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Después de unas cuantas semanas los síntomas bajaron, ya no era común que el omega este con náuseas o vomitos, eran poco oportunos también, pero no se quejaba, apenas y le daba.

Aunque aún así sus estudiantes tenían una lista de aromas que evitaban para que le dé náuseas a su profesor.

Por ejemplo: la vainilla y el huevo.

Era demasiado extraño, pero aún así con un poco de esos aromas al héroe le entraban náuseas horribles, y en algunos casos, solía vomitar, por lo que Yaoyorozu era la única que se debia mantener alejada o suprimir su aroma, ya que el olor a vainilla era algo característico de ella.

Pero en lo que consta de la palabra era un embarazo normal.

Sino fuera que el pobre Omega sufría por las estupideces de sus estudiantes.

— ¿Me recuerdan por qué los tengo de dirigidos?

— Porque nos ama.

Al parecer estaban haciendo una boda falsa, a petición inesperada de Todoroki, decía que para el amor no hay edad ese mocoso.

— ¿Si sabes que realmente no están casados, verdad?— pregunto mientras tomaba su quinta taza de café en la tarde, dios se apiade de nosotros.

— Apenas seamos mayores de edad esto será legal— respondió el medio albino mientras tenía a su “esposa” atado con las cintas de Sero.

— ¿No puede ayudarme?— chillo el de cabello verdoso, no es que no quisiera a su pareja, pero por dios, apenas tenían 16, ni el rayo MacQueen fue tan rápido.

— Agradece que su cachorro no nacerá bajo pecado— mencionó Uraraka.

— Ya ya, desaten a Midoriya, y tú— señalo al de cabello dual— tendré una conversación más tarde contigo.

—  ¿Osea se cancela la boda?

— Ni siquiera debió haber una boda en un principio, ahora vayanse a limpiar, tenemos que hacer la cena— pero como su palabra valia menos que político en campaña apenas se volteo escuchó como dos personas se cayeron al suelo, seguramente Hanta e Izuku ya que conociendo los, se habían enredado en las cintas.

— ¡Gata rompe hogares!— dijo Momo al ver cómo el beta estaba agarrado al novio de su amigo y no se podían separar gracias a las cintas.

— ¡Me hacen silencio y se me apuran! ¡Vayanse a bañarse en este mismo momento!— gritó el azabache desde la cocina.

Después de eso solo escucho como varias pisadas corrían, tal vez tropezando se entre si, pero siquiera le hacían caso.

Cuando sintió que estaba solo en la parte baja solo escucho el como la puerta del edificio chillo, anunciando la llegada de alguien más.

— ¡No sé preocupen! ¡Ya estoy aquí!— la frase celebre fue pronunciada mientras entraba con bolsas con ingredientes para la cena de esa noche el rubio.

— Esto es tu culpa— fue lo único que dijo el profesor para después amarrarse el pelo en una coleta.

— Cualquier cosa que haya hecho me disculpo,  ¿Pero puedes solo venir y mimarme? Estoy exhausto.— apenas dejo las bolsas en la mesa fue a abrazar a su esposo mientras acariciaba su estómago, sintiendo un bulto pequeño, más grande que un frijol.

— Escuché que hoy te sobre esforzaste, ¿Que esperabas que sucediera?—

Aún con sus frías palabras no dudo en comenzar a acariciar los cabellos rubios de su alfa, sintiendo como este ponía su cabeza entre su cuello y hombro.

— Amorcito sé más gentil— dijo arrastrando un poco las palabras, si que estaba cansado.

— Mejor andate a bañar, los mocosos ya lo fueron a hacer, apestas igual que ellos— hablo dulce el omega.

Nótese el sarcasmo.

Pero Toshinori tampoco se quedaría de brazos cruzados, por lo que comenzó a restregarse contra su omega, impregnandolo de su aroma y de parte sudor pues venía de un enfrentamiento poco antes de llegar.

— ¡Toshinori!

— Para que también tomes un baño conmigo— hablo, feliz del trabajo hecho.

— Ew, me bañaste en tu sudor, te pasas, ¡Sácate a bañar!— prácticamente lo había hechado de la cocina mientras corría al baño de la planta baja para siquiera lavarse su cara, manos, y todo lo que no haya estado cubierto con ropa.

— Eres un Omega malo.

— Alfa tonto.

— ¿Por qué coquetean tan raro? — pregunto en un susurro la alfa de cabellos rosas a la de cabello morado.

— Supongo que así coquetean los viejos— dijo Jirou mientras entraba a la cocina, para ayudar en la cena.

Después de todo un drama de tener que irse el mismo a bañar y apenas bajar descubrir el desastre que era su clase en la cocina, los mando como general a sus soldados, para tener siquiera una comida decente.

Cuando creyó que por fin había acabado el martirio, sentados en el comedor, casi se ahogo con el agua que tomaba por la pregunta de uno de sus estudiantes.

— ¿Cómo terminaron siendo novios?— pregunto inocente la beta de don invisible.

— Más bien esposos— corrigió Sato.

— Más bien como se aguantan— hablo Katsuki comiendo un poco de su ensalada.

Todos le quedaron viendo mal al rubio cenizo, por lo cínico que había sonado.

— A veces también me preguntó cómo Kirishima te aguanta— murmuró el pecoso, fue el comentario más esperado del menos inesperado.

— ¿Que dijiste nerd?— hablo el beta con un aura hostil, listo para explotarle la cara al peliverde.

— Ya, cálmense, parecen guambras de cinco años— hablo la voz de la razón y la que curiosamente, ahora se le tomaba más importancia.— Además, no tengo por qué contar el como-

— Le pedí que saliera conmigo alrededor de 5 meses, tres semanas y dos días— empezó a relatar el rubio, haciendo que la palabra de su pareja sea ignorada.— Me rechazo alrededor de 39 veces, supongo que como en ese tiempo iba a cumplir 40 esa fue la vencida— río al recordar el como se la pasaba prácticamente rogando al omega para que le acepte siquiera una salida al parque.

Las risas tampoco faltaron, sus estudiantes ahora estaban más curiosos por el como terminaron juntos esos dos, que parecían agua y aceite.

— ¿Y que fue lo que cambio en la número 40?— pregunto interesada la estudiante de nombre heróico Creati.

— Supongo que se apiadó de mi por que justo ese día era mi cumpleaños— realmente fue una coincidencia muy rara, pero ahora le entraba una duda.— Espera, ¿Cómo sabías cuando era mi cumpleaños?— pregunto intrigado a su esposo.

— El estúpido de Hizashi me dijo que te tuviera pena por ese día, parecidas perrito faldero y como no me desagradan los animales, y ese día viniste con un calendario de gatos, te lo acepte— respondió con sinceridad mientras comía de su ensalada, sintiendo como varias miradas se clavaron en él.

— Y también porque se hacía el difícil— hablo nuevamente el pecoso, ¿Desde cuándo su lengua se había vuelto tan afilada?— Shinso me contó algunas cosas— confesó.

Maldito niño, odiaba lo boquisuelta que podía ser cuando no prestaba atención lo que decía y solo vomitaba las palabras, lo peor del caso era que nunca se detenía a pensar en lo que dijo, un mal hábito que se le quitó cuando empezó a salir con su actual esposo, porque tenía que tener tino para hablarle.

— ¿Entonces si me hubieras aceptado una cita antes?— pregunto emocionado el de cabellos rubios.

— Después de la veinticincoava lo considere.

Admitió, los del lugar solo soltaron risas por lo que les contaron, aunque sabían que ese no era el final de la historia, mejor que sea su cuento para dormir.

Pero eso lo veremos en otro momento.

¡Bebé a bordo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora