Capitulo 59

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(Comenten pinches inútiles)



























Juliette Delancey

Estaba apoyada en la pared de la entrada de la escuela, junto a Emma. El sol de la mañana empezaba a calentarnos los rostros mientras esperábamos a los demás para entrar a clase. Emma estaba relajada, mirando hacia la puerta principal, mientras yo no podía quitarme el nerviosismo de encima. Mi mente iba a mil por hora, repasando lo que había hecho la noche anterior.

—No puedo creer que no volví a casa —dije, rompiendo el silencio. Emma me miró de reojo, arqueando una ceja.

—¿Y qué? —respondió despreocupada, como si no fuera gran cosa.

—¿Cómo que "y qué"? ¡Mis papás deben estar como locos! Seguro me van a matar con un machete.

—Juliette, relájate. No es para tanto. No te van a matar, solo... no sé, diles que te escapaste porque estabas haciendo un trabajo de investigación para... alguna tarea, o algo así.

Me quedé mirándola, incrédula.

— Dios mío Emma... —Me llevé las manos a la cabeza—¿Qué clase de idea es esa? ¡Mis papás son abogados! Me van a hacer un juicio solo por mentirles. —Comencé a caminar de nuevo, más rápido— Seguro me meten en la bodega una semana sin luz, como en esas películas de terror. Y lo peor de todo es que me van a quitar el teléfono. ¡El teléfono, Emma!

Ella se encogió de hombros.

—Pues, qué le vamos a hacer, ni modo— contestó. — aparte, no sería el fin del mundo si eso pasa, descuida.

La miré, incapaz de creer lo poco que le importaba. Sentí como si me dieran ganas de aventarle algo, pero obviamente no lo hice. En lugar de eso, me llevé las manos a la cabeza, desesperada.

—¡Ay, Emma! ¡No ayudas! —exclamé, agitando los brazos— ¡¿Cómo que no es para tanto?! Mis papás son capaces de vender todas mis cosas y dejarme con lo que llevo puesto. —Me señalé de arriba a abajo— ¡¿Tú crees que puedo sobrevivir vestida así toda la semana?!

Emma se rió, y yo me frustré aún más.

—No, en serio. —Proseguí— Me van a meter en la bodega como castigo. ¡¿Sabes lo que eso significa?! Me voy a volver loca ahí encerrada, como una especie de... ¡ratón en una trampa! ¡Y sin mi teléfono! ¿Qué voy a hacer sin mi teléfono?

Emma intentaba contenerse, pero una risa se le escapó.

—Juliette, no van a hacer eso. Solo tienes que hablar con ellos y ya, no es tan complicado. —Me miraba divertida, mientras yo seguía en mi espiral de pánico.

—Ah, claro —respondí, sarcástica— Porque hablar con ellos va a ser super fácil, ¿no? Seguro los convenzo con un "oh, lo siento, padres, se me olvidó no escaparme de casa y desaparecer toda la noche" —Puse los ojos en blanco— ¡Me van a desheredar! ¿Te imaginas que me quiten hasta mi cama? ¡Voy a dormir en el suelo como un perro!

Emma soltó una carcajada, y yo la fulminé con la mirada.

—¡Te estás riendo, pero esto es serio!

Emma levantó las manos en señal de paz.

—Oye, oye, tranquila. No te enojes. Mira, si te castigan, al menos podrás aprovechar el tiempo para... no sé, leer un buen libro, o ponerte al día con las series que siempre dices que nunca tienes tiempo de ver. —Sonrió, pensando que estaba ayudando.

Sentí que la sangre me hervía.

—¡Dios, Emma! —le solté, desesperada— ¡Te voy a ahorcar y no de una buena manera! —Le hice un gesto con las manos como si quisiera estrangularla de verdad.

 Un romance del odio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora