrujaba, y que las mariposas en su estomago revoloteaban de forma que nunca lo habían hecho. Y Remus, sentía exactamente lo mismo, se amaban.

—Te amo, Remus.

Él le sonrió.—Te amo, Rosalind.

La chica apoyó su cabeza en el pecho de Remus, balanceándose al ritmo de la canción, acariciando su espalda.

Rosalind sentía que tenia el tiempo contado, sentía que en cualquier momento alguien podría salir herido, y estaba tan paranoica que no podía dormir bien. Ella temía por su hermana, por Remus, por Greta, Marlene y por los chicos.

La pelirroja tomó la mano del chico y lo guió hacia las ventanas, observando lo hermoso que se veía Hogwarts desde allí arriba, iluminado por la luna y las estrellas.

—¿Remus?

—¿Mhm?

—¿Que haremos al salir de la escuela?

El chico suspiró, mirando el lago calmo.—Estar todos juntos.

Rosalind cerró sus ojos con pesadez.—¿Y si no podemos?

—Si podremos.—Remus la tomó por las mejillas, obligándola a verlo.—Estaremos juntos siempre, no importa que pase.

—Tengo mucho miedo.—Rosalind escondió su rostro en el pecho del chico.—Solo...Leila ya no... Tengo miedo de que algo les pudiera pasar, a cualquiera de ustedes. Son mi familia.

Remus asintió, el temía lo mismo, pero no podían vivir su ultimo año de escuela con miedo. Debian disfrutar lo ultimo seguro que les quedaba.—Solo importa el ahora, y ahora estamos juntos.

Rosalind lo observó, acercándose para besarlo, tomándolo por las mejillas y acariciando sus cicatrices.—¿Prometes quedarte conmigo?

—Prometo nunca irme, Rosalind.





Las promesas jamás se rompían, y esta no iba a ser la excepción, aunque las cosas no terminarían como ellos pensaban.










°°°

¡Nuevo capitulo! 🪄

Ojalá les guste<3

Remus es el amor de mí vida

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⏰ Última actualización: Sep 04 ⏰

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𝐋 𝐎 𝐕 𝐄 𝐑  « Remus Lupin »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora